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Mientras Maisie Williams, actriz que dio vida a Arya Stark en Game of Thrones, se convertía en mujer, Arya se esforzaba por ser todo menos parecer mujer. Una contrariedad que afectó la vida fuera de la pantalla de Maisie.
Maisie acaba de declarar que luego de aquella escena de la serie en la que Arya (a sus 18 años) decidió quitarse la ropa y experimentar el sexo, se sintió insegura con ella misma. ¿Por qué? El momento resultó ser un shock para los fanáticos de la serie que solo lograban ver a Arya como la guerrera, la valiente, la implacable, pero nunca como una mujer. Leer todos esos comentarios en redes sociales afectaron a Maisie más allá de lo que hubiera imaginado: empezó a sentirse insegura respecto a la percepción que los demás tenían de su cuerpo.
“Alrededor de la temporada dos o tres, mi cuerpo comenzó a madurar y comencé a convertirme en una mujer”, dijo Maisie en una entrevista. “Pero Arya todavía se parecía mucho a tratar de disfrazarse de niño. Tenía el pelo muy corto y constantemente me cubrían de tierra y me tapaban la nariz, por lo que parecía muy amplio y me parecía muy varonil. También me ponían esta correa en mi pecho para aplanar cualquier crecimiento que había comenzado. No sé, eso se sintió horrible durante seis meses al año, y me sentí un poco avergonzada por un tiempo “, añadió.
Suena totalmente lógico, especialmente en una edad difícil como es la adolescencia. De hecho, no es la única intérprete de Game of Thrones cuyo personaje tuvo algún impacto importante fuera de la pantalla. Kit Harington, quien dio vida a Jon Snow, tuvo fuertes problemas de alcoholismo y drogas al finalizar la serie, tanto que tuvo que ser internado por meses en un centro de rehabilitación. Emilia Clarke es otro ejemplo. Debido a su personaje de Daenerys Targaryen, la actriz sufrió de aneurismas provocados por la gran exposición social que tuvo.
¿Este será el conocido “costo de la fama”?