En una industria enfocada principalmente en las mujeres, pocas son la que lideran casas de moda.

La moda es principalmente para las mujeres ¿cierto? Al menos eso nos han hecho creer por mucho tiempo. La realidad es que la moda es para todos. Pero no podemos ignorar que existe un estigma sobre nosotras, las que agotamos el crédito de nuestras tarjetas en una bolsa Prada o en unos slingback de Chanel somos nosotras. Esto no quiere decir que los hombres no inviertan en ropa o accesorios pero en general, las shopaholics son las mujeres.

Cuando hablamos de las personas que quieren ser parte de la industria, la mayoría también son mujeres. Central Saint Martins, la escuela de diseño de Londres, registra que el 74 por ciento de sus alumnos son mujeres. En Nueva York algo similar sucede en Parsons, con 85 por ciento y el Fashion Institute of Technology con 86 por ciento.

Partiendo de lo anterior, ¿por qué hay pocas mujeres a cargo de casas de moda? En los años 1920, Gabrielle Chanel, Elsa Schiaparelli, Jeanne Lanvin, Madeleine Vionnet y Nina Ricci crearon marcas que sobreviven hasta hoy pero que ahora son manejadas por hombres.

En la historia de Dior, por ejemplo, Maria Grazia Chiuri es la primera mujer diseñadora en los más de 70 años de historia de la marca. Todos sus antecesores han sido hombres. Lo mismo con Clare Waight Keller que fue nombrada directora creativa de Givenchy en 2017.

Clare Waight Keller, directora creativa de Givenchy.

 

Decir esto tampoco significa que ser director creativo sea una tarea que los hombres no puedan o deban hacer. Hay muchos exponentes que han sabido celebrar la silueta femenina y nos han dejado los mejores diseños en la historia: Yves Saint Laurent, Azzedine Alaïa, Valentino, Alexander McQueen, John Galliano, solo por nombrar algunos.

Hay otros que han apostado por entender el estilo de vida de la mujer actual y darle lo que necesita. Es el caso de J.W. Anderson en LOEWE, Daniel Lee en Bottega Veneta, Alessandro Michele en Gucci, o Lazaro Hernandez y Jack McCollough de Proenza Schouler. Pero aún así, parece que a la mujer le cuesta más liderar una casa.

Esto se debe quizás a que ir a la par del calendario de moda y combinarlo con una vida familiar, sigue siendo complicado para las mujeres. La que demostró que se puede lograr fue Phoebe Philo quien pidió mover el estudio de Céline de París a Londres para estar cerca de su familia y canceló el desfile de otoño/invierno 2012 cuando estaba embarazada.

También influye que, aunque la comunicación va dirigida hacia las mujeres, los puestos directivos están ocupados por hombres y cuando se trata de escoger a alguien para el puesto de diseñador, la tendencia sea escoger a un hombre.

“No se habla de esta situación, pero es un sentimiento que todos conocen”, declaró Diane von Furstenberg cuando el CFDA (Council of Fashion Designers of America), organismo que ella lidera, realizó un estudio sobre la situación de género en la industria el año pasado. El estudio reflejó que las actitudes de la industria siguen siendo old fashioned. Uno de los CEOs entrevistados, aseguró que le era difícil dar feedback a una mujer, por el miedo a que llorara. 

Estamos en un momento en el que solo el 14 por ciento de las marcas son lideradas por mujeres. Y definitivamente esto tiene que cambiar. ¿Dónde empezar? Es la pregunta de oro. El CFDA propone que si apostamos por marcas que son sustentables y apoyamos a marcas de belleza creadas por mujeres (como el caso de Glossier) hagamos lo mismo con las marcas de ropa que están lideradas por mujeres.

No se trata de deshacernos de los hombres, sino nivelar la situación y que la industria cuyo consumidor principal es la mujer, tenga más elementos de su género como parte del juego.