¿Sabes que una barrera cutánea alterada puede provocar sequedad, enrojecimiento, sensibilidad e incluso brotes de acné? Belén Acero te cuenta los malos hábitos que tenemos que deterioran la función barrera y por qué es importante preservarla.

“La barrera cutánea, también llamada epidermis, es una fina capa protectora de la piel que sirve como primera línea de defensa contra invasores extraños, como bacterias, contaminación y rayos solares. Está compuesta por una mezcla de aceites naturales, ácidos grasos y células de la piel que, en sinergia, mantienen la salud, hidratación y protección de la piel. Esta barrera también regula los niveles de hidratación de la piel, previniendo la pérdida de agua transepidérmica y preservando la hidratación esencial. Cuando la barrera cutánea se ve comprometida, puede provocar una variedad de problemas cutáneos, como sequedad, enrojecimiento, sensibilidad e incluso brotes de acné”, cuenta la farmacéutica.

¿Qué altera (y daña) la barrera cutánea?

Muchos factores pueden tener efectos perjudiciales sobre la barrera cutánea, entre ellos:

  • Productos agresivos para el cuidado de la piel: el uso de limpiadores faciales fuertes, exfoliantes y productos para el cuidado de la piel que contengan altas concentraciones de ingredientes activos, como retinol y AHA, (sobre todo al principio de su uso, luego, con su uso continuado, la refuerzan) pueden dañar la barrera cutánea. Estos productos corren el riesgo de despojar a la piel de sus aceites naturales, provocando sequedad, descamación e irritación.
  • Factores estresantes ambientales: la contaminación, los rayos ultravioleta y las condiciones climáticas extremas (por ejemplo, condiciones secas y ventosas) dañan la barrera cutánea. Esto puede provocar signos visibles de envejecimiento prematuro, como líneas finas y arrugas.
  • Exfoliación excesiva: la sobreexfoliación y el lavado abusivo pueden eliminar la barrera lipídica natural y dañar la barrera cutánea. También puede provocar microdesgarros en la piel, lo que provoca irritación e inflamación.
  • Mala alimentación: comer muchos alimentos procesados ​​y azúcar puede causar inflamación y provocar afecciones de la piel, como acné y eccema.
  • Falta de sueño: el sueño es un periodo crucial para la reparación y regeneración de la piel. Un descanso insuficiente o interrumpido puede debilitar la barrera cutánea y provocar sequedad, irritación e inflamación.

3 malos hábitos que comprometen la barrera cutánea

“El primer hábito nocivo para la barrera cutánea (y que veo que mucha gente lleva a cabo) es la falta de antioxidantes en su rutina de belleza. Los antioxidantes, como las niacinamida o las ceramidas, ayudan a tu piel a recuperar los lípidos perdidos, pero también ayudan a fortalecerla. Recuerda que los antioxidantes son fundamentales para proteger la piel de los radicales libres, esas pequeñas moléculas que provocan estrés oxidativo y, por tanto, un envejecimiento prematuro. ¿Las consecuencias? Una función barrera alterada y este envejecimiento prematuro del que hablaba, que trae consigo la aparición de manchas solares, arrugas, flacidez, deshidratación, entre otras”.

“El segundo hábito que compromete nuestra barrera cutánea es la falta de hidratación. Es la pescadilla que se muerde la cola porque, una barrera cutánea alterada, conduce a una rápida pérdida de agua. Por tanto, una hidratación suficiente es fundamental para mantener una piel sana, ya que mejora significativamente la sequedad, el enrojecimiento y la irritación. Muchas personas con piel grasa tienen la sensación de que, al hidratar su piel, estarán promoviendo que se produzca más grasa. Esto es un error muy común que veo a diario. Podemos utilizar activos como el ácido hialurónico o la glicerina, que hidrataran la piel sin aportar grasa. Si además incorporamos componentes que están presentes en la barrera cutánea como las ceramidas, los ácidos grasos y el colesterol, la repararemos en profundidad.

“El tercer hábito perjudicial para la barrera cutánea (y diría que uno de los más importantes) es la falta de protección solar, bien porque no se use, porque la cantidad sea insuficiente y no proteja como es debido o porque no se reaplica cada dos horas (en caso de ser necesario). La radiación ultravioleta altera nuestra función barrera (y más todavía si se producen quemaduras solares). ¿El motivo? La piel desencadena una reacción inflamatoria para defenderse. Recuerda que la protección solar es el arma más poderosa contra el envejecimiento, la aparición de manchas, pero también el escudo más potente para mantener intacta la barrera cutánea. Asegúrate de aplicar una crema solar de amplio espectro (mínimo un SPF 30 y mejor si es 50) a diario como último paso de rutina (reaplícalo cada dos horas si tu piel está expuesta al sol).

La cantidad de protector solar que hay que aplicar va a depender del formato. Si el protector solar es en formato bruma se recomienda aplicarlo durante 10 segundos haciendo una «Z» a unos 15 cm del rostro. Si tiene una textura crema, se recomienda la técnica de los dos o tres dedos y aplicarlo tanto por el rostro como por el cuello. Si la crema facial solar es en formato stick, se recomienda aplicar unas siete u ocho veces por la zona que quieres proteger para que sea eficaz», finaliza la farmacéutica.

*Imagen: cortesía