Si de vez en cuando sientes que necesitas alejarte de todo para estar contigo misma, hazlo con un hobby muy chic.

Una vez más, las francesas tienen la respuesta, pues en aquel país está habiendo ahora mismo un boom de talleres de cerámica. Las personas que se dedican a amasar arcilla por hobby son jóvenes alrededor de los treinta años que buscan “desconectar” de sus trabajos demandantes y de la obsesión por las redes sociales. Aunque es posible que el redescubrimiento de la alfarería venga desde un país tan lejano como Japón.

En ninguna parte del mundo existe un conocimiento y apreciación tan profundos por la cerámica como en Japón. Esto se debe principalmente a la ceremonia del té, un componente central en la identidad japonesa. Todo lo que se utiliza durante una ceremonia del té tiene que ser perfecto. De hecho, allá las tazas de té son un tema muy, muy serio.

 

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Y es por eso que la alfarería resulta tan benéfica como la meditación o el tai-chi, la búsqueda de la perfección puede mantener ocupadas tanto tu mente como tus manos. En eso se parece a otra afición que goza de popularidad en nuestros tiempos: el running.

En nuestra edición impresa de Abril dedicamos unas páginas a Japón, un país que suena lejano, legendario e hipnotizante. De allá vienen algunas cosas que nos gustan, como las novelas de Haruki Murakami, un famoso corredor.

 

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Si hay un sitio en internet que resume todo lo que son esas aficiones (Japón, correr y la cerámica) es Tarde o Temprano.net, el blog de una chica mexicana llamada Berenice Hernández, quien empezó corriendo por las mañanas y después entrenó hasta correr un maratón. De manera similar, empezó haciendo un tazón de ramen en un taller de cerámica que tomó por curiosidad y terminó estudiando en una escuela especializada en Suecia. En ese trayecto nació Studio Åkerö, una marca de cerámica minimalista y una preciosa cuenta de instagram que puedes seguir aquí.

 

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A veces, eso es lo que pasa cuando sigues tus sueños: pueden llevarte a lugares que no imaginabas.

Todas las fotos: cortesía © Bere Hernández.