“Le Chic Parisien” de Louis Vuitton fue el cierre de un mes de la moda memorable. Bajo la batuta de Nicolas Ghesquière y la música y video de Sophie, la cantante pop, se presentó un show con una poética alusiva a la Belle Époque en una perspectiva futurista.

Su inspiración siempre mezcla el pasado, el presente y alude al futuro, sin ser esta la excepción. De acuerdo a las declaraciones del creativo en el backstage, y asaz comprobado, el inicio del siglo en la historia francesa es muy interesante en cuanto arte, cultura, emancipación de las mujeres, se refiere. Ghesquière decidió hacer ciertas alusiones a la insuperable narrativa del gran Marcel Proust. Es más, también durante esta época se estableció Louis Vuitton.

Los factores que inspiraron al diseñador reavivan ese sentimiento del final de la década, culminando con el último mes de la moda que veremos de estos diez años y nos anticipa a la próxima.

Con una pantalla LED que proyectaba a la cantante interpretando una versión extendida de Its Ok to Cry, la colección gozó de atuendos que mezclaban una vibra muy parisina. Chalecos, chaquetas smoking, pantalones altos, entre diferentes estampados y colores consecuentes al circulo cromático, se inicio la pasarela. Vimos mangas abombadas, con cierta referencia a las leg-of-mutton, peinados al estilo Gibson Girl y estampados psicodélicos. También mangas extravagantes y opulentas en mini vestidos blancos con flores en la solapa. Esto revivió la femineidad Carrie Bradshaw en la modernidad.

En accesorios se destacaron los clutch que abrieron el show. Este modelo mezclo el monograma LV en las cintas y un estampados de casetes y/o cintas de películas tipo VHS en su forma. Simpático y coqueto fueron los totes de monograma y el estampado de diferentes cintas de videocasetes con los títulos como The Trunkinator, Gaston and Louis, entre otros.

La genialidad de Nicolas Ghesquière es hacer de la belleza un concepto que nos haga reflexionar. Si bien su colección presentó acotaciones sobre el tiempo, género, literatura (En busca del tiempo perdido de Proust), con cierto sentido histórico y cavilaciones sobre lo efímero que puede ser pensar en la evolución. La idea nos propone una introspección que surge a su vez una percepción o una repetición que se ajusta a nuestra modernidad —todo se repite pero con relevancia a lo que vivimos. Podemos decir que Louis Vuitton, la moda y la próxima década nos prometen un cambio lento pero bello.

*IMAGEN: Getty Images