Fue al principio de la pandemia, por ahí de mediados de marzo, cuando el coronavirus llegó a la casa de los Kardashian-West en Hidden Hills en el condado de Los Ángeles. “Fue la misma época en que Tom Hanks y Rita Wilson anunciaron que tenían Covid”, explica Kim, la primera dama de la casa. El esposo de Kim —portento del hip hop y la moda— había contraído el virus. “Kanye tuvo el virus muy al principio, cuando nadie sabía bien de qué se trataba”, dice. “Daba miedo y era algo desconocido. Tenía a mis cuatro bebés y a nadie más en casa para ayudarme”. Los Kardashian-West tienen cuatro hijos: North (7), Saint (4), Chicago (2) y Psalm (1). “Tenía que ir y cambiar sus sábanas y ayudarlo a salir de la cama cuando no se sentía bien. Era un reto porque estábamos en territorio desconocido. El tiempo en el que hubo que cambiar las sábanas con guantes y careta fue algo escalofriante”.

Sin embargo, Kim se ha reconciliado con su sentir hacia la pandemia. Si el clan Kardashian nos ha enseñado algo sobre la feminidad en el siglo XXI es cómo mantenerse serenas y a la cabeza en medio de momentos de locura global. “Soy el tipo de persona que respeta los procesos”, comenta, “que respeta lo que está sucediendo en el mundo”. Kim cumplirá 40 dentro de unos días. Pasó ese hito siendo una marca global dentro de una megamarca global, el miembro más reconocible de una familia cuyo nombre ha acumulado la familiaridad candente de los Jackson, los Kennedy y hasta la de McDonald’s. “Tal vez nuestro planeta necesitaba un respiro”, dice con dulzura. “Tal vez todos lo necesitábamos. ¿Fue un reajuste? Trato de verlo de esa manera”.

Kim menciona que su instinto materno se echó a andar tanto con la pandemia como con las protestas del movimiento Black Lives Matter. Ella deja que los niños lideren las conversaciones en casa para medir qué tanto han entendido de las noticias. “Soy muy abierta y honesta con ellos. No quiero darles demasiada información que no van a entender por completo y que les va a causar ansiedad. Pero obviamente ellos presienten que algo está sucediendo. Tienes que mantener la calma y no estar asustada. Como padre, tu meta número uno es hacer que tus hijos se sientan a salvo y seguros”. Estamos hablando a través de una línea telefónica transatlántica. Hay algo en el sencillo timbre de voz de Kim que se siente tan familiar que la conversación pronto adquiere un tono reconfortante. Su modo de ser es cálido, franco, como el de una hermana. Varios momentos durante nuestra conversación se sienten como cuando te encuentras con una amiga haciendo la compra afuera de un deli elitista de Malibú. Ser increíblemente famosa y tener una plática agradable son las habilidades más evidentes de Kim.

Hablamos un jueves, dos días después del anuncio del final de la serie familiar Keeping Up With The Kardashians, el programa que lanzó a Kim y a sus hermanas al estrellato. La difunta novelista bestseller Jackie Collins me dijo una vez: “Son como tú y como yo, pero tienen mejores cubiertos”, cristalizando de manera concisa el familiar atractivo del show. Dirán adiós en la próxima temporada. Todavía no han filmado sus últimas entrevistas de frente a la cámara “¿Te imaginas? Voy a llorar todo el tiempo”, pero Kim ya pidió conservar su micrófono inalámbrico personalizado como recuerdo. “¿Quién se iba a imaginar que íbamos a extrañar que nos pusieran el micrófono?”

El día que se hizo el anuncio fue muy dramático para los Kardashian. “Ay, honestamente, fue un día muy emotivo”, comparte con un ligero temblor en la voz. “Las lágrimas. De hecho, estuve llorando todo el fin de semana. Probablemente me voy a poner sensible en el teléfono”. Toma una pausa. “Fue una decisión realmente emotiva”. Mientras leían en línea la cascada de amor que fluyó por el final del show, su hermana Khloe les recordó a todos: “Nos dijo: no es como si nos hubiéramos muerto. Todavía seguimos aquí”. Se abrió la compuerta de los recuerdos. Uno de ellos es que Landon, miembro del equipo y persona que estuvo a cargo de la iluminación, le mandó una tarjeta una Navidad, acompañada por un llavero. “Guardé la tarjeta porque decía: Te agradezco porque gracias a ti pude comprar mi primera casa”.

Y, ¿por qué ahora? “Esto fue un sueño para nosotros”, comparte. “Nunca nos imaginamos siquiera que habría una segunda temporada. Y llegamos a la veinteava. A veces necesitamos un respiro. Así de sencillo. Necesitamos un minuto para reagruparnos, no hemos tenido un receso en 14 años. Empezamos filmando una temporada, luego un spin off y creo que no hay otra manera de decirlo, simplemente vivimos vidas tan grandes. Y ahora tenemos hijos. Y nos necesitan. Hay tantas cosas pasando a la vez que necesitamos un receso, aunque sólo sea un minuto”. Para la temporada final, que tendrá episodios extra y un gran final, debemos anticipar ver otra dimensión de los Kardashian, así como lo hemos hecho nosotros mismos durante el encierro. “En todo caso, será interesante ver lo que estuvimos haciendo durante la pandemia. Tuvimos tanto miedo y fuimos cautelosos y compartimos cada minuto de esta etapa. Estar con cuatro niños y no tener sus amigos cerca o sus rutinas y todo sin tener ayuda. Fue un lado muy diferente de nosotros que creo nadie ha visto hasta ahora”. La temporada dará inicio con escenas que ellos mismos filmaron con su iPhone. El rodaje reinició con todas las precauciones y sana distancia. “Ahora la producción puede continuar, con todos los cuidados, pero el final de la temporada vuelve de alguna manera a la normalidad. Queremos vivir este último tramo intensamente”.

Entre cuidar a un marido enfermo, ocuparse de cuatro niños y filmar la última temporada de su reality show, Kim Kardashian-West ha mantenido su cabeza académica y de negocios a flote. A principios de julio, le vendió 20% de las acciones de su fenomenalmente exitosa marca de cuidado personal, KKW Beauty, al gigante de cosméticos global COTY. “KKW Beauty y KKW Fragrance tiene un equipo de siete personas”, anota. “Somos nosotros los que hemos ideado cada campaña, nuestras sesiones de fotos, nuestras redes sociales, todo. Y amo a un grupo de mujeres poderosas que son muy fuertes y diferentes. Pero es un grupo pequeño y por ello me siento emocionada de tener a un socio que nos pueda ayudar con la infraestructura y nos haga una marca súper internacional”. KKW Beauty es sólo un pequeño recordatorio de cómo Kim y compañía han cambiado el panorama físico a través de los últimos 14 años. Antes de la llegada de KUWTK, el contouring era algo que los artistas hacían en un lienzo. Las hermanas lo transfirieron sin esfuerzo al rostro.

El imperio de negocios global de Kim seguirá creciendo mientras el show llega a su fin. Apenas hace unos días acaba de lanzar Skims, su marca de loungewear, en el Reino Unido, estrenándola en Selfridges un año después de que sus ventas en Estados Unidos resultaran exorbitantes. “Sí, bueno”, dice, alentada por su propio colmillo en los negocios, “siempre he usado shapewear y tenía muchas ganas de empezar una línea de este tipo de productos”. La colección de loungewear no podría haber caído en un mejor momento. “Creo que el timing fue perfecto, ¿cierto?” ¿No hay mal que por bien no venga? “La marca ha sido muy confortable y genial en momentos como este, durante la cuarentena. Cuando quieres verte y sentir bien, cuando no quieres vestirte elegante pero quieres verte cute”. La manera en la que pronuncia la palabra (“cewt!”) es otro recordatorio de que las Kardashian han incluso cambiado la manera en la que hablan los estadounidenses. Detrás de la mente de negocios, dice que hay otra motivación tras la creación de Skims. “De verdad he llevado fajas por años y años. Pero siempre pensé que había algo que no estaba bien con la oferta que había allá afuera. Especialmente en cuanto a los colores de las piezas. Nunca pude encontrar una pieza que fuera de acuerdo con mi tono de piel”. Lo que hacía es que compraba algunas piezas y las teñía con té en el fregadero de la cocina. “Pensé: si no hay mi tonalidad, cuántas mujeres tampoco pueden encontrar su color. Sentí que faltaba algo en el mercado y me aseguré de llenar ese hueco”.

La publicidad para Skims en Estados Unidos ha contado con la presencia de mujeres que se encuentran en la libreta de contactos personal de Kim Kardashian-West, incluyendo a Jodie Turner Smith, brillante actriz de Queen and Slim y a Alice-Marie Johnson, ex prisionera federal absuelta y activista de reformar la ley. La diversidad a la hora de hacer el casting “ni siquiera se cuestionó. Eso era exacto lo que debíamos hacer, es por ello que inventé esta marca. Fue la razón por la que diseñé shapewear, para que mis amigas y todas las mujeres allá afuera tuvieran ropa interior que las representara. Cuando se hizo el casting, ni siquiera pensamos: debemos ser estratégicos y hacerlo de esta manera. No era una opción. Es justo esto lo que es la marca”.

El casting de Johnson es un ejemplo de lo que es tal vez el aspecto más poco probable del portafolio profesional de Kim Kardashian-West: su acercamiento al derecho. Lleva dos años estudiando para abogada y dice que justo antes de nuestra llamada estaba escribiendo un ensayo. Esta tarde, hora de Los Ángeles, va a tener una clase por Zoom de cinco horas con su profesor de derecho. “Lo sé”, dice riendo. “¡Qué tortura!” En los 14 años que pasaron los Kardashian en la televisión, en un periodo de tiempo en el que pusieron a unas hermanas que se aman en el centro de la conversación de los medios globales, es fácil olvidar que Kim y su familia sintieron por primera vez el destello de los reflectores de Hollywood en medio de uno de los casos de litigación más grandes de la última mitad del siglo XX en Estados Unidos. Durante el juicio de OJ Simpson, Kim, Kourtney, Khloe y su hermano Rob se sentaban obedientes en la corte mirando cómo su madre declaraba para la fiscalía, para apoyar a su difunta mejor amiga, Nicole Simpson, mientras su padre, Robert, trabajaba como abogado para la defensa de Simpson. Robert murió en 2003, a los 59 años y Kim dice que su propio trabajo legal está muy ligado a esos entrañables recuerdos de infancia que tiene de su padre. “Obviamente veía a mi padre mientras hacía su trabajo”, dice, “y siempre miraba sus cosas, tratando de revisar sus casos durante el fin de semana mientras mis hermanas trataban de irse de fiesta y divertirse y no entendían por qué me quería quedar”. En la casa familiar de Bel Air, había un cuarto secreto detrás de una pared de paneles de madera, en el que Robert Kardashian Sr. llevaba la bitácora de muestras de evidencia. “Él conservaba todos sus libros de evidencias ahí atrás. Me intrigaba y era muy metiche”. En ocasiones Kim puede sentir a su padre sobre sus hombros mientras se adentra en este nuevo y desconocido territorio. “Alguna vez él me dijo: ‘Creo que tú serías buenísima para esto. Pero también creo que es algo extremadamente estresante y agotador. Así que si quieres una vida libre de estrés, mejor ni sigas con tu idea de estudiar derecho’.” Se ríe pensando en la ironía de cómo se dieron las cosas. “Sin embargo, le hubiera encantado verme haciendo esto. Hubiera sido mi pareja de estudios”.

Consciente de esto, tal vez a Kim Kardashian-West no le haya molestado cancelar su gran fiesta de 40, misma que llevaba tiempo planeando (cumplirá los 40 el 21 de octubre). “No soy una persona que se ponga nerviosa por envejecer. Obviamente hago lo que puedo para sentirme joven y verme de cierta manera. Pero estoy orgullosa de que mis hijos me tengan aquí otro año. Siempre pienso en eso. Particularmente cuando has perdido a tu papá, un progenitor o alguien muy cercano a ti cuando eres muy joven”. Por cierto, suena que la fiesta iba a ser asombrosa. “Tenía el mejor plan”, confiesa. “Se iba a llamar Wild, Wild Miss West’s 40th Birthday. Le encargué un traje de metal a Manfred Thierry Mugler. Un traje de vaquerita”.

Wow.

“¿Verdad? Lo tengo y es una locura. Hicimos pruebas virtuales. No lo quiero gastar en una pequeña fiesta para mí y cinco personas. Quiero que signifique algo. Así que estoy pensando en usarlo el año que entra. Para mis 41. Todavía lo podré llamar mis 40, ¿verdad?”

Fotografías Vanessa Beecroft
Artículo por Grazia Team