Por Alejandra Olmedo

Desde que abrió sus puertas en la Gran Manzana en 1837, Tiffany & Co. se ha posicionado como uno de las principales firmas joyeras en el mundo y una referencia en cuanto accesorios y tendencias se refiere. Aunque en un principio una papelería llamada Tiffany and Young, la marca comenzó a elaborar y vender joyería en oro y plata como parte de su oferta de lujo y fue hasta 1848 que incorporaron piedras preciosas en sus diseño. Fue así como Charles Lewis Tiffany se adentró en el mundo de las piedras preciosas y comenzó a buscar las más extrañas y grandes del mundo. La exploración lo llevó a encontrar extraordinarios brillos en distintos rincones del mundo, incluyendo algunas de las joyas de la corona francesa, y fue gracias a esta labor que se coronó como el Rey de los Diamantes en Estados Unidos.

El legado de la firma joyera está basado en la adquisición de las gemas más insólitas que existen. La búsqueda y compra de diamantes y otras piedras preciosas ha cambiado con el paso del tiempo. Hoy, la responsabilidad ecológica y social forma parte de los valores de Tiffany & Co. La extracción de tales piedras y metales preciosos involucra un proceso ético que se replantea año con año para cumplir con las expectativas de un mundo preocupado por el medio ambiente.

El proceso de elaboración de joyería es muy tardado y dañino para la tierra; sin embargo, Tiffany ha logrado imponer estándares de calidad que documentan minuciosamente el origen o procedencia de sus diamantes, desde que son extraídos en las minas hasta la exportación. Todas las locaciones, desde Botsuana hasta Brasil y Rusia, están bajo avalados por el Proceso de Kimberley, sistema internacional a cargo de controlar la comercialización de diamantes “libres de conflicto”. Al ser adquiridos por la firma joyera, un grupo de 1,500 artesanos —divididos en cinco talleres alrededor del mundo y que perciben un sueldo justo— ponen manos a la obra para cortar y pulir cada piedra con precisión.

Si algo caracteriza a los diamantes de Tiffany & Co., es el vínculo emocional que crean. Pero es importante saber qué hay detrás de cada uno para afianzar el lazo. Un anillo de compromiso puede tomar hasta un año en cosecharse; es por eso que la historia de las joyas comienza desde su proceso de elaboración hasta llegar a tu mano para crear memorias que quedarán como parte de un legado responsable.

*IMÁGENES: Cortesía Tiffany & Co.