El rey Carlos III y su esposa, la reina consorte Camila Parker, organizaron todo con tal lujo y detalle para su primera visita de estado, del presidente Cyril Ramaphosa de la República de Sudáfrica, desde que asumieron sus nuevos roles como monarcas reinantes en septiembre, tras la muerte de la reina Isabel.

Camila deslumbró con la joyería que usó en su debut en el banquete estatal como reina consorte; usó un conjunto de zafiros que pertenecieron a la reina Isabel. 

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Parecía una hábil elección que tenía un equilibrio entre la exhibición majestuosa y el sincero homenaje a su difunta suegra. 

El collar se encontraba entre las joyas más preciadas de la reina Isabel, ya que fue un regalo de bodas que recibió de su padre, el rey Jorge VI, en 1947. 

Para el evento de esta noche, la reina consorte decidió quitar el diamante y la gota colgante de zafiro para vestir la pieza muy a su estilo, una gargantilla.

La última aparición de esta joya fue en 2020, cuando Isabel II usó los zafiros para su nuevo retrato canadiense, la última vez que fue fotografiada con una tiara, lo que hace que la elección de la reina Camila sea aún más conmovedora.

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Después de la ceremonia de bienvenida habitual en el Desfile de los Horseguards y la procesión de carruajes al Palacio de Buckingham, el rey y la reina, junto con los miembros más importantes de la familia real, dieron la bienvenida a su invitado al palacio para un lujoso banquete de estado en el salón de baile.

Esta ocasión diplomática ameritaba que los miembros de la Casa de Windsor se vistieran con sus galas reales más espléndidas, con tiaras, fajas, insignias, órdenes y cintas de rigor. 

Todo fe majestuoso, incluidos la decoración que incluyó centros de oro y plata, así como casi mil vasos, es decir, seis para cada invitado, los cuales fueron 161. Además de que los Reyes supervisaron personalmente el acomodo y todos los preparativos para la cena.