Moda

Para muchos, los esfuerzos de llegar a casa temprano fueron vanos, después de que una gran parte de la población se haya reintegrado a sus actividades el tráfico, las largas filas para pagar productos o servicios, las aglomeraciones… cuesta ver en perspectiva cómo es que ahora, tendremos que habituarnos a las dinámicas de las que la pandemia nos había separado.
Cuando más optimismo habíamos impreso en el panorama global respecto a la pandemia de coronavirus, la declaración de guerra de Vladimir Putin, estremeció al mundo entero. La serie de titulares en periódicos, revistas y las aterradoras fotografías de lo ocasionado por los bombardeos nos dejó completamente atónitos.
¿Sería posible una tragedia a la vez? ¿Cómo es posible que pese a las actuales tasas de mortandad ocasionadas por el virus, ahora la humanidad enfrente una guerra?
Llama la atención, en la ciudad ucraniana de Lviv, la más importante del oeste del país, uno puede encontrar, pese a los constantes recordatorios de la guerra, imágenes similares a las que hallaría en cualquier ciudad de moda europea. Cafeterías de diseño con largas filas para entrar, hoteles repletos hasta reventar, tiendas de ‘souvenirs’ abiertas —contra todo pronóstico— y llenas de merodeadores, etcétera. Sin embargo, un artilugio que ha sido omnipresente durante los dos últimos años en Europa destaca por su ausencia: la mascarilla. Lviv no es la excepción, sino la norma, en un país en guerra en el que el COVID-19 parece un drama de otra era.
Prioridades de supervivencia
El Gobierno ucraniano ha abandonado cualquier mensaje relacionado con la pandemia, centrándose por completo en la prioridad existencial de la invasión rusa. Encontrar una sola imagen del presidente Volodímir Zelenski con mascarilla desde el 24 de febrero, día del comienzo de la ofensiva de Vladímir Putin, resulta imposible. Lo mismo ocurre con cualquier político regional o local. En la televisión, la última hora perpetua del conflicto ahoga cualquier otro tipo de contenido. El espacio antes dedicado a la actualización diaria de las cifras de contagiados, hospitalizados y fallecidos se ha visto reemplazado por otros números: los de los helicópteros, tanques y soldados caídos del enemigo.
Afirma el célebre dicho que la primera víctima de la guerra es la verdad. Si es así, entonces la segunda ha sido la pandemia.
CONSECUENCIAS
El psiquiatra forense José Carlos Fuertes asegura que el ataque ruso en suelo ucraniano habrá dejado a la población de Ucrania en un estado de ansiedad reactiva. Matiza el experto que:
“no hablamos de trastornos mentales, sino de “respuestas emocionales absolutamente esperadas”.
Advierte el psiquiatra que si esto se mantiene en el tiempo y se suceden las bajas por el conflicto armado aparecerá en la población ucraniana “un estado mental absolutamente patológico de tristeza, abatimiento, melancolía que probablemente más tarde se convertirá en un trastorno por estrés postraumático”.
“Terriblemente la realidad se impone y estamos en una situación que no vivíamos hace más de 70 años”, afirma el doctor. “Para Europa este es un conflicto descomunal y para las mentes de las personas que están en este momento siendo asediadas y atacadas una auténtica catástrofe”.
Los conflictos armados pueden hacer saltar por los aires los proyectos de toda una generación. Al principio, la población está sometida a un estrés inicial; en términos clínicos: ansiedad reactiva. Pero, con el paso del tiempo y en función de las experiencias personales y cuánto dure el estrés, pueden surgir trastornos psiquiátricos que impidan a las personas rehacer su mundo.
Un estudio científico identificó cinco trastornos recurrentes en zonas de conflicto, presentes en más del 22% de las personas que han vivido una guerra: depresión, ansiedad, trastorno de estrés postraumático, trastorno bipolar y esquizofrenia. El ánimo decaído y la ansiedad son dos de las manifestaciones más comunes y naturales en una situación de conflicto armado.
En Grazia te dejamos 5 maneras científicas de despejar la mente: https://graziamagazine.com/mx/articles/5-practicas-contra-la-niebla-mental-luego-del-covid-19/