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El eclipse solar en Virgo del pasado 21 de septiembre no fue solo un fenómeno astronómico, sino que —hablando de astrología— marcó un punto de inflexión energético justo en la transición hacia el otoño. Aunque ya cruzó el cielo, sus efectos apenas comienzan a sentirse. Los eclipses suelen traer cierres necesarios y aperturas inesperadas, como si el universo moviera piezas para empujarnos a tomar decisiones que veníamos posponiendo. Este en particular resuena con la idea de soltar viejas dinámicas y abrir espacio a nuevas oportunidades, tanto en lo personal como en lo colectivo.

El eclipse solar en Virgo
Durante los próximos días, es posible que notes mayor claridad sobre lo que quieres dejar atrás y hacia dónde deseas dirigir tu energía. En el plano emocional, se percibe como una invitación a replantear vínculos y rutinas, a priorizar lo que realmente te sostiene y a confiar en procesos de transformación que, aunque incomoden, resultan necesarios. Al mismo tiempo, la llegada del equinoccio de otoño (22 de septiembre) potencia este aire de renovación, recordándonos que el inicio de temporada es también una oportunidad para alinearnos con nuevas intenciones.
De acuerdo con expertos en astrología, el eclipse puede formularte unas preguntas:
• ¿Dónde mido mi valor por mi utilidad?
• ¿Cuáles voces en mi cabeza son heredadas, no son realmente mías?
• ¿Qué cambiaría si trabajara en el ritmo de mi cuerpo?

Mia Astral explica que este eclipse, ligado al nodo sur, funciona como un espejo que evidencia desequilibrios en nuestros hábitos, rutinas y formas de autocuidado, al tiempo que abre un ciclo de transformación que se extenderá hasta el próximo año en áreas como la salud y la agricultura. Aunque su energía continuará activa en los próximos meses, tendrá un eco particular en enero y febrero de 2026, recordándonos que las marcas que dejan los eclipses no son efímeras, sino huellas que nos impulsan a evolucionar.
¿Qué significa un eclipse solar?
En lo personal invitan a escuchar la intuición, acelerar la conciencia y prestar atención a los pequeños cambios que anuncian nuevas direcciones. Así, el eclipse de septiembre no fue un cierre, sino el inicio de un viaje de autodescubrimiento que apenas comienza.