El libro:
Ese ente subjetivo que dio cuenta de los tiempos, el mismo fuego prometeico que los seres descubrieron para perpetuar el conocimiento, para contener la palabra. Lo mismo en los tepuyes colombianos que en los bordados wixárikas, en hojas emblanquecidas, o fotocopias a doble cara…
Son los libros el resultado de la pretensión humana por buscar lo inmortal y la trascendencia… pequeños y austeros, cosidos o encuadernados. Tan democráticos como para guardar lo mismo la palabra del dios cristiano que del musulmán, los versos de Lorca que los lugares comunes de los entusiastas autores contemporáneos.
Amantes silenciosos y poco demandantes, hace tiempo que trascendieron el miedo al abandono… inmunes a los exilios, a las bajas temperaturas, al hastío… Siempre dispuesto a hablar, a consolar, a mitigar la duda o agudizarla.
Peligrosos, algunos casi tan peligrosos como una voz espectral que alienta a la revuelta o la derrota, hoy, lo mismo que hace tres décadas.
Ilegales, prohibidos, escondidos, anónimos… quemados como pira de las brujas y sus conocimientos.
Es curioso, porque las estadísticas revelan cifras alarmantes sobre el índice de lectura en México, pero existe una relación íntima y casi nostálgica, si se piensa, y si no evoquemos:
El libro semanal, Memín Pinguín, Lágrimas y risas, El pecado de Oyuki, o el ideario colectivo que construyó El libro vaquero sin mayor pretensión. ¿Paco el chato?, ¿El malora del corral?, ¿Rufina la burra?… Sí, Español y Mi libro de lecturas… esas hojas que guardarán por siempre el primer asombro de ordenar grafías para descubrir un mensaje. Ahí donde empezó todo.
Antigua sede de Editorial Araña en Valencia, España.

23 de abril

La idea original de la celebración del Día del Libro partió de Cataluña, del escritor valenciano Vicente Clavel Andrés, proponiéndola a la Cámara Oficial del Libro de Barcelona en 1923 y aprobada por el rey Alfonso XIII de España en 1926. El 7 de Octubre de 1926 fue el primer Día del Libro, poco después, en 1930, se instaura definitivamente la fecha del 23 de abril como Día del Libro, donde este día coincide con Sant Jordi – San Jorge, patrón de Alemania, Aragón, Bulgaria, Cataluña, Etiopía, Georgia, Grecia, Inglaterra, Líbano, Lituania, Países Bajos, Portugal, Eslovenia y México. Es tradicional regalar una rosa al concluir una lectura, evento o pregón y que los enamorados y personas queridas se intercambien una rosa y un libro.
Tan semejantes, que compartimos la vejez misma, la oxidación, el cambio del tono de la piel, del olor, de la textura… Incluso la voz ronca con los años, los acentos madurados, la falta de prisa…
Felicidades a las y los autores, correctores, editores, diseñadores editoriales, traductores, bibliotecarios, facilitadores y vendedores de libros difíciles de conseguir y sobre todo, a los lectores.
Foto: RTV.