Moda

Imaginen un viaje gastronómico donde los sabores del mar se encuentran en un punto intermedio entre la elegancia parisina y la creatividad mexicana.
Eso es justo lo que sucedió en la Ciudad de México, cuando el chef Dominique Minchelli, del icónico restaurante Le Duc en París, visitó por primera vez nuestro país para colaborar con el talentoso chef Lucho Martínez. Dos noches, dos experiencias únicas y un encuentro que ya forma parte de la historia culinaria.
Le Duc: Un emblema de la gastronomía parisina

Desde su apertura en 1967, Le Duc ha sido un referente indiscutible de la cocina de mariscos en París. Fundado por los hermanos Minchelli, el restaurante ha sabido mantener su esencia con un profundo respeto por el producto y una ejecución precisa que roza la perfección.
Actualmente, Dominique Minchelli lidera esta institución culinaria, llevando a nuevas alturas la tradición que sus fundadores establecieron.
Su visita a la Ciudad de México representó un momento histórico: por primera vez, Le Duc extendió su maestría más allá de las fronteras francesas, compartiendo su filosofía con la vibrante escena gastronómica mexicana.
Un encuentro de titanes en Em y Ultramarinos Demar

El 28 de enero, el chef Minchelli se unió a Lucho Martínez en Em, el restaurante insignia de este último. La cena, de carácter íntimo y exclusivo, permitió a los comensales disfrutar de un menú diseñado en conjunto, donde la sofisticación del Rive Gauche parisino se encontró con la interpretación contemporánea de la cocina mexicana que caracteriza a Martínez. Un diálogo de sabores, texturas y técnicas que demostró la universalidad del buen comer.
Al día siguiente, Ultramarinos Demar celebró su primer aniversario con una colaboración especial entre ambos chefs. En esta ocasión, el menú giró en torno a los mariscos, con un enfoque en la frescura de los productos y la precisión de las técnicas francesas.
Cada platillo hablaba de la esencia de Le Duc y de la visión innovadora de Martínez, creando una experiencia irrepetible para los asistentes.
Este encuentro no solo fue una celebración de la gastronomía de alto nivel, sino también un puente entre dos mundos, donde la tradición y la creatividad se dieron la mano.
*IMAGEN: Cortesía