“Yo estoy a favor de la igualdad pero no me declaro feminista”, es una de las frases más utilizadas por hombres y mujeres cuando el debate sobre la igualdad de derechos entre ambos sexos sale a relucir. Algo extraño de encajar, puesto que la palabra feminismo se refiere a la “ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres” (y no lo decimos nosotras, lo dice la RAE, ojo). Siendo así, ¿por qué una simple palabra, que al parecer coincide con el pensamiento de mucha gente, genera tanto rechazo?

© Rancurel Estelle
¿Por qué no gusta la palabra feminismo? © Rancurel Estelle

Desde el mismo momento en el que las mujeres empezaron a luchar por la igualdad de derechos han sido demonizadas por todos aquellos que estaban en contra de sus reivindicaciones. El típico: “difama que algo queda”, practicándose durante más de un siglo, tiene estas consecuencias. Muchas mujeres huyen de la palabra ‘feminista’ alegando que ellas “no odian a los hombres”, sin comprender que el feminismo tampoco lo hace. Ni odia a los hombres, ni considera que las mujeres tengamos que estar por encima de ellos: el feminismo habla de igualdad, pero el mensaje del miedo ha calado hondo.

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¡Bien dicho, Patricia!

Tan hondo, tan hondo, que incluso mujeres entregadas a la lucha por la igualdad de géneros afirman que la palabra que ‘empieza por f-‘ se encuentra desfasada y que habría que sustituirla por algo más moderno. ‘Humanismo’ o ‘igualitarismo’ son algunos de los términos que se han puesto sobre la mesa, e incluso personajes como la mismísima Meryl Streep se han mostrado partidarios de este cambio, pero ¿de verdad habría que reemplazarla?

No vamos a hacer caso a los argumentos sin ningún tipo de consistencia que dicen que el sexismo ya está superado (porque para estas personas la brecha salarial –y otras tantas brechas– entre hombres y mujeres no existe, por poner un ejemplo); pero otros planteamientos sugieren abiertamente que la palabra es demasiado agresiva, no inclusiva y que lleva en su significado un bagage que la convierte en algo pasado de moda. Pero antes de demonizarla, vamos a ver de dónde viene…

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¿Por qué tanta gente se niega a utilizar el término ‘feminismo’?

Los orígenes de la palabra ‘feminista’

La palabra nació en Francia durante el siglo XIX. Se pensó que había sido inventada por el filósofo socialista (y favorable a la igualdad entre varones y mujeres) Charles Fourier, testigo de los inicios del movimiento feminista moderno allá por 1830. Pero, al parecer, se trata de un error; en realidad, el término ya se usaba en medicina y se utilizaba para nombrar un trastorno de desarrollo en los varones, que afectaba su ‘virilidad’ y les hacía parecer femeninos (¡lo que había que oír…!).

Contra feminismo

 

El primero en usar ese término para designar a las mujeres que luchaban por sus derechos fue en realidad el escritor francés Alexandre Dumas hijo. En 1872, publica El hombre-mujer, en el que afirma que «las feministas, perdón por el neologismo, dicen: todo lo malo viene del hecho de que no se quiere reconocer que la mujer es igual al varón, que hay que darle la misma educación y los mismos derechos que al varón». A partir de ese neologismo, la palabra se difundió como una manera despreciativa de designar a las mujeres que luchaban por sus derechos.

No fue hasta 1882 cuando la sufragista francesa Hubertine Auclert empezó a utilizar el término feminista reivindicando su valor y como forma de honrar a todas las mujeres que han luchado, sufrido y a veces muerto para que las mujeres tengan (¡tengamos!) los mismos derechos que los hombres.

“¿Puede haber una prueba más obvia de que vivimos en un mundo patriarcal que el hecho de que ‘feminismo’ se considere una palabra mala?”.

Por qué no sirven las alternativas

Una de las alternativas ha sido el término ‘humanismo’, como una palabra que incluye a todo el mundo, o así lo han visto Meryl Streep y Sarah Jessica Parker, declaradas públicamente ‘humanistas’. Pero ¿por qué no serviría? Pues porque el humanismo ya existe y no defiende la igualdad entre géneros. Según la New World Enciclopedya, “se refiere a la creencia de que la razón y la autonomía son los aspectos básicos de la existencia humana, y que la base para la ética y la sociedad es la autonomía y la igualdad moral”. Que está muy bien y es muy bonito, pero nada que ver con la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades, por lo que utilizarlo en este contexto sería hacer un mal uso de la propia palabra.

Bey tiene bastante claro lo que significa el término.
Bey tiene bastante claro lo que significa el término.

Además, muchos humanistas han sido también grandes misóginos. Por ejemplo, el fundador  de los Juegos Olímpicos modernos, el francés Pierre de Coubertin. Todo el mundo conoce los valores de paz e igualdad que rodean el espíritu de esta competición, ¿verdad? Pues su concepto de igualdad se limitaba a la igualdad entre los varones: Coubertin consideraba que las Olimpiadas debían ser prohibidas a las mujeres, porque su participación sería «no práctica, ininteresante, antiestética e (…) incorrecta». Los Juegos, pensaba, deben buscar «la exaltación solemne y periódica del atletismo macho con el internacionalismo como base, la lealtad como medio, el arte como marco y el aplauso femenino como recompensa».

Contra feminismo
Ahá, te has lucido, amigo…

¿Y por qué no usamos entonces ‘igualitarismo’? Pues porque la esencia del feminismo se centra en las desventajas y desigualdad que sufre una parte concreta de la población, las mujeres. La clave es que, aunque creamos que todo el mundo debe tener los mismos derechos sea cual sea su género, esta situación no existe en la actualidad. El feminismo defiende que hay que abordar la situación como realmente es, donde un grupo de género en particular está siendo objeto de discriminación. Nadie le pediría a una persona homosexual que deje a un lado las problemáticas específicas a las que se enfrenta por ser gay, por lo que es injusto que se les pida a las mujeres que lo hagan. Como dijo la escritora africana Chimamanda Ngozi Adichie durante su charla TED titulada Todos deberíamos ser feministas, “usar la expresión genérica supone negar el problema específico y particular de género».

Gran parte del valor de la palabra feminismo radica en su historia. Esta palabra reconoce el esfuerzo y el valor de todas las personas que han luchado, enfrentándose a veces a grandes castigos, para que las mujeres tengamos los mismos derechos y oportunidades que los hombres. Al final, como dijo Ellen Page en una entrevista con The Guardian: “¿Puede haber una prueba más obvia de que vivimos en un mundo patriarcal que el hecho de que ‘feminismo’ se considere una palabra mala?”.

Sí, podríamos ilustrar toda nuestra vida con GIFs de Beyoncé.
Sí, podríamos ilustrar toda nuestra vida con GIFs de Beyoncé.