Las madres que durante muchos años nos ha mostrado el cine eran solo eso, madres. A la antigua usanza. Mujeres perfectas, señoras de su casa, preocupadas por el bienestar de sus polluelos, que lo mismo preparaban un desayuno pantagruélico que te cogían el bajo de un pantalón. Todas sabían cocinar tartas estupendas que vendían en la asociación de padres (y ojocuidao no se te diera bien) y vivían dedicadas en cuerpo y mente a sus familias. Madres perfectas, de familias perfectas con un padre, una madre y dos hijos, a poder ser niño y niña, la parejita.

© Cordon Press

Pero ya no estamos en los años 50 y no solo las madres son (somos) diferentes, también lo son las familias. En 2016 ya en uno de cada cuatro hogares vive únicamente una persona y el tamaño medio de los mismos es de 2,51 miembros.

Así que, una vez más, la estadística nos confirma lo que a simple vista vemos: que las familias han cambiado y que la alternativa del papa+mamá+niños es solo eso, una alternativa más.

Con motivo del Día de la Madre hemos querido conocer historias de maternidad diferentes de las que nos cuentan habitualmente. Historias reales llenas de amor, de superación, de alegría, de dificultades. Todas diferentes y al mismo tiempo con mucho en común. Historias que se salen del plástico, de los clichés y que sus protagonistas han querido compartir con nosotros.

© Mamá Diseñadora
  • Historias de fecundación artificial

Cuando se toma la decisión de tener un hijo, una piensa que va a ir todo rodado: tras practicar mucho o poco, de repente ocurrirá el milagro de la vida. A veces ocurre así, pero otras, no. La infertilidad es un problema que cada vez nos afecta más, entre otras cosas por el retraso de la edad a la que tenemos hijos. A partir de los 35 la reserva ovárica disminuye considerablemente y concebir por medios naturales es mucho más complicado. Quizá por ello hace unos años era raro hablar de técnica de fecundación artificial, pero hoy lo difícil es no conocer a alguien que se haya tenido que enfrentar a ello.

En el canal de Youtube Azul o rosa, la zaragozana Lorena Gonzalvo recoge algunos casos de mujeres que, por diferentes circunstancias, han tenido que acudir a la fecundación artificial: una pareja del mismo sexo, madres solteras e incluso una mujer con dificultades para concebir a pesar de ser muy joven. Y, por supuesto, empieza hablando de cómo llegaron al mundo sus hijas mellizas, en primera persona y con su pareja al lado. Las dudas, las anécdotas o los miedos, narrados con una naturalidad pasmosa.

Historias de infertilidad hay muchas: la de Marta, a la que desahuciaron, como a Gema, de su clínica de fertilidad tras tres inseminaciones y tres fecundaciones in vitro; y que cuando por fin se quedó embarazada estaba muerta de miedo: «Creo no somos heroínas, solo luchamos por un sueño. Cuando nacieron mis hijas estaba aterrada porque todos aquellos intentos fallidos me convencieron de que yo no merecía ser madre, así que estaba segura de que de alguna manera las iba a perder. Pero aquí están, ¡dando mucha guerra!».

© Azul o rosa Blog
  • Historias de embarazos que no terminan con un bebé en brazos

Historias como la de Martina, que también pasó por varios procesos para tener a su hijo, no sin antes tener que superar una de las experiencias más horribles de la vida, poner fin a un embarazo por un bebé con trastorno encefálico: «Aunque este bebé nunca vio la luz, para mí fue un hijo. Eso sí, la recompensa de ser madre lo vale todo».

Estela nos cuenta algo parecido: «Cuando has tenido abortos, solo tú tienes la percepción de que eres madre. Yo ya lo era de un precioso pirata, cuando comencé la búsqueda del segundo. No estaba preparada para lo que iba a pasar, tres abortos, dos de ellos en el segundo trimestre. Personalmente me minó mental y físicamente y aún tengo muchos sentimientos encontrados con ese proceso. El segundo piratilla llegó, mi bebe arcoiris, pero todo lo que pasé aflora el Día de la Madre. Al final ocurre lo mismo con todos los hijos, hayan nacido o no, primero duelen, duele traerlos al mundo y duele no poder traerlos. Y después sanan, sanan en el día a día y sanan en el recuerdo. El Día de la Madre es especial para mí, porque ese día para todo el mundo soy madre de dos, pero para mí soy y siempre seré madre de cinco».

© Estefanía Abad
  • Historias de edad

Porque todo el mundo está deseando opinar sobre la edad a la que es adecuado tener hijos. Mónica se quedó embarazada de su hija Chloe con 20 años y a los 25, después de rehacer su vida perdió al bebé que esperaba. Maca tuvo a su hija a los 18 años; fue un shock, reconoce: su padre acababa de fallecer, su madre tenía otro hijo más pequeño y a ella todos la consideraban una cabra loca: «Nadie daba dos duros por que saliera adelante», se encoge de hombros y prosigue, «así que todo el mundo me decía que lo mejor era abortar porque sino iba a joderme la vida. A simple vista tenían razón pero yo seguí adelante. Ahora hasta mi trabajo está relacionado con la maternidad, soy madre emprendedora en Asesoras de Lactancia Online y mi hija es lo mejor que me ha pasado en la vida. Gracias a ella he descubierto el amor más grande y, además, una vocación. Lo que parecía que iba a rematarme en realidad le dio sentido a toda mi vida», confiesa.

En el lado contrario está la historia de Mon, que tuvo a sus hijos rondando los cuarenta. Odia a los comentaristas de vidas ajenas que se permiten el lujo de opinar si fulanita o zutanita tuvo a sus hijos pronto o tarde: «Las razones para tener hijos en una edad u otra, son muy distintas y nadie tiene derecho a juzgarlas. No tener pareja, no sentirse preparada, no querer dejar un trabajo, no poder dejar un trabajo, pareja que no quieren hijos aunque tú sí, motivos económicos, abortos, infertilidad, enfermedades no reproductivas pero que afecten de alguna forma, tener que cuidar a algún mayor, querer acabar los estudios, o tenerlos antes de empezar a trabajar, la conciliación inexistente… Puede haber tantas razones como mujeres, ¿por qué lanzamos juicios tan a la ligera?», se pregunta.

© Fotos: Para el Bebé / Pintado una mamá / Madres Cabreadas / Una mamá diseñadora / Blogmodabebé / Mami a la moda
  • Historias de enfermedad

Hay historias en las que la enfermedad hace acto de presencia. Es el caso de Laura: ella sabía que tendría que ser madre por reproducción asistida, porque tenía neurofibromatosis tipo 1 y era importante que su descendencia no la heredara. Con 28 años se decidió a ser madre soltera; tuvo que elegir entre ovodonación y donante de esperma o, por el contrario, una donación de embriones, que fue por lo que se decantó. Un único intento, sin medicación ni nada. Y el milagro ocurrió.

En otros casos, el problema lo tiene el bebé, como es el caso de Angus: «Estaba embarazada de mellizos y cuatro días después de cumplir 20 semanas la bolsa del niño se rompió. Estuve seis semanas con el saco amniótico roto, hasta que se infectó. Los niños nacieron pesando apenas 800 gramos», recuerda. Tuvieron que pasar seis meses y medio de UCI neonatal, ingresos, intervenciones y muchas enfermedades: «A día de hoy tienen 20 meses cronológicos y la niña está bien, pero el niño tiene una discapacidad del 66%. Mi vida dio un giro de 360 grados… el ser madre de un hijo discapacitado nos ha cambiado la vida a todos».

Laura nos cuenta: «Yo me quede embarazada recién casada y en principio todo parecía normal; éramos una pareja de 30 años con un bebé precioso… solo que ese bebé nunca cogía cosas, no parecía estar muy atento, no mantenía mucho su cuello, no se sentaba… Trece años después somos padres de un niño precioso con una enorme discapacidad y sin un diagnóstico que nos diga el porqué de su estado. El día a día con él no es fácil; como padres hemos tenido que pasar el duelo por el hijo sano que hubiéramos deseado tener y acostumbrarnos a convivir y disfrutar y pelear con un bebé grande que cada día nos enseña muchas, muchas, muchas cosas». El hijo de Inmaculada también nació prematuro y, como dice ella, «tengo un adolescente precioso que me da todo el cariño del mundo, al igual que todas las preocupaciones y trabajo del mundo también. Mi vida ya solo es por y para él, pero llega un momento en que esa es tu rutina. Me considero una madre normal, con mucho mas trabajo y muchos más quebraderos de cabeza que cualquier otra, pero hago todo lo que puedo para que mi hijo sea el niño mas feliz del mundo».

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  • Historias de valientes

A Raquel la abandonó su marido con cinco niños pequeños, pero ella tiró para delante «con dos ovarios», sin contar con ninguna ayuda de su ex. A día de hoy está casada de nuevo y su pareja quiere con locura a sus hijos. Beatriz se separó y tiene que hacer de padre y de madre porque su ex marido solo hace su parte en vacaciones, habiéndose cambiado de ciudad incluso. Let nos cuenta: «Mi padre se largó y nunca volvió a casa. Mi madre nos sacó adelante gracias a tener dos trabajos casi toda su vida y volverse a vivir con sus padres. Hizo magia hasta cuando estaba en el paro, haciendo especial lo más normal. Nos sacaba a cenar una vez al mes fuera de casa. Compraba churros para merendar los sábados por la tarde. Y un puente nos metió en el coche y nos llevó a Alicante sin reserva de hotel. Es uno de los mejores recuerdos de mi infancia. Fue un viaje maravilloso», recuerda.

Muy dura la historia de la madre de Irune que cuidó de su marido enfermo mientras llevaba un bar en el que trabajaba de sol a sol y criaba a seis hijos, una de ellos con problemas mentales: «Cuando mi padre murió y se pudo jubilar, a los 72 años, empezó a disfrutar. Pero le duró poco, se jubiló en enero y en mayo le detectaron un cáncer que la mato año y medio más tarde después de una dura lucha».

Chelo nos habla de su madre, que se casó con un hombre que tenía un hijo con una discapacidad del 100% al que siempre trató y cuidó como si fuera propio y Natalia recuerda con cariño la historia de su madre: «Éramos cuatro hermanos, tres chicas y un chico. Mi hermano falleció con 19 años y trece años más tarde, cuando las hermanas estábamos todas independizadas acogió a niño senegalés de 3 años, los mismos que mi propio hijo. Vuelta al cole, a comprar libros, a limpiar mocos… pero mi madre tiene amor para dar y regalar».

© Cortesía de Inés Lizaga
  • Y muchas más…

La historia de Patricia, que años después de fallecer su madre hizo de celestina para su padre y hoy guarda una gran complicidad con su madrastra. La de María, madre soltera por elección que tuvo mellizos. La de Laura, que tiene un hijo de 11 años de su primer matrimonio y un bebé de un año de su segundo; su marido, argentino, tenía a su vez dos hijos casi adultos a los que pueden ver una vez al año por cuestiones de distancia y mientras tanto los añoran terriblemente. La de Carmen, que tuvo a su hija con Blanca, su mujer, gracias al método ROPA. La de la madre de Clara, que el año pasado dijo que el dinero que pensaran gastarse sus hijos para el Día de la Madre lo donaran a Save the Children.

Historias y vidas que celebramos hoy; porque el Día de la Madre no es una imagen acartonada y supuestamente perfecta; porque la misma realidad nos da madres maravillosas, no tenemos que inventarlas.

Con estas fotos contestaron unas cuantas madres cuando les preguntaron qué les sugería la palabra maternidad. Amor. Mucho amor.