¡Se nota, se siente, el verano está presente! ¡Qué felicidad! ¡Calorcito, terracitas, piscinitas, viajecitos…!

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JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. No.

Y UNA LECHE (llegados a este punto hemos querido ser bien habladas, está claro que la primera elección de improperio era otra).

Digáis lo que digáis, acaba de empezar el infierno. Para empezar, el infierno dialéctico porque, a ver, ¿por qué en verano todo se dice con diminutivos? ¿Qué pasa, que no tenemos suficiente con el sufrimiento que provoca el calor como para que vengas tú a parecer un niño de 7 años al que los verdaderos niños de 7 años mirarían pensando “eres ridícula, tía. Dios, dices todo el rato “piscinita”. PISCINITA. Ri-dí-cu-la”?

Sobrevivir al verano en la ciudad

 

Y en segundo lugar porque, por mucho que pensemos que el verano es maravilloso porque tenemos vacaciones, seamos realistas: son DOS semanas de vacaciones. Con mucha, mucha suerte, tres –y si eres becaria, querida, ni siquiera computas como “persona que tiene alguna posibilidad de ver el mar”-. Eso significa que tienes por delante dos meses y medio enteritos que vas a pasar entre las cuatro paredes de tu trabajo. Vas a salir a la calle a horas en las que el calor aprieta, te hace sudar like a river, y te ahoga haciéndote un nudo marinero en torno al cuello. Y te vas a pasar los findes a la sombra de tu casa, porque todos tus amigos estarán pegándose las vacaciones de su vida mientras tú, que te pasas vida y media dando el callo y currando como una desgraciada, haces esfuerzos bárbaros para irte una semana a Benidorm. Y bueno, todo esto si tienes la suerte de tener trabajo. Vamos, planazo, ¿eh? Seguro que ya no te parece tan maravilloso el “veranito”.

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Venga, reina, no te puedes venir abajo. En Grazia hemos venido a decirte que no estás sola, porque te habrás dado cuenta de que esta página no se mantiene por sí misma, hay alguien al otro lado de esta preciosísima web dándole a la tecla y, claro está, pasando un verano rico, rico en la ciudad. Pero ¡ah! nosotras estamos dispuestas a sacarle partido a la situación y te vamos a contar nuestros truquillos para pasar un verano en la ciudad sin (casi) morir en el intento:

Marilyn Monroe en la inacabada Something's Gotta Give (1962).
Marilyn Monroe en la inacabada ‘Something’s Gotta Give’ (1962).

1. Lleva siempre abanico
Diamonds are a girl’s best friend excepto en verano, que tu verdadero mejor amigo es un buen abanico que llevarás siempre en tu bolso. Como una señorona, claro que sí. Porque además, tiene que ser un abanico de los buenos. Nada de cutreríos publicitarios que están hechos de plástico que quema como los dejes tres segundos al sol. Además, es un 2×1, porque a la vez que te refrescas, te conviertes en una fiera contrincante de las folclóricas en su versión más Locomía, y amiga, eso en cualquier sarao’ es un punto a tu favor.

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2. Y agua
Porque, a falta de poder llevar tres barras de hielo encima, buena será una botella de agua fría. Eso sí, con que sea pequeña bastará. Sobre todo, porque guardada en el bolso y bajo un sol de justicia, empezará a hervir en 45 minutos, y eso no hay quien se lo beba. En todo caso, podrás utilizarla para echártela por la cabeza, pero claro, a ver quien llega con las greñas goteando al trabajo.

Sobrevivir a la ciudad en verano

 

3. Toma mucha fruta
¡Mucha fruta fresca! ¡Tómala y disfruta como te parezca! Vale, nos hemos venido arriba. Pero una de las cosas más buenas del verano son las frutas de temporada que le acompañan. Sandías, picotas, melocotones… No hay mejor momento para ponerse ciega de fruta (después de haberla dejado cinco minutos fuera de la nevera para que pierda ese frío que te atraviesa los dientes, pero que mantenga su capacidad refrescante).

4. Y helados
Con el calor que hace, te puedes poner morada sin remordimientos. Total, luego sales cinco minutos a la calle, y sudas como si hubieras hecho tres horas de gimnasio. No te cortes, que bastante castigo tienes con pasar el verano en la ciudad.

Sobrevivir a la ciudad en verano

 

5. Prepárate unos coctelazos antes de salir a la calle
Porque bajar borracha a la jungla ardiente de asfalto es muchísimo más divertido. Y así, lo más probable es que al día siguiente no te acuerdes del calor… (Nota mental: no tener en cuenta este punto a las 7.30 de la mañana, antes de ir a la oficina).

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6. Ponte el bikini y toma el sol en la terraza
Date bien de «cremita» solar, ponte un bikini viejuno –porque eres una chica inteligente que sabe que el sol se come que da gusto el color de la ropa- y despliega la toalla en la terraza (o en la azotea comunitaria, si es que la tienes). A fin de cuentas, mucha gente no te va a ver porque no queda ni dios (ni por las calles, ni por tu edificio). Y ya que estás pasando el verano en la ciudad, al menos que cojas algo de moreno que no sea provocado por los fluorescentes de la oficina.

Sobrevivir a la ciudad en verano

 

Eso sí, no seas burra, y ponte ratitos al sol y ratitos a la sombra, no vaya a ser que te de una insolación y a ver cómo le explicas a la gente por qué has acabado en el hospital. Y otra cosa, que no se te olvide nunca…

7. El spray rellenable de agua, a tu lado
Tomar el sol a 35º sin piscina o playa a la vista te va a provocar el mismo efecto que a la ropa recién tendida: que te vas a secar a la velocidad de la luz que llega a tu piel. Por tanto, utilízalo cada dos por tres para refrescarte y para engañarte a ti misma pensando que lo que te llega es la brisa marina y no el agua del grifo.

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8. Monta el “fiestorro del pringado veraniego”
Porque pringados veraniegos somos más de los que tú te creas o se dejan ver. Así que reúnelos en tu casa ahora que no queda un alma en el edificio y monta una fiesta de temática hawaiana con mucho alcohol, para así mitigar el horrible dolor por no estar en una playa verdadera.

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9. Lleva la merienda a tus amigos con piscina
Efectivamente, no eres un alma caritativa y amable. Tú lo que has ido es a gorronear de piscina. Pero chica, ante estas temperaturas, actitud de supervivencia. Y oye, bien que te van a agradecer esas dos cajas de helados y ese pack de seis cervecitas frías…

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Fotograma de ‘Somewhere’ (2010).

10. Disfruta de las piscinas públicas entre semana
Y es que puede que entre semana no haya nadie en la ciudad porque todo el mundo dice en su Facebook que está en la playa. Pero oye, es llegar el finde, y es como si todos hicieran un receso de sus idílicas vacaciones para volver a la piscina de barrio. Ni en sábado ni en domingo vas a disfrutar de un hueco libre de balonazos en la hierba, ni en la piscina vas a poder hacerte unos largos sin chocar con 12 señores parados en medio del vaso. Aprovecha la jornada intensiva, y disfruta de las tardes entre semana.

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11. Vete al pueblo y disfruta de sus encantos
Y con encantos nos estamos refiriendo a la hamaca y los manguerazos. ¡Verás tú como ya no te da tanta pereza ir a ver a tus tíos lejanos!

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