Por Marta del Valle / Juana del Pozo / Grazia.es

El calor debería dar el pistoletazo de salida al uso indiscriminado –y, por supuesto, libre de culpa– de filtros solares. No es que el resto del año no haya que usarlos, pero estos meses hay que extendérselos más y mejor. Aquí tienes las razones para cumplir esta máxima…

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  • Largos días de verano.

Durante la época estival hay más horas de sol y sus rayos resultan más dañinos. La temperatura delata que el sol incide durante más tiempo y de manera más directa. Y, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuanto más alto está en el cielo, mayor es el nivel de radiación UV: “Esta varía según la hora del día y la estación, alcanzando sus máximos niveles cuando el sol está en el punto de máxima elevación, que ocurre alrededor de mediodía en los meses de verano”. La latitud también importa: nos exponemos a más radiación cuanto más cerca estemos del ecuador porque el astro rey incide de manera más perpendicular en la Tierra.

 

  • ¡Viva el destape!

El calor hace que nos expongamos más. Más horas de luz suelen significar más horas al descubierto. En todos los sentidos. Nuestro carácter mediterráneo hace que nos lancemos a la calle en cuanto vemos un rayito y, en cuestión de piel, eso no es lo mejor. Tal como nos explica la OMS, gracias a nuestro clima, hay menos nubes que filtren la luz y, por tanto, la radiación (además, cuando aparecen solo la reducen un 10%, porcentaje que debemos tener en cuenta).

Más horas de sol quiere decir más horas en la calle (y más horas de exposición al sol). © Victoria's Secret
Más horas de sol quiere decir más horas en la calle (y más horas de exposición al sol). © Victoria’s Secret
  • Ningún destino se salva.

Viajar a destinos vacacionales de montaña huyendo del calor, tampoco ayuda: por cada 300 metros que subamos en altitud, los niveles de radiación UV se incrementan alrededor de un 4%. ¿Que el destino elegido busca congelar –literalmente– la radiación? Pues tampoco estamos a salvo, porque la nieve refleja hasta el 80% de las radiaciones causantes de las quemaduras.

Está claro, no hay que quitarse la crema ni bajo el agua. ¡Y tómate esto al pie de la letra! Ya sabemos que el mar es un espejo, pero quizá no sabías que incluso a medio metro por debajo de la superficie del agua la radiación es aún del 40%; la arena la refleja hasta un 15%; la espuma de mar, alrededor de un 25%, y la sombra (que no el estar a cubierto) solo la reduce un 50%. Además, en verano vamos más ligeros de ropa. No solo cuando nos tumbamos en la toalla… Según la American Cancer Society, las prendas que más piel cubren, con tejidos más tupidos y de colores más oscuros son las que más protegen. Y a estas alturas, está de más decir que tirantes, shorts y sandalias, de colores claros y tejidos ligeros son protagonistas de nuestros armarios veraniegos…

En España estamos por encima de la media mundial, pero seguimos suspendiendo en lo que a protección se refiere.
En España estamos por encima de la media mundial, pero seguimos suspendiendo en lo que a protección se refiere. Fuente: La Roche-Posay
  • Más difícil todavía.

Además, se lo ponemos más difícil a las cremas: los baños, el sudor, el roce de la ropa o la arena hacen que los filtros solares (a no ser que estén especialmente formuladas para ello) no duren lo que deberían en nuestra piel. Si pensabas que usando un waterproof o un water resistant (a prueba de agua), un sandproof (a prueba de arena) o sweatproof (resistente al sudor) estabas libre de peligro, puede que no sea así: no todos son términos oficialmente válidos (hay que leer la etiqueta con detenimiento) y que se declaren de larga duración no significa que permanezcan adheridos a la epidermis cuando te mojes. Por norma general, la mayoría de las cremas fotoprotectoras necesitan volver a ser aplicadas tras dos baños o entre 40 y 80 minutos de humedad, producida por el agua o el sudor.

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  • Estrenar suma puntos.

Hay que estrenar filtros específicos en cuanto arranca la temporada de verano: todos los fotoprotectores caducan a los seis meses de ser abiertos.

 

  • El solar perfecto.

“Debería evitar todos los efectos nocivos de la radiación ultravioleta en nuestra piel, resultar equiparable a la no exposición. Además, tendría que ser sencilla de aplicar o administrar, agradable en su uso, con una remanencia prolongada, resistente a la sudoración y agua y, por supuesto, biodegradable, no tóxica y respetuosa con el medioambiente”, afirma la doctora Susana Puig Sardá, coordinadora de Investigación de la Unidad de Melanoma del Hospital Clínic Barcelona.

La crema solar perfecta debería ser fácil de aplicar, resistente a la humedad y, por supuesto, biodegradable, hipoalergénica y respetuosa con el medioambiente.

© Emmerson
© Emmerson
  • Letra pequeña.

Ahora bien, ¿cómo se traduce todo esto en la etiqueta? Fíjate bien en que ponga “Amplio Espectro” (en inglés, Broad Spectrum) que, según la Food and Drug Administration de Estados Unidos, nos indica que protege contra todas las longitudes de onda de las radiaciones UVA y UVB. Otras siglas a tener en cuenta son SPF (mínimo de 6 y máximo de 50+): indican que la crema contiene filtros específicos contra los rayos UVB, los que provocan quemaduras en la epidermis, la capa más superficial de la piel. La mención UVA se refiere a la protección contra los rayos ultravioleta de tipo A, los más dañinos porque llegan hasta la dermis (la capa media de la piel) causando un deterioro severo a nivel celular e incluso, mutaciones del ADN.

Los productos que, además, indican propiedades antiage incluyen en su formulación elementos antioxidantes que combaten los radicales libres (culpables del envejecimiento prematuro de las células de la piel) producidos por los rayos infrarrojos IR, que penetran hasta la hipodermis (es decir, la capa más profunda de nuestra piel).
Y, por último, si un producto resalta que es resistente al agua, debería indicar también durante cuánto tiempo.

Protección frente al sol, pero también prevención. Y en esto último, los españoles suspendemos.
Protección frente al sol, pero también prevención. Y en esto último, los españoles suspendemos.