Moda
Con el final del verano, las oficinas de medio mundo vuelven a llenarse de trabajadores a los que les cuesta asumir una barbaridad que ya no tendrán vacaciones hasta Navidad y lloran desconsoladamente mientras tratan de recordar cuál es la contraseña de su ordenador al que abandonaron hace tres semanas por unos mojitos.

Pero todos sabemos que mientras unos están disfrutando de sus días de descanso tumbados a la bartola en la playa o viviendo unas semanitas de turismo rural, en la ciudad la vida sigue, y el trabajo se mantiene entre aquellos que esperan su turno para irse de viaje y esa clase social caracterizada por la juventud, la inexperiencia y unas ganas de comerse el mundo envidiables: los becarios.
Los becarios se pasan entre dos y tres meses sacando adelante una cantidad de trabajo considerable mientras viven situaciones desconocidas hasta el momento en que pusieron un pie en el mundo laboral. Y claro, al finalizar su beca, se llevan una palmadita en la espalda de sus jefes y, lo más importante, una buena tanda de lecciones aprendidas que todo exbecario reconocerá y que los futuros pringadillos tenéis que memorizar:

- Da igual lo que hayas aprendido en la universidad, porque aquí no te sirve de nada: la primera, en la frente. Tus notazas de empollón valen lo mismo que las notas de aprobado raspadito de tu compañero de la última fila, porque los dos estáis igual de perdidos frente al superprograma de diseño propio de tu empresa. Vamos, que no tenéis ni puñetera idea. Pues empezamos bien.

- Lo de servir cafés y hacer fotocopias es una realidad: alguien tiene que hacer el trabajo tostón, y eso es cosa del becario. El que parte y reparte se lleva la mejor parte, y tú has llegado el último, así que qué esperabas. Ah, por cierto ya que subes a la máquina, tráeme unas gominolitas. ¿Invítate a algo, no, becario?

- Vas a trabajar como un desgraciado: que en tu contrato ponga que solo puedes pasar por la oficina cinco horas al día no significa nada, y vas a ser consciente de ello desde el minuto uno. Hazte amigo de la cafeína cuanto antes, te vendrá bien.
- Los cotilleos son la sal de la vida empresarial: está feo decirlo, pero un buen cotilleo te aumenta un 83% las ganas de trabajar (mentira). Y enterarte de cotilleos significa que ya empiezas a ser uno más en la ofi (mentira también). Por cierto, ¿te has enterado de quién se lio la semana pasada con el de recursos humanos?

- Tendrás superiores que se escaquearán: y a ti te tocará hacer el trabajo que ellos no hacen, aunque nadie dirá que fuiste tú, porque ya se encargan ellos de disimular. Y considérate afortunado si no te endosan un marronazo. Al día.
- Y otros pasarán tiempo contigo para que aprendas lo que necesites: que sí, que no te desanimes, que siempre tendrás a alguien ahí para enseñarte y poder convertiros en el equipo perfecto que lo hace todo bien.

- Vas a cagarla más de una vez: y probablemente lo hagas de manera estrepitosa. No va a haber suficientes almacenes en los que busques cobijo hasta que pase la tormenta. Pero no te preocupes, que la semana pasada fue tu superior el que metió la pataza. Si es que, al final, todos tenemos nuestros cañadones. Y no se acaba el mundo.

- Pero también tendrás tus momentos estelares: claro, chati, porque llegará un momento en el que manejarás el cotarro decentemente. O también será que tienes una flor en el culete, como vulgarmente se dice. Sea como sea, tú disfruta de los halagos (aunque solo sea hoy).

- Conocerás a gente a la que cogerás cariño en muy poco tiempo: el roce… ya conoces el dicho, para qué te vamos a contar más.

- Habrá otros a los que no querrás volver a ver en la vida: imbéciles hay en todas partes. Y aunque no tengas explicación, habrá quien te trate mal sin venir a cuento, o quien te intente putear, o quien no tenga escrúpulos para pasar por encima tuyo. Aguanta, que ser becario no te va a servir de excusa para defender ese tortazo que el cuerpo te pide darle.

- E incluso habrá algunos a los que, cuando te los vuelvas a encontrar, harán como que no te conocen: lo que parecía una amistad idílica en la empresa A será un: «¿Pero tú y yo nos hemos visto alguna vez?», en la empresa B. Sobre todo si ese antiguo amigo ahora tiene un puesto un poquito más alto que el tuyo.

- Los jefazos no te harán ni puñetero caso: no saben ni tu nombre, ni tu función en la empresa, ni las formas de tu cara bonita. Pero vamos, que hay muchos que ni conocen a sus trabajadores de hace años, así que no te sientas personalmente insultado.
- Pensarás que no sirves para ese trabajo: la carga de trabajo, la tensión, los errores, las broncas… Habrá momentos (muchos) en los que tocarás fondo y dudarás de tus capacidades. «¿Y si me he equivocado de trabajo? ¿Y si no sirvo?», que no cunda el pánico, todo el mundo pasa por ello. Respira hondo y date unos días.

- Pero descubrirás más tarde que sí estás capacitado para ello: es lógico que dudes de ti. Pero a medida que aprendes y te adaptas, ves que rompes barreras y cada vez vas haciendo mejor las cosas. Y si de verdad ese trabajo te gusta, te irás sintiendo cada vez más cómodo. Eso sí, tampoco te vengas muy arriba, que ya hay suficientes egocéntricos para que llegues tú y te sumes al carro de los inaguantables.

- Las fiestas de becarios pueden ser épicas: para el recuerdo quedará aquel inmenso borracherón a base de licor de plátano que trajo el becario de Canarias, o la noche en que acabasteis cantando a grito pelado con tu jefe de sección en el karaoke más cutre de la ciudad, o aquellas cañitas después del trabajo que se convirtieron en churros con chocolate a las 8 de la mañana. Para el recuerdo también serán las fotos que rularán de móvil en móvil.
Y no, no deberías haber pedido ese “chupito erótico”.

- E incluso puede que te ligues a alguno: puedes encontrar al amor de tu vida, o un rollete de fiestas becarias, o un arrepentimiento permanente cada día que entres por la puerta y te lo encuentres frente a frente. ¡Que gire la ruleta del amor!

- Las posibilidades de que te quedes en el trabajo son ínfimas: a ver, dudamos que no conocieras este dato, porque es el mal del siglo XXI al que se enfrentan los becarios con más miedo que a la peste negra. Eso no significa que, como no te van a coger, no te lo cures como si no te fuera la vida en ello. No seas estorbo.

- Pero siempre hay un resquicio para el milagro: es complicado encontrar casos, pero los hay. Y te puede tocar a ti, así que no pierdas la esperanza
no, ahora en serio, es más posible que encuentres un unicornio encerrado en el cuarto de contadores.

- Aunque puede que el puesto se lo lleve tu amigo becario: y te alegras, claro, es tu compi. Pero por dentro tienes ligeros pinchazos de envidia porque no te hayan elegido a ti. Aunque claro, puede ser peor, ya que le pueden dar el trabajo a…

- Tu enemigo becario: el tío que peor te caía de tu hornada de becarios se lleva el gato al agua, mientras que dentro de tu cuerpo hay una hoguera donde arden a toda mecha la furia y el horror. Y nadie consigue explicarse cómo lo ha conseguido, pero te vamos a dar una pista: «Todos los tontos tienen suerte».

- Y es que el mundo laboral no es justo: que no es que te queramos hundir en la miseria (dios nos libre, nosotras también hemos sido becarias precarias). Pero pronto descubrirás que, en ocasiones, el esfuerzo y el trabajo constante pueden no ser suficientes para conseguir el trabajo soñado. Por otro lado, aprenderás que hay gente que tiene un don especial para despachear y camelarse a los que deciden quién se lleva el premio. Ese don que precisamente a ti te hace más falta que el agua un 15 de agosto a 42 grados al sol. Y encima tendrás que tragar con la horrible realidad de que hayan contratado a alguien en cuyo currículum debería poner en letras grandes “escaqueador profesional y tocahuevos de manual”. Sí, el mundo laboral puede llegar a ser una m****a.

- Pase lo que pase, puedes con todo y más: que el mundo laboral sea un desastre no significa que tú no estés hecho para capear todos los temporales que se te pongan por delante. Si lo vales, lo vales. Y si no, ya encontrarás tu verdadera vocación. Pero sea como y donde sea, saldrás adelante. Y llegará un día en que, por fin, dejarás de ser becario y pasarás a ser un trabajador de pleno derecho, con completa capacidad para aportar opiniones como el jefazo de más alto nivel.

Paciencia y trabajo duro.
Lección extra número 1: el café de máquina NO sienta bien. Nunca.

Lección extra número 2: en todos los trabajos hay un baño para… “aguas mayores”. El que esté más alejado y/o tenga ventana. Aunque eso ya lo sabes.
