La presentación de la colección de alta costura de Thom Browne para 2024 comenzó con una invitación especial: un abrigo atelier confeccionado en muselina natural, con el logo de la marca bordado en la espalda y los nombres de los asistentes escritos en cursiva en el bolsillo delantero izquierdo.

Este detalle singular no solo reflejó la devoción que Browne inspira en sus seguidores, sino que también sirvió como preludio al enfoque meticuloso y detallado de la colección, a pesar del calor abrasador de la tarde de junio.

La muselina, una tela de algodón sencilla y suave, fue el hilo conductor de la colección. Esta elección resultó sorprendente, considerando la reputación de Browne como un perfeccionista que rara vez revela el proceso detrás de sus impecables diseños.

Durante una vista previa previa al desfile, Browne admitió haber tenido reservas sobre esta decisión, diciendo: “Nos preguntamos: ‘¿Estamos seguros de que estamos haciendo esto?’ Nos encanta terminar las cosas y perfeccionarlas”.

No fue sorprendente, entonces, que las 48 piezas presentadas fueran un testimonio de la meticulosidad y el compromiso con la excelencia que caracteriza a Browne.

Desde las puntadas hilvanadas a mano entre dos capas de crin de caballo en la solapa de una chaqueta, hasta los 11,000 horas y el esfuerzo de 42 artesanos necesarios para lograr los adornos dorados y abigarrados de una chaqueta ajustada con botones delanteros y una falda lápiz, cada detalle fue cuidadosamente ejecutado.

Browne empleó seis tipos distintos de muselina, seleccionando el adecuado para cada técnica específica: muselina ligera para tiras deshilachadas tejidas en tweed o apiladas en capas milhojas en un abrigo, y muselina más pesada para la sastrería deconstruida y ampliada. Incluso el hilo utilizado en un cárdigan de punto calado estaba hecho de muselina envuelta alrededor de alambre.

En la mitad del desfile, las modelos se detuvieron y posaron para la cámara de la casa, luciendo máscaras de muestra bordadas y trajes de color blanco tiza que combinaban a la perfección con las paredes de piedra caliza del Musée des Arts Décoratifs. El “pelo” de las modelos estaba esculpido para parecerse a los rizos de estatuas antiguas.

Con las Olimpíadas en el horizonte, la colección incorporó un toque deportivo, visible en los bordados de lingotes de oro en las chaquetas curvas y en un vestido tipo corpiño que mostraba el sistema muscular con cuentas rojas en un lado y muselina plisada en el otro. La culminación del evento fue un trío de chaquetas completamente bordadas en bronce, plata y oro.

La colección de Browne invitó a reflexionar sobre las similitudes entre los atletas de élite y los detalles minuciosos de la alta costura. El objetivo de Browne era resaltar “la belleza de la mano, más que de una máquina”, un mensaje especialmente relevante en la era emergente de la inteligencia artificial.

Esta colección no solo subrayó la artesanía y el detalle en la moda, sino que también reiteró la importancia de la habilidad humana en un mundo cada vez más automatizado.

*IMAGEN: Thom Browne