Moda
Dior muestra que el surrealismo de la mano de Rodin se convierte en un principio importante para empoderar a la mujer actual. Así fue la colección SS18 de alta costura de la maison.
Volamos hasta París para celebrar la presentación de la colección haute couture SS18 de Dior. El lugar no pudo ser mejor: el hiperrealismo de las esculturas de uno de los grandes de todos los tiempos, Augusto Rodin, contrastaban con el espacio surrealista creado exclusivamente para la pasarela de Maria Grazia Chiuri, que nos recibía con una pared y piso en blanco y negro —emulando un tablero de ajedrez— algunos espejos estratégicamente colocados y un mini-laberinto, antesala del gran salón. Cortinas blancas rodeaban el lugar mientras que el techo fue cubierto por un enorme espejo viejo de donde torsos, manos, ojos, jaulas —todos en blanco— flotaban durante los segundos de oscuridad que invadió el salón antes de que comenzara el desfile; se sintió tal cual como si estuviéramos dentro de una pintura surrealista.
La colección que presentó la diseñadora fue una llena de blancos, crudos y negros, salpicada de sorpresas e ilusión en otros colores como el rojo o los beige tierra. Jamás dejó a un lado la feminidad ni aunque fuera un smoking, pues la riqueza de los materiales y los detalles, cuidados al extremo, hacen de cada prenda una verdadera obra de arte aterrizada en el surrealismo.
Vimos desfilar materiales ultra femeninos como el tul y la seda que continuaron vitoreando las transparencia de otras temporadas. El smoking se presentó en su clásica forma o en vaporosos vestidos con la espalda descubierta, solo adornada con cintas que parecían simular una percha. Mesh y redes se entrelazaron con terciopelos, faldas y corsets estructurado como jaulas, donde los surrealistas esperaban sus más alocadas ideas con toneladas de feminidad y sensualidad.
Esta colección retrata el misterio y el poder espiritual de la mujer actual en vestidos y prendas 3D que en algunos casos toman inspiración de los archivos de la maison para mostrar que la figura femenina de Maria Grazia abraza el pasado, presente y futuro, con absoluta libertad.