El trending topic en los últimos seis meses ha sido el coronavirus. Esta proteína inventada por humanos o transmitida por murciélagos atacó sin piedad a la humanidad. Muchas son las teorías que se han manejado sobre el origen del virus, pero en la práctica solo hay una certeza: el daño que ha causado en todo el mundo. Algunos países van de salida, a otros les espera lo peor, en Grazia México y Latinoamérica queremos honrar a quienes desde el frente de batalla se atrincheran todos los días y se juegan la vida y la de sus familias por un juramento y una vocación: salvar vidas. Aquí los testimonios del día a día de algunas de estas valientes mujeres que trabajan en el Centro Médico ABC.

Viridiana Sánchez Gasca es licenciada en enfermería y ha trabajado en el Centro Médico ABC desde hace 6 años. Su día empieza tal vez como el de muchos con un desayuno ligero para después presentarse a trabajar. Solo que esta vez, en cuanto llega al hospital le toman la temperatura. Inmediatamente se dirige a un lugar especial asignado para ponerse el equipo de protección personal y de ahí subir a terapia intensiva que es donde están los pacientes más graves de COVID-19. El ABC ha concentrado en el campus de Observatorio a todos los positivos. “Esta es el área más retadora en cuanto a la atención a dichos pacientes”, explica Viridiana. “Todo ha cambiado drásticamente desde que comenzó la epidemia, partiendo del acondicionamiento de los accesos al campus, hasta las mismas áreas físicas de trabajo, la manera de entrar y salir de dichas zonas es completamente diferente a nuestra vida anterior. Lo que más extraño de mis días antes del COVID-19 es salir de mi trabajo sin miedo de contagiar a alguien de mi familia, incluso la libertad que teníamos de ir al parque o al bosque a respirar un poco de aire fresco, y mi lugar de trabajo tal como era antes”. En cuanto llega a casa lo primero que hace es quitarse los zapatos, sanitizarlos desde la entrada con cloro, quitarse su uniforme, separarlo del resto de la ropa, lavarlo y darse un baño nuevamente —¿mencionamos que toma un baño al salir del hospital? Hablamos de al menos 3 duchas diarias. Su reto más fuerte ha sido tener que mantener distancia con su hijo asmático pues aun no se sabe, nos comenta, si llegara a contagiarse cómo se comportaría el virus en niños con este padecimiento “no abrazarlo, besarlo, ni tocarlo me mantiene emocionalmente frágil”.

Pero esto no cambia la actitud de Viridiana, —ni la del resto del cuerpo de enfermeras— ni impide que anime a sus pacientes, nos cuenta que al estar a punto de intubar a una paciente que empezó a llorar, le tomó su mano y le dijo que todo iba a estar bien, “me recordó que son seres humanos que están pasando quizá el momento más difícil de su vida y hay que mostrar fuerza y empatía con ellos”. A pesar de lo difícil que pueden ser sus días, en una ocasión al salir del hospital un señor la felicitó por su labor “me hizo llorar de la emoción, ya que nunca esperé que nuestra lucha fuera reconocida”.

Lleva apenas un año y medio colaborando en el Centro Médico ABC, Nancy Hernández Sánchez es médico adscrito al servicio de Urgencias. Su rutina de higiene cambia todos los días, tal vez un poco más que la de cualquiera ya que tiene que cargar con pijamas extra, tenis extra, un kit de productos desinfectantes con toallitas desinfectantes, alcohol en gel y cubre bocas. Como todos Nancy extraña la libertad de poder convivir de abrazar, besar “y hasta de poder sentarme en la misma mesa con mi familia, amigos y novio sin tener el miedo constante de poderlos contagiar”. Esto último, el miedo de estar en contacto directo con el virus, es la gran diferencia entre la mayoría de nosotros que llevamos encerrados ya más de un mes, porque Nancy es médico y ese ha sido su mayor reto personal. Jamás imaginó que le tocaría vivir una pandemia “sabía de las pandemias por lo que había estudiado en la escuela, lo que había leído, pero nunca pasó por mi cabeza que me tocaría enfrentarme de primera línea a una pandemia, ni lo que eso significaba”, y como Nancy estoy segura que ninguno de nosotros nos imaginamos vivir una situación como esta. Lo primero que hace llegando al hospital es: “voy directo a lavarme las manos, limpiar mis cosas, lavarme las manos, cambiarme de pijama quirúrgica por una pijama hospitalaria, volverme a lavar las manos y limpiar mi área de trabajo y volverme a lavar las manos, y una vez terminada la rutina ya empezar a trabajar”. Para Nancy el mayor reto profesional ha sido “decirle a los familiares de los pacientes que no pueden estar con ellos en esos momentos, sabiendo que tal vez la última ocasión que estuvieron juntos fue antes de entrar al hospital”. Su mayor satisfacción es ver a un paciente recuperado pues aunque salga con cubre bocas “es en sus ojos donde se refleja la alegría de poder reunirse nuevamente con sus familias”.

Ser técnico molecular siempre ha sido importante, pero es poco conocido y reconocido. María de los Ángeles Ibarra Meneses inició su carrera profesional en el ABC donde lleva cuatro años trabajando en el Laboratorio de Biología Molecular. Hoy se encarga del análisis de las muestras que le envían para detectar coronavirus. La tranquilidad de recorrer el hospital sin riesgo es lo que más extraña, pues como en todas las áreas del ABC, las medidas de higiene y seguridad han cambiado drásticamente. Sin duda uno de los retos profesionales a los que se ha enfrentado a raíz de la pandemia es “trabajar con un virus totalmente nuevo, así como el manejo de las muestras de manera diferente a lo habitual”. Personalmente su reto se ha convertido en cuidar de su familia, por la naturaleza de su trabajo, y tomar las medidas sanitarias pertinentes cuando llega del hospital. Justamente pasar menos tiempo en casa con su familia ha sido el momento más difícil para ella durante esta pandemia.

La rutina ha cambiado, las prioridades siguen siendo la seguridad del paciente, de los colaboradores. Hoy estamos realizando todo un trabajo en la reconversión hospitalaria. Hoy la vida ha cambiado” — Roxana Trejo González, jefe de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica Hospitalaria.

Repartir buena energía y alegría es parte de la labor que Elen Rodríguez Valdez, quien trabaja en intendencia en el área de urgencias, se ha propuesto. “Transmitirles eso a los pacientes, que se sientan a gusto entre tanta tristeza y desesperación por estar solos. En mi trabajo lo único que ha cambiado es que la atención y la limpieza, deben hacerse con más dedicación”. Elen llega a trabajar con una mentalidad ganadora, a dar lo mejor a pesar del cansancio, mantener todo limpio la llena de satisfacción: “tengo que concentrarme en mi trabajo porque un descuido puede afectar a muchas personas”. Al igual que los demás, en cuanto llega a casa toma un baño y es en la tranquilidad familiar donde recarga energía para estar lista para un nuevo día, aunque eso signifique seguir altas medidas sanitarias para evitar contagiar a los suyos, como no ver a sus hijas. De ahí la importancia de seguir todo al pie de la letra y de su trabajo, que al ser la base de la pirámide, es el que debe tener mayor atención. 

El mayor reto personal que he tenido que enfrentar es lidiar con el constante miedo de poder ser yo la causante de contagiar a mis seres queridos por el simple hecho de haber escogido ser médico” — Nancy Hernández Sánchez, Médico Adscrito Urgencias.

Una de las personas clave para el Centro Médico ABC en el manejo de la pandemia es una mujer y es la doctora Roxana Trejo González, jefe de la Unidad de Vigilancia Epidemiológica Hospitalaria. Para ella el reto ha sido organizar todos los brazos del hospital, habla de una “reconversión hospitalaria que implica unificar criterios, delegar actividades, darle seguimiento a todos los procesos”. En cuanto llega al hospital revisa el cierre de hospitalizados, los por menores en el uso de EPP (Equipo de Protección Personal), le da seguimiento a pacientes y a colaboradores. A pesar de que apenas hace unos meses Roxana perdió a su marido, no baja la guardia y su liderazgo hoy tiene dos frentes: el hospital y su casa. Enfrentarse a una pandemia lo considera tanto su labor como su pasión, tal vez tenga que ver con esa fortaleza femenina donde en sus propias palabras “las mujeres tenemos fuerza para dar y dar y dar…” Entregar el cien por ciento en ambos lados sin duda ha sido una labor titánica para ella, para su familia y para su equipo de tan solo siete personas. Es impresionante notar en todas ellas la pasión por su vocación por atender al enfermo, por cuidarlo, por organizar a un equipo, por mantener impecables las instalaciones y lugares de trabajo. Sobre todo está el orgullo que sienten por pertenecer a una institución de primer nivel como es el Centro Médico ABC, pionera en tantas cosas, no solamente es el primer hospital privado de México (1886), el primer grupo de damas voluntarias (Pink Ladies 1953), que tiene altísimos estándares de calidad profesional y humana. Cada una de ellas es una profesional capaz de trabajar en equipo, porque sin la unión simplemente no hay avance, ni fuerza. Como mujeres esperan que su desempeño en esta pandemia demuestre su capacidad ante todos, no solo la de resolver problemas, sino la de conectar con todos aquellos que al enfermarse se sienten vulnerables, solos. El apoyo del Centro Médico ABC y la calidad de su personal nos inspiran y estamos seguros que hay muchas otras instituciones donde es la pasión de su personal, y de que las cosas se pueden hacer bien pese a los obstáculos adicionales al virus, de que saldremos adelante y victoriosos de esta guerra… donde cada paciente curado es una victoria y los abrazos se están volviendo oro molido. ¡Aplausos para estas mujeres —y para todas las que trabajan en el sector salud— hombro con hombro con todos los hombres, todos ellos en equipo son los verdaderos guerreros de esta batalla!

 

Artículo publicado originalmente en Grazia Mayo.

*FOTOGRAFÍA: Santiago Ruiseñor/EDITORA DE MODA: Annie Lask/MAQUILLAJE: Gustavo Bortolotti