En esta entrevista exclusiva, tenemos el privilegio de conversar con Ana Lorena Pérez, directora de la nueva adaptación de Como agua para chocolate para HBO, y con Amanda Cárcamo, la talentosa diseñadora de vestuario que ha dado vida a los personajes de esta emblemática historia.

Basada en la icónica novela de Laura Esquivel, la serie lleva al espectador a la Revolución Mexicana, donde los lazos familiares, el amor imposible y la magia de la cocina se entrelazan en una trama profundamente emocional. Esta adaptación busca conectar con las audiencias contemporáneas, manteniendo la esencia de la obra original mientras se reinterpreta para los tiempos actuales.

A lo largo de esta serie, los personajes y sus sentimientos cobran vida no solo a través de la narrativa, sino también mediante el diseño de vestuario, que juega un papel fundamental en la representación de los contrastes sociales y emocionales de la época.

Ana Lorena Pérez, al mando de la dirección, ha creado un universo visualmente impactante, mientras que Amanda Cárcamo, con su meticuloso trabajo en vestuario, ha logrado reflejar la atmósfera histórica y emocional de la Revolución Mexicana.

Hemos tenido la oportunidad de hablar muy de cerca con ambas, quienes nos comparten sus experiencias, el proceso creativo y su visión detrás de esta esperada adaptación.

Ana Lorena Pérez:
Desde 2024, tanto la película como el libro celebran 30 años desde que fueron creados, y estamos hablando de lo que sucede después. Nos adentramos a un contexto de hace más de 100 años. La perspectiva que tenemos hoy es distinta porque somos una sociedad diferente. Estamos observando comportamientos, circunstancias y emociones de otra época que, increíblemente, resuenan con nuestra actualidad. Es aterrador darnos cuenta de que no hemos cambiado en muchos aspectos, y en otros, resulta inquietante ver cuánto aún nos falta avanzar.

El contexto de estas mujeres, el universo social de la Revolución Mexicana, lo que ocurre dentro de las casas, las relaciones humanas y las posibilidades que tenían, se examina desde nuestra mirada contemporánea. Es una reflexión de lo que significa ser mujer en 2024 y lo que la sociedad nos plantea hoy. Estas historias nos regresan a explorar nuestras raíces, a cuestionarnos de dónde venimos, qué vivieron nuestras madres y abuelas, y cómo se construyeron esos lugares simbólicos en las relaciones familiares y en la cocina.

Entrevistadora:
Sin duda, esa perspectiva nos invita a reflexionar profundamente. Hablando de este salto entre el pasado y el presente, ¿cómo contribuye el diseño de vestuario para reflejar esta época?

Amanda Cárcamo:
El diseño de vestuario es fundamental para mostrar los contrastes de la época. Por ejemplo, los materiales y texturas revelan quién trabaja en la cocina y quién en el campo. Detalles como el desgaste en los huaraches o cómo la ropa se quema con el sol son importantes para definir roles. Además, las mujeres en este contexto aislado no vestían minifaldas.

Esto lo discutimos mucho al inicio del proyecto. En aquella época, la ropa era un recurso limitado; las prendas eran hechas a mano, bordadas, y pasaban de generación en generación. Por ejemplo, el mandil de Nacha muestra ese paso del tiempo y el esfuerzo por hacer que todo durara. Estas piezas cuentan historias: reflejan el trabajo, la precariedad y también las tradiciones familiares, como las sábanas bordadas que se guardaban para el matrimonio.

Entrevistadora:
Qué interesante, porque el vestuario no solo narra la historia, sino que también conecta con la realidad de las mujeres en esa época. Ahora, ¿cómo influye el contexto histórico de la Revolución Mexicana en esta versión y qué relevancia tiene para las problemáticas actuales?

Ana Lorena Pérez:
En la serie, exploramos la Revolución Mexicana con mayor profundidad para darle un contexto accesible a audiencias más amplias, incluidas aquellas en lugares tan lejanos como Turquía. Fue crucial mostrar cómo la revolución impactó la economía, la vida cotidiana y los espacios íntimos.

Por ejemplo, en el diseño de producción de Antonio Muñoz Hierro y el vestuario de Amanda, vemos una progresión conforme avanza la revolución. Los cambios son evidentes en los escenarios y en la ropa. No es lo mismo el baile del capítulo uno, lleno de opulencia, que las escenas posteriores, donde vemos a los personajes lidiar con el trabajo duro y las limitaciones económicas. Incluso pequeños detalles, como desabrochar un botón, cuentan una historia.

Entrevistadora:
En el libro y la serie, hay un momento icónico relacionado con los pétalos de rosa y la preparación del platillo. ¿Fue intencional el detalle de incluir elementos rojos en el vestuario de la actriz durante esa escena?

Amanda Cárcamo:
¡Definitivamente! Las prendas tienen una carga emocional muy fuerte. Aunque estamos creando una ficción, nos esforzamos por transmitir sentimientos auténticos que conecten con la audiencia actual. Como mencionó Ana Lorena Pérez, estamos contando esta historia desde el presente, pero respetando la esencia del pasado.

En este caso, los detalles del vestuario no solo evocan la estética de la época, sino también las emociones de las mujeres. Aunque intentamos ser fieles históricamente, también tuvimos que reinterpretar los personajes para que resonaran con las generaciones de hoy. Este diálogo entre lo histórico y lo contemporáneo permite múltiples lecturas, algo que considero uno de los aprendizajes más importantes del proyecto.

Entrevistadora:
Es fascinante cómo lograron ese equilibrio. Para concluir, ¿qué esperan que las nuevas generaciones reflexionen al ver esta adaptación?

Ana Lorena Pérez:
Personalmente, espero que esta serie genere conversación. Que volvamos a sentarnos alrededor de la mesa, ya sea con una buena comida o un desayuno, para hablar de los temas que plantea. Estamos en un momento donde las conversaciones son más necesarias que nunca.

Queremos que este relato invite a reflexionar sobre el amor, el deber ser frente al ser, y los roles sociales. Si logramos que el público se cuestione y dialogue, habrá valido la pena.

Entrevistadora:
Gracias a ambas por compartir este fascinante proceso y la pasión detrás de esta adaptación. Sin duda, es un proyecto que resonará con muchas generaciones.