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En una ceremonia cargada de emoción y significado, Roland Garros rindió homenaje al tenista más grande de su historia: Rafael Nadal. El legendario jugador español recibió un reconocimiento sin precedentes en la pista Philippe Chatrier, donde escribió algunas de las páginas más gloriosas del tenis contemporáneo.
Fue allí, frente a una multitud emocionada, donde se descubrió una placa con su nombre, la huella de su zapatilla y una representación de la icónica Copa de Mosqueteros con el número 14, aludiendo a sus inigualables catorce títulos en el torneo.

La presencia de figuras emblemáticas como Roger Federer, Novak Djokovic y Andy Murray, los otros miembros del histórico “Big Four”, dotó al momento de un simbolismo especial. En las gradas, jóvenes estrellas como Carlos Alcaraz e Iga Swiatek atestiguaron este momento histórico, como representantes del presente y el futuro del deporte que Nadal ayudó a engrandecer.
La ceremonia fue conducida por el presidente de la Federación Francesa de Tenis, Gilles Moretton, y la directora del torneo, Amélie Mauresmo. Ambos entregaron a Nadal un trofeo de cristal con la inscripción “Leyenda”, acompañado de una línea del tiempo que enumeraba cada una de sus victorias en el Grand Slam parisino.

Sin embargo, fue el momento final el que selló su inmortalidad en Roland Garros. Invitado por la voz oficial del torneo, Marc Maury, Nadal se acercó al lateral de la pista central.
Allí, Moretton retiró cuidadosamente un cepillo que cubría la placa permanente instalada sobre el suelo de tierra batida: una muestra sencilla pero poderosa que simboliza el legado imborrable del mallorquín.

Visiblemente emocionado, Rafael Nadal repitió con humildad y voz quebrada: “Muchas gracias, muchas gracias, muchas gracias”. Una frase que, aunque breve, encapsuló el agradecimiento y la conexión profunda entre el jugador y el torneo que definió su carrera.
Este homenaje no solo consagra a Nadal como una leyenda del deporte, sino que lo integra para siempre en el alma de Roland Garros. Allí, donde su huella ya no es solo de arcilla, sino de historia viva.
*IMAGEN: Instagram