Seán McGirr, en su segunda colección para Alexander McQueen, enfrenta las críticas con audacia y un claro sentido de identidad. Tras un debut difícil, marcado por el escepticismo y la sombra de Sarah Burton, McGirr ha optado por reafirmarse con una propuesta que fusiona tradición y modernidad.

La colección Primavera-Verano 2025 abre con un traje sastre impecablemente cortado, cuyos solapas se pliegan sobre el pecho como si el modelo buscara resguardarse de una tormenta repentina. Esta imagen, a la vez urbana y simbólica, refleja la postura defensiva y desafiante de el diseñador frente a sus críticos.

Uno de los puntos fuertes de la colección es el uso exquisito de textiles. El director creativo juega con sedas y organza, desgastadas y deshilachadas de manera intencionada, creando una sensación de ropa que parece estar en proceso de transformación.

El encaje de telaraña, elaborado a mano y combinado con seda fina, transmite una fragilidad calculada, como si las prendas estuvieran al borde de descomponerse, pero sostenidas por la meticulosa artesanía. Esta dualidad entre lo destructivo y lo estructurado define el espíritu de la colección.

Además, los trajes de sastrería presentan una torsión en sus formas, con hombros elevados y ajustados que evocan una postura de alerta, casi defensiva, en un guiño a la naturaleza implacable de la vida urbana. La sastrería clásica se reinventa con detalles inesperados, subvirtiendo las normas tradicionales con un enfoque moderno.

La paleta de colores utilizada por McGirr es, en su mayoría, monocromática: tonos de marfil, gris plateado y negro profundo dominan la colección.

Sin embargo, aparecen destellos inesperados de amarillo brillante y naranja crepuscular, que rompen con la sobriedad del resto de las piezas y añaden una capa de energía. Estos toques de color evocan la luz al final de una tormenta, un símbolo de esperanza y renovación.

Los detalles bordados en plata y las cadenas a mano que trazan las siluetas del cuerpo aportan un elemento de sofisticación a las prendas, anclando su ligereza etérea.

Las organzas se arrastran en largos hilos, creando una sensación de movimiento continuo, mientras que las prendas se ven reforzadas por toques metálicos que aportan fuerza visual y peso a los diseños.

La colección Primavera-Verano 2025 de Alexander McQueen, bajo la dirección de Seán McGirr, es un claro ejemplo de resiliencia creativa.

Con un enfoque vanguardista en texturas, siluetas y una paleta cromática atrevida, McGirr confirma que está listo para dejar su huella en la icónica casa de moda.

*IMAGEN: Alexander McQueen