Moda
Marc Jacobs volvió a conquistar la escena neoyorquina con su colección otoño 2025, presentada en la solemne Biblioteca Pública de Nueva York. Bajo el nombre “Beauty”, solo 19 looks bastaron para transformar el silencio de los libros en una ópera visual de proporciones grandiosas y sensibilidad delicada.
El hilo conductor de la propuesta fueron las siluetas con gran volumen: hombros desmesurados, faldas globo, capas que parecían envolver a las modelos como una extensión teatral del cuerpo.
Cada pieza parecía tallada en aire y tela, jugando con la escala como gesto estético.
La paleta de colores, sutil y contenida, navegó entre negros intensos, rosas empolvados y cafés suaves. Esta elección cromática añadió una dimensión nostálgica y etérea al conjunto, reforzando la tensión entre la monumentalidad de las formas y la suavidad de su apariencia.
Jacobs eligió textiles estructurados pero nobles: satén, encaje, paños gruesos y tafetanes que dieron cuerpo y peso a cada look sin restarle movimiento. Los cuellos voluminosos altos, envolventes, casi como armaduras suaves reforzaron la sensación de dramatismo silencioso, aportando sofisticación sin rigidez.
Uno de los detalles más memorables fueron los moños de gran tamaño, utilizados exclusivamente como accesorios en el cabello. Colocados de forma llamativa, pero con una gracia casi infantil, funcionaron como una firma poética de la colección.
En contraste con la contundencia de las prendas, estos adornos aportaron un guiño lúdico, elevando el estilismo sin caer en la literalidad.
Cada modelo parecía una figura sacada de un cuento oscuro, elevada por la combinación de forma, textura y gesto. La teatralidad del conjunto no se sintió forzada, sino emocional. Jacobs creó un desfile íntimo pero poderoso, donde cada silueta hablaba por sí sola, sin necesidad de ornamento innecesario ni narrativas impostadas.
En tiempos donde la moda tiende a lo funcional y lo fugaz, Jacobs reafirma su visión de la pasarela como un escenario de ideas, no de concesiones.
Sus modelos no caminaban: flotaban entre columnas y sombras, como figuras atrapadas entre el pasado victoriano y una visión futurista de la feminidad. El estilismo, cuidadosamente ejecutado, prescindía de maquillaje estridente, dejando que la luz y los volúmenes hicieran el trabajo emocional.
Este regreso no fue simplemente una colección más, sino una afirmación estética: la moda no necesita gritar para conmover, pero sí atreverse a mirar hacia dentro.
Marc Jacobs, con solo 19 salidas, logró ofrecer un manifiesto visual que habla de identidad, memoria y belleza sin condiciones. La Biblioteca Pública, símbolo de historia y conocimiento, fue el lugar perfecto para recordarnos que el estilo, cuando está bien escrito, se convierte también en patrimonio.
*IMAGEN: Google Images
