¡Habemus Papam! El humo blanco emergió de la Capilla Sixtina y las campanas de la Basílica de San Pedro repicaron para anunciar al nuevo pontífice de la Iglesia Católica.
El cardenal estadounidense Robert Francis Prevost ha sido elegido como sucesor del papa Francisco y ha tomado el nombre de León XIV para su pontificado. La elección fue anunciada formalmente desde el balcón de la basílica vaticana por el cardenal protodiácono Dominique Mamberti, con la tradicional fórmula en latín que marca el inicio de una nueva era para el Vaticano y los más de mil millones de católicos en todo el mundo.

Prevost, de 69 años, es originario de Chicago, aunque también posee la nacionalidad peruana, un reflejo de su estrecho vínculo con América Latina. Su elección se concretó el segundo día de deliberaciones del cónclave, presumiblemente tras la cuarta votación entre los 133 cardenales electores reunidos en Roma.
El nuevo pontífice sucede a Francisco, fallecido el 21 de abril, y se convierte en el primer papa nacido en Estados Unidos y en el primero en portar el nombre de León desde hace más de un siglo.
Con una sólida formación teológica y una vida dedicada a la misión, Prevost es miembro de la Orden de San Agustín. Llegó al Perú en 1985 como parte de una misión en Trujillo, donde desarrolló una intensa labor pastoral, educativa y social durante más de una década.

Fue administrador apostólico y posteriormente obispo de Chiclayo, experiencia que cimentó su profunda conexión con el pueblo latinoamericano y su sensibilidad pastoral.
Su elección como León XIV ha sido recibida con esperanza y expectativa por diversos sectores de la Iglesia, que ven en su perfil una mezcla de tradición, apertura y compromiso con los desafíos contemporáneos del catolicismo.
En un momento de transformaciones sociales y religiosas, su pontificado podría marcar una nueva etapa de diálogo, inclusión y reforma.
El pontificado de León XIV inicia con un fuerte simbolismo: un puente entre continentes, lenguas y culturas, con raíces en América del Norte y una historia forjada en América del Sur. Su elección reafirma la vocación universal de la Iglesia y su renovado impulso misionero. Con su liderazgo, comienza una nueva página en la historia del Vaticano.
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