Cuando te llama alguien de un movimiento que se llama ”Tu mujer Salvaje” que pone en marcha la cumbre La Mujer y la Vida, lo primero que me siento casi obligada es a decir un SÍ así con mayúscula a participar en ella. Porque como mujer siempre vivo como una responsabilidad irrenunciable la de hablar a otras mujeres, sobre todo cuando se trata de hacerlo de temas que tampoco son los más habituales o los que más se relacionan con mi actividad.

En general, se piensa siempre que yo voy a hablar de moda. Y me encanta porque es una de mis temáticas, en las que estoy especializada. O de sostenibilidad, materia que llevo años estudiando e impulsando desde los lugares en que he tenido el privilegio de trabajar. En la cumbre “La Mujer y la Vida”, en cambio, voy a hablar de algo que normalmente ignoramos:  nuestras crisis y cómo contribuyen a mejorarnos; de eso que suele conocerse como fracasos, que en general constituyen grandes oportunidades para construir algo mejor, sobre todo para construirnos nosotros mismos de mejor manera.

Que tire la primera piedra quien no haya tenido uno de esos momentos en los que cree que el mundo se le cae encima o que la tierra se abre ante sus pies. Da igual que sea profesional o personal, la desesperación suele ser la misma. El dolor suele ser inmenso. Y uno corre el riesgo de pensar que se trata de algo irreparable. Sin embargo, como dicen -no sé quién lo ha dicho, pero me encanta y lo hago mío- “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es una elección” y yo me niego a sufrir y me he negado siempre.

En la cumbre “La Mujer y la Vida” hablaré de los que han sido mis fracasos y de cómo los he superado,  y prestaré telemáticamente las herramientas que en su día utilicé, también las que no usé y pude usar, por lo que también las recomiendo. Hablaré desde ese lugar que a veces ignoramos, ese que alberga las emociones, las ilusiones, los sentimientos, o sea desde el interior de mi propio yo, con mis experiencias, que son propias y que acaban siendo parecidas a las de otras muchas personas.

La cumbre es gratuita y se desarrollará on line, entre el 21 y el 25 de marzo. Y busca la transmisión de fórmulas que nos ayuden a vivir una vida más plena, más gozosa, finalmente más sostenible para nosotras mismas.

Está dirigida por Sonia Herrero y cuenta con magníficos ponentes, de todos los países, desde México y Colombia, hasta Alemania, Reino Unido o España. Entre ellos se encuentran mi admiradísima Laura Baena, creadora de la comunidad de Malasmadres, pero también otro gran admirado, Carl Honoré, que es el promotor del movimiento Slow en el mundo y que escribió el libro Elogio de la Lentitud que ha inspirado el proyecto Tiempo de Arte. Slow Art Circuit, en el que estoy implicada como miembro de su consejo asesor y que él también apoya.

Que hemos venido a la vida para vivirla plenamente es una obviedad. Pero, por qué negarlo, se nos olvida un minuto sí y un segundo también. Y con este tipo de acontecimientos como esta cumbre somos conscientes, o al menos nos invitan a serlo, de que podemos conseguirlo. Nos ayudan a ser capaces de encontrar la manera de cuidarnos, por fuera, sí, pero fundamentalmente por dentro, y mucho más allá de esa imagen que tenemos las mujeres de eternas cuidadoras, ante nosotras mismas y ante el resto.

La mujer y la vida

Nos enseñan a poner un YO gigante en todos los días de nuestra vida, en todas las semanas de nuestra agenda. Nos ponen sobre la pista de cómo alimentarnos para vivir mejor, para prepararnos para nuestros próximos años conscientemente, sabedoras de que lo que hacemos hoy repercute en cómo pasaremos el tiempo mañana. Nos dan herramientas para entender nuestra función como madres y educadoras, más allá de la típica y tópica idea de la maternidad. Nos ponen en contacto con la naturaleza y sus grandes aportaciones a la vida. Y, ya que hemos hablado del movimiento slow, nos enseñan que el existir en modo lento no es transitar como tortugas por el curso de la vida, sino hacerlo lentamente, es decir de manera consciente, en una vida que se desarrolla de forma rápida, tal y como explica Honoré.

*Imagen: Unsplash