Demna Gvasalia hizo todo bien en su última pasarela para Balenciaga. Sí todo bien. Antes que nada, mantuvo la identidad histórica de la firma en la actualidad. Esto lo logró diseñando atuendos que son opulentos, exagerados, avant-garde y angulares, características que definen a Cristóbal Balenciaga, el eterno visionario. A la par concibió la colección como algo personal, mucho de Demna se hizo notar. Una personalidad un poco oscura, artística y ambigua que logra hacer prendas perfectas.

En sincronía con las tendencias que hoy rigen a la moda, el creativo profundizó en los problemas reales que hoy se apoderan de los titulares en los periódicos. Como cualquier otro diseñador que rige sus presentaciones de acuerdo al presente, Demna resonó su manifestación con un escenario que aludía al parlamente europeo. Satíricamente, los atuendos de la colección primavera-verano 2020 de Balenciaga fueron un guiño extraordinario al power dressing y los uniformes “políticos”. Ahí, la logomanía, los trajes estampados ligeramente oversized y los detalles que gritan capitalismo, le dieron un sentido bizarro a la entrega.

Con propiedad, la manifestación fue psicológica y un tanto sociológica al estudiar la estructura de los códigos de vestimenta. Aunque exagerada, no hay duda de Gvasalia está buscando mostrar su bandera opositora. Y claro, esto viene atado a su pasado con una narrativa específica que se adhiere a la conversación.

En un mundo donde el bien y el mal se fusionan entre política y poder, nos estamos volviendo códigos individuales donde, o somos víctimas de la presión social o nos tornamos tan únicos que nos aislamos. Cada atuendo, cada personalidad que Demma presentó es una de estos arquetipos. En conclusión: un ejecutivo en suit, una mujer en un vestido pomposo con lazos opulentos a la cintura o camisetas ajustadas al tallo con pantalones altos, Balenciaga hoy en día lo es todo: lo que fuímos, lo que somos y lo que (algunos) quieren ser.

*IMAGEN: Getty Images