Moda

Cada verano, las miradas del mundo no solo se posan sobre la cancha central de Wimbledon, sino también sobre uno de sus íconos más esperados fuera del césped: Kate Middleton. La Princesa de Gales ha convertido este torneo en su pasarela personal, consolidando año tras año su estatus como referente absoluto de la elegancia real.
Desde que apareció por primera vez en el palco real en 2011, Kate ha hecho de Wimbledon un espacio para celebrar la moda británica con toques contemporáneos, siempre alineados al tradicional espíritu del torneo. Como patrona del All England Lawn Tennis and Croquet Club, su estilo no solo es observado, sino imitado. Y no es para menos.

Sus elecciones estilísticas se pueden dividir en cuatro categorías clave: el blanco impoluto que recuerda el uniforme clásico de los tenistas; los icónicos lunares, ya marca registrada de su armario de verano; los tonos verdes Wimbledon, en homenaje al torneo; y los “comodines” sartoriales, esas elecciones inesperadas que capturan titulares y renuevan su imagen.
El blanco atemporal

Su debut tras la boda real fue inolvidable: un vestido plisado de Temperley London que rendía homenaje al uniforme tenístico con un toque romántico. Años después, repitió la fórmula ganadora con piezas blancas de Alexander McQueen y conjuntos más relajados como el vestido con blazer de Joseph, manteniendo la frescura sin perder formalidad.
Los lunares, su sello veraniego

Si hay un estampado con el que Kate ha jugado con maestría, es el de lunares. Desde el encantador diseño blanco y negro de Dolce & Gabbana hasta la versión azul cielo firmada por Alessandra Rich, su habilidad para hacer de un patrón clásico algo refinado y moderno es innegable. Incluso se atrevió con una versión colorida de Alexander McQueen, confirmando que los lunares pueden ser sofisticados y alegres al mismo tiempo.
El guiño al verde Wimbledon

El color oficial del torneo también ha estado presente en su vestuario. Aunque sutil, este gesto simbólico demuestra la afinidad de Kate con la tradición. Uno de sus favoritos fue el vestido azul hielo de Emilia Wickstead, que, aunque no verde, se integraba perfectamente al paisaje británico de SW19.
Los inesperados “comodines”

Aquí es donde la moda se vuelve aún más emocionante. ¿Un blazer menta de Balmain? Sí. ¿Un vestido rojo vibrante de L.K. Bennett o uno amarillo sol de Roksanda? Por supuesto. Kate demuestra que la formalidad real no está reñida con la experimentación cromática ni con las siluetas contemporáneas. Incluso se ha atrevido con piezas estampadas de Alexander McQueen con ilustraciones de labios y calaveras, rompiendo por completo con la estética predecible de la realeza.
En cada edición de Wimbledon, Kate Middleton no solo apoya al tenis británico: celebra el poder del vestir bien. Su estilo es un manual vivo de cómo la moda clásica puede reinventarse año tras año sin perder identidad, dejando claro por qué sigue siendo la musa moderna de la realeza… y de la moda internacional.
*IMAGEN: Google Images