De Cartier podemos discutir sobre una gran variedad de íconos —entre ellos los cocodrilos de la mexicana María Félix, el reloj Tank que enamoró hasta a Jackie Kennedy y el Love bangle que selló el amor entre Elizabeth Taylor y Richard Burton. Pero hay uno de los emblemas inspirados en la vibra transgresora de Nueva York de los años setenta y ese es Juste un Clou (“justo un clavo” en español).

Concebido por el mismo joyero italiano que diseñó el brazalete del amor, Aldo Cipullo, el Juste un Clou es una oda al industrialismo elegante basado en distintas corrientes artísticas como el arte pop y el minimalismo. Con su estética revolucionaria, Cipullo hizo que la joyería encontrara una cara fresca alineada a la escena rebelde de la Gran Manzana. La definición de elegancia cambió drásticamente gracias a los movimientos anticonformistas que se apoderaban de la conversación. En sinergía, el clavo resultó como un espejismo de la realidad sin necesidad de descifrar una fantasía. La declaración indagaba en la evolución, y por consecuencia, el futuro.

Juste un Clou: El ícono rebelde de Cartier

Sin pensarlo como una pieza atemporal, el italiano revolucionó la idea general de portar una joya. Y aunque el Juste un Clou estuvo en el olvido por un tiempo, fue en 2012 que la maison decidió relanzarlo acompañado de una exhibición homenaje a su creador. Extendiendo el brazalete a una colección, hoy es posible llevar el clavo como collar y anillo también. En distintos grosores y metales preciosos —oro blanco, oro rosado y oro amarillo—, y con pavé de diamantes, la reinvención del Juste un Clou afirma que en el siglo XXI el aire utilitario sigue siendo sinónimo de lujo.

*IMÁGENES: Cortesía de Cartier