Japón, eso sí es viajar lejos. Pero las 14 horas que separan a la Ciudad de México de Tokio, se pasan volando cuando sabes lo que te depara poder compartir con una cultura cuya escritura e idioma son tan diferentes. Sin embargo la exquisitez japonesa, su orden inmaculado, su excepcional amabilidad y su exótica comida —porque para nada se parece a lo que los mexicanos consideramos comida japonesa, lo que en nuestro país comemos es una mera adaptación— valen toda la pena y más si se trata de apreciar la influencia de su arte y su estética en occidente, específicamente en Francia.

El imponente Museo Nacional de Tokio es el escenario de una conversación que empezó hace 50 años entre la Maison Cartier y Japón.

Fotografías cortesía Cartier.
Fotografías cortesía Cartier.

Espejos que desde hace 50 años reflejan un diálogo abierto a la modernidad, al futuro, a descubrir y adaptar códigos estéticos que van del este al oeste, que desde el oriente se adaptan a ideas y caprichos europeos resultando en hermosos objetos de deseo o de uso cotidiano. Es un viaje de formas que recorren el tiempo y la geografía del globo terráqueo. Dos exhibiciones unidas por joyas y arte, Francia y Japón. Cartier celebra su primera mitad del siglo en Japón con una exhibición de joyas y objetos inspirados en la cultura japonesa o que se exhibieron en algún momento allí.

Fotografías cortesía Cartier.
Fotografías cortesía Cartier.

La Fondation Cartier, pionera en su género como institución que apoya a artistas, fotógrafos, arquitectos, diseñadores comparte y construye también desde aquel archipiélago parte del acervo estético de la maison, y porque no decirlo, de la humanidad. La Fondation Cartier conecta a la población creativa de todas partes del mundo buscando promover a través del arte y la belleza nuevas ideas y pensamientos de diferentes culturas. 4 décadas de impulsar este lado de la humanidad que nos ubica como seres pensantes, creativos y nos conforta en momentos terribles o nos inspira para seguir evolucionando.

MUSUBI Half-Century of Cartier in Japan and Beyond: an Everlasting Dialogue of Beauty and Art estará exhibida hasta el 28 de julio en el edificio Hyokeikan del Museo Nacional de Tokio.

Fotografías cortesía Cartier.
Fotografías cortesía Cartier.

Nudo, esta palabra se dice que tiene sus raíces en la mitología japonesa de Musubi que también puede ser Musuhi o Musubi, musu significa producir y hi es el trabajo misterioso de un espíritu divino. Así pues Musubi es “el poder de un espíritu divino que produce para unir”.

La exhibición MUSUBI Half-Century of Cartier in Japan and Beyond: an Everlasting Dialogue of Beauty and Art une dos narrativas paralelas en dos alas simétricas y separadas por una rotonda. “Cartier and Japan, a Tribute to Art and Beauty” y “Fondation Cartier pour l’art contemporain and Japanese artists, a never ending conversation”.

Fotografías cortesía Cartier.
Fotografías cortesía Cartier.

120 piezas de la colección Cartier y de colecciones privadas, más de 50 piezas tomadas de los archivos de la maison, 28 artistas que cooperaron con su obra y más de 150 piezas de arte contemporáneo que incluyen 50 pinturas comisionadas por Cartier para la conmemorar los 50 años en Japón y 2 murales comisionados. Ante tal cantidad de obra el orden en la curaduría y la disposición evita tanto la saturación como el perderte en ella. Todo está cuidadosamente ubicado en ambas salas del Museo Nacional de Tokio. Las vitrinas fueron fabricadas en materiales tradicionales, nichos, mesas tomaron rasgos de Tokonoma y Sukiya, arquitecturas japonesas.

“Cartier and Japan, a Tribute to Art and Beauty” presenta las joyas, objetos, dibujos que reflejan la influencia y la belleza que Louis Cartier, aunque nunca visitó Japón, buscó que sus maestros joyeros captaran compartiendo libros y piezas japonesas que los invitaban a inspirarse e imaginar. Louis Cartier tenía más de 200 objetos dentro de su colección personal dedicada al arte japonés. Siendo un curioso, un ávido coleccionista y un amante del arte, Louis le dio entera libertad a su taller de reinterpretar esta influencia. Y así lo hicieron en espejos de mano, relojes ‘misteriosos’ de mesa (conocidos como Mistery clocks porque en ellos hay secretos como joyas o movimientos que marcan algo más que las horas), estuches para guardar lipsticks o para fumar, broches de libélulas. Dragones, quimeras, tigres, aves fénix elementos que remiten a China y a Japón en el más puro estilo Cartier. Más de 170 piezas entre joyas, relojes, broches, alhajeros, pueden admirarse en el ala derecha del Hyokeikan. El viaje termina mostrando algunas piezas que se vieron en las exposiciones dedicadas a Cartier desde 1988 en Japón, y es ahí donde entre otras joyas de la Colección Cartier, pudimos apreciar el collar de serpiente de la Doña (María Félix) y el broche de pantera que perteneció a la Duquesa de Windsor.

La segunda exhibición “Fondation Cartier pour l’art contemporain and Japanese artists, a never ending conversation”, desde 1984 tiene su mira en la plástica japonesa, dando a conocer artistas japoneses en Europa recién descubiertos o redescubriendo a los ya conocidos. También ha colaborado con instituciones japonesas para promover el arte. Un caleidoscopio de trabajos que ilustran esta relación que incluye obra comisionada, obra adquirida y exposiciones que buscan enriquecer y promover este diálogo entre la fundación y Japón. Mientras recorres la expo puedes ver diferentes tipos de obra que va desde: Issey Miyake, Yasumasa Morimura, Takeshi Kitano, Tadanori Yokoo y Yuki Nakagawa quienes exploran múltiples campos de creación a través de telas, vestidos, proyecciones, un verdadero laboratorio creativo. En cuanto a fotografía Hiroshi Sugimoto, Nobuyoshi Araki, Daido Moriyama, William Eggleston, Rinko Kawachi exhiben su obra dejando claro que Fondation Cartier busca relaciones a largo plazo con cada uno de los artistas que elige. Instalaciones inmersivas, historias con movimiento, Tabiamo, Tatsuo Miyajima, Daido Moriyama, Takeshi Kitano. Hasta artistas que han ayudado a contar la historia de este diálogo con la fundación: Takeshi Kaitano, Takashi Murakami, Erina Matsui, Daido Moriyama, Nobuyoshi Araki, Junya Ishigami y Jean-Michel Alberola.

No hay espacio suficiente para describir cada obra o cada sala que pude recorrer para entender el diálogo entre ambas culturas, las hermosas que han resultado de él y la fascinación de Louis Cartier por Japón.

Sho Shibuya y su obra comisionada para celebrar la ocasión Fifty Sky views of Japan me transmitió la grandeza de esta relación y el potencial que todavía está por verse. Esta serie de 50 paisajes tomados en sus 35 días de viaje recorriendo las islas japonesas completan su sueño de rendir homenaje a Hiroshige y sus cincuenta y tres estaciones de Tokaido. Shibuya visitó las 47 prefecturas de Japón, pintando una vista del cielo cada día en la primera plana del periódico de cada localidad. Cielos azules, grises, rojos, amarillos, pasado, presente y futuro se retratan en la interpretación de Shibuya para sellar la promesa de que Japón y Maison Cartier no dejarán de ‘platicar’ y con ello evolucionar y crear.

Foto. Toni Salamanca
Foto. Toni Salamanca

Hablando de diálogos, pudimos platicar con Pascale Lepu, directora de la Cartier Collection, eso significa que es la responsable de cuidar 3,500 joyas, relojes y objetos preciosos que van desde los 1860 hasta los 2000. Ha participado en 37 de las 40 exhibiciones de la Cartier Collection en los museos más importantes del mundo, incluída la que se presentó el año pasado en el Museo Jumex, Ciudad de México. También ha contribuido en la trilogía editorial de la colección: Joyas (2004 y reimpreso en 2018), Relojes (2006) y Objetos preciosos (2012). La entrevista en la edición print de Grazia agosto.

Fotografías cortesía Cartier y Toni Salamanca.