En una conversación poderosa, profunda y necesaria, nos sentamos con la actriz Irene Azuela para hablar sobre Casas vacías, la impactante adaptación teatral de la novela homónima de Brenda Navarro. Bajo la dirección de Humberto Pérez Mortera, esta puesta en escena confronta los silencios sociales sobre la maternidad, la pérdida, el duelo y la violencia estructural desde una mirada íntima, cruda y emocionalmente honesta.

La obra se convierte en un campo de batalla emocional donde dos mujeres, en extremos aparentemente opuestos, se enfrentan a su dolor, sus decisiones y a una sociedad que les exige definiciones absolutas sobre lo que deben ser.

Irene Azuela y el eco de Casas vacías
Irene Azuela y el eco de Casas vacías

En esta entrevista exclusiva, Irene Azuela nos comparte no solo su proceso creativo y su conexión personal con la historia, sino también su mirada crítica sobre los estereotipos que rodean la maternidad, la importancia de visibilizar las narrativas femeninas y la necesidad urgente de abrir espacios que incomoden, cuestionen y, al mismo tiempo, siembren esperanza.

Un diálogo que se vuelve reflexión colectiva. Una invitación a mirar de frente aquello que muchas veces se prefiere callar.

Dana Apigna:
Muchas gracias, Irene. Has hablado sobre la obra. Creo que cuando uno la ve en escena, se construye un mundo feroz y también desigual, donde las voces femeninas son demoledoras. ¿Qué te atrajo de este universo narrativo y cómo crees que resuena con tu realidad y la de otras mujeres?

Irene Azuela:
El universo narrativo que plantea Brenda Navarro en su novela es riquísimo. Está contado en primera persona por los dos personajes, y eso decidimos conservar en la adaptación. Es una pluma valiente, con una inteligencia apabullante, que retrata lo que muchas mujeres hemos sentido pero nunca nos hemos atrevido a decir. Eso hace que la obra sea tan poderosa. Desafía al espectador, lo saca de su zona de confort y le ofrece una experiencia distinta, más física, más visceral.

Irene Azuela y el eco de Casas vacías
Irene Azuela y el eco de Casas vacías

Dana Apigna:
Y justo en esa visceralidad, ¿crees que la obra ayuda a romper los mitos alrededor de la maternidad y a mostrar su complejidad?

Irene Azuela:
Absolutamente. La obra es una provocación. Rompe con esa imagen idealizada de la maternidad como plenitud automática. Habla de maternidad deseada, impuesta, dolorosa, ausente… pero también de ser hijas e hijos. En un mundo que se cae a pedazos, esta obra nos recuerda que estamos aquí por algo, y que hablar de ello es urgente.

Dana Apigna:
Y hablando de urgencia, ¿qué crees que aporta Casas vacías a la conversación sobre violencia, duelo, y esperanza?

Irene Azuela:
Aporta memoria, humanidad y complejidad. Nos recuerda la libertad de decidir, incluso en el dolor. A veces, de forma violenta, sí. Pero el teatro también es para eso: para salir del teatro con más preguntas que respuestas. Y eso es valioso.

Irene Azuela y el eco de Casas vacías
Irene Azuela y el eco de Casas vacías

Dana Apigna:
Si Casas vacías pudiera dejar una única enseñanza, ¿cuál te gustaría que fuera?

Irene Azuela:
Que no somos una sola cosa. Que no hay una sola verdad. Y que solo desde la empatía real, podemos enriquecer nuestra mirada sobre el otro, sobre la otra.

Dana Apigna:
Gracias, Irene. De verdad, gracias por tu generosidad.

Irene Azuela:
Gracias a ti. ¡Y vengan a verla!

*IMAGEN: Google Images