Una conversación donde Italia y México se entrelazan a través del arte, la cultura y la precisión relojera

“Cada vez que vengo a México descubro algo nuevo”, confiesa Fabrizio Buonamassa, diseñador de relojes y director creativo de Bvlgari, en su entrevista con la revista Grazia, mientras visita la Ciudad de México para presentar dos piezas únicas concebidas exclusivamente para este país. “La primera vez que vine a México me llevaron a las pirámides de Teotihuacán y recuerdo que pensé: wow, aquí comenzó todo”.

El creativo italiano rememora aquel primer contacto como una revelación: “Comparado con Europa, era un universo totalmente diferente. Y, sin embargo, encontré similitudes. En algunas partes de la Ciudad de México me recordaba al sur de Italia: la misma actitud, la misma forma de vivir. Pero, al mismo tiempo, la herencia cultural es distinta. Aquí está el origen de la civilización moderna, del estudio de las estrellas, de la estructura de las ciudades. Eso me impresionó desde el inicio”.

Un proyecto nacido en un museo

La idea de rendir homenaje a Frida Kahlo y Diego Rivera surgió hace tres años, durante una visita de Fabrizio al Museo Anahuacalli. “La Casa Azul me pareció un lugar muy bonito pero demasiado turístico; el Anahuacalli, sin embargo, fue una revelación. Su arquitectura, la forma en que alberga las piezas precolombinas, la luz perfecta de la primera sala… fue como una estampa en mi memoria. Allí pensé: tenemos que hacer algo aquí”.

Esa idea dio origen a un proceso de investigación profundo, avalado por la Frida Kahlo Corporation, la familia de Diego Rivera, el Museo Casa Azul y el Banco de México.

“Fue un esfuerzo enorme, el proyecto más complejo que hemos hecho para un país. Tardamos tres años, involucró a nuestro equipo en Roma y al de México. Pero el resultado es, honestamente, increíble”.

Frida y Diego sin clichés
Lo más desafiante fue evitar la obviedad. “Odio los clichés”, nos dice Frabrizio. “Es como si hiciéramos un reloj italiano y le pusiéramos una pizza en la carátula. Amo la pizza porque soy de Nápoles, pero no representa la herencia de Italia. Lo mismo con Frida: no quería usar solo su rostro, que todos reconocen”.

En lugar de clichés, Bvlgari buscó el alma de la pareja.

“Queríamos hablar de Frida y Diego sin mostrar sus imágenes, sino a través de un diálogo íntimo. En el reloj de Frida incluimos un fragmento de una carta: empieza con ‘Diego’ y termina con ‘Frida’. Eso fue clave: transformar el brazalete en un lienzo. No se trata de estética, sino de cultura”.

Frida: resistencia y poesía
La pieza dedicada a Frida Kahlo es un tributo a su fuerza vital. “No quisimos quedarnos en la iconografía turística, sino en su experiencia de vida, en su capacidad de romper reglas. Era poderosa en un momento en que nada era fácil: ni la política, ni la salud, ni la situación de la mujer. Celebrarla con sus propias palabras era la mejor manera de honrarla”.

Buomamassa recuerda cómo la investigación de las cartas fue decisiva: “Los curadores de la Casa Azul y la Frida Kahlo Corporation seleccionaron textos de sus diarios. La idea fue elegir uno donde ella le escribía directamente a Diego.

 “Eso cerró el círculo: un reloj que es, al mismo tiempo, una declaración de amor”.

  Diego: arquitectura del tiempo
El reloj dedicado a Diego Rivera toma otro camino. “Diego es conocido como muralista, pero en el Anahuacalli descubrí su faceta como diseñador y arquitecto. Es un museo increíble, una pieza de arquitectura en sí misma. Me fascinó ver cómo preservó objetos para mantener viva la historia de México”.

Ese espíritu se plasmó en un Octo Finissimo de oro con carátula azul y numeración romana. “Es más sobrio, más estructural, más arquitectónico. En la parte trasera lleva una dedicatoria a Diego, pero no es un tributo obvio. Es una pieza única, que dialoga con su legado como creador más allá de la pintura”.

“Esta colaboración será parte de mi carrera para siempre”, asegura Buomamassa. “Crecí en una casa llena de libros de arte porque mi padre los amaba. La cultura precolombina estaba presente desde mi infancia. Estar ahora en México y hablar de Frida y Diego me recuerda esa herencia personal. Tal vez es inconsciente, pero por eso era tan importante hacerlo”.

 

El creativo no duda en calificar este proyecto como uno de los más significativos en la historia reciente de la maison:

“Es la primera vez que dedicamos tanto esfuerzo a una edición para un solo país. Trabajamos antes con arquitectos japoneses como Tadao Ando o Sejima, pero aquí fue diferente porque no podíamos hablar con Frida y Diego. Fue un diálogo cultural, no una conversación directa. Eso lo hizo único”.

Nuestra plática con Buomamassa se llena de comparaciones entre ambas culturas. “México e Italia comparten la pasión por la vida, la intensidad de las emociones. Pero México tiene algo que no vemos en Europa: la escala. Los museos, los murales, las pirámides… el tamaño es imponente. Eso cambia la percepción del arte”

Los dos relojes —25 piezas para Frida y una edición numerada para Diego— no son solo objetos de lujo, sino símbolos de un puente cultural entre Roma y Ciudad de México. “Es más que relojería”, concluye Buomamassa. “Es un homenaje al amor, a la resistencia, a la arquitectura del tiempo. Porque al final, hablar de Frida y Diego es hablar de cómo dos culturas se encuentran y siguen dialogando, incluso hoy”.