El famoso broche de diamantes de la reina Elizabeth II, que la ha acompañado en algunos de los momentos más memorables de su vida, tiene toda una historia.

En forma de flor, con un diamante rosa Williamson en el centro y otros varios diamantes que dan forma a la flor, esta valuado en aproximadamente $33.9 millones de dólares.

Este broche de la monarca de Inglaterra es el segundo broche más valioso de su colección, y se dice que el diamante rosa es uno de los más raros del mundo.

Descubierto en África

El diamante rosa engastado en el centro del broche, fue descubierto en 1947 en la mina Williamson en Tanzania, y desde ahí viene su valor, según ha explicado el experto en joyería Max Stone, de la joyería Steven Stone.

Fue el geólogo canadiense John Williamson quien le dio la piedra sin cortar a la entonces princesa Elizabeth y al príncipe Philip en su boda en noviembre de 1947.

Como verás, del apellido del geólogo es que viene el nombre del diamante rosa.

El joyero de la corte explica que la gema en bruto, que pesaba 54.5 quilates, se exhibió en el Palacio de St. James antes de la boda real.

Williamson, deseoso de evitar la gran situación social que acompañaría una presentación personal del obsequio, hizo que un representante lo presentara en su lugar.

En 1948, la princesa recurrió a los cortadores de diamantes de Clerkenwell, Briefel y Lemer, para transformar el diamante en bruto en una gema facetada.

Los reportes periodísticos de esa época informaron que la joven princesa fue a verificar el proceso de corte con su abuela, la famosa aficionada a la joyería Queen Mary, quien “hizo numerosas preguntas de carácter técnico” durante la visita.

Después de la visita, el diamante de 23.6 quilates fue terminado y exhibido como parte de una gran exposición en Londres.

Con el sello Cartier

Con el diamante ahora listo para ser montado en una pieza de joyería, la princesa Elizabeth eligió a Cartier para crear la pieza de joyería adecuada.

Los periódicos informaron en octubre de 1949 que tenía problemas para decidir con precisión cómo se debía usar el diamante y escribieron: “Al principio, la princesa pensó que podría encajar en su corona personal, pero los expertos consideraron que podría perder su gloria entre tantas otras joyas. ”

Finalmente, la increíble piedra se colocó en el centro de un broche diseñado por Frederick A. Mew, de la sucursal de Cartier en Londres.

Al diamante rosa, se le añadieron 203 diamantes blancos adicionales, una mezcla de brillantes, baguettes y marqueses.

El broche, hecho de platino, se completó en 1953, el año en que la princesa se convirtió en la reina Elizabeth II.

Se cree que el broche es uno de los favoritos de la monarca, usado con frecuencia en ocasiones especiales, como su transmisión navideña anual, en 1968 y 1998, y en las bodas de Charles y Diana, y Edward y Sophie.