De nuestra edición del mes, te compartimos lo que hay detrás de su primer fragancia.

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2016 marcó el año del lanzamiento de la Esencia de el Palacio, para complementar la historia de nuestra edición doble de diciembre-enero, te compartimos la historia del trío de  ingredientes que las conforman en palabras de sus creadores, Carlos Huber y Rodrigo Flores-Roux.

 

Por Daniela Vega

 

 

  • Magnolios: Evoca al México prehispánico. Nace de la magnolia considerada ‘flor del corazón’ para los aztecas; bañada en hojas de violeta, cedro blanco, flor de eucalipto, jazmín y mandarinas y fundida con rosa y cardamomo. “Si vas a hacer un perfume en México debe tener una cierta frescura, debe tener una referencia a los cítricos. No solo los encontramos en la cocina o en la vegetación; también es parte de la herencia perfumística del mexicano, sería innegable no tener un agua de colonia”, explica Carlos Huber. “La idea original era crear un agua de colonia”, asegura Rodrigo Flores-Roux.

 

agnolios

  • Azahares: Es el retrato del México actual. Un amor por las flores que se traduce a través de la flor de azahar, hojas de limonero, naranja dulce, toronjil, iris toscano, lavanda y grosella. Flores-Roux cita a Carlos Pellicer tras la pregunta sobre la inspiración para Azahares: ‘El pueblo mexicano tiene dos obsesiones, su gusto por la muerte y el amor por las flores’. “Como mexicano hay una gran conexión con las flores, en cada kiosco, en cada mercado, en cada casa… La mujer mexicana no es nada tímida con las flores, le gusta perfumarse de flores”, asegura Huber.

azahares

  •  Vetiveres, es una declaración del México hacia un futuro universal, inspirada en la herencia cultural y artesanal del país. Notas de pachuli, guayacán, ámbar, haba tonka, incienso, mirto, artemisa y un trío de extracto de vetiver la convierte en aroma maderoso. “Un olor muy específico de la cultura mexicana. Este nació de un extracto de vetiver completamente nuevo que tenemos en Givaudan y que concede esa pauta de longevidad perfumística”, define Flores-Roux. “Es un ancla de masculinidad latina, siempre habla de elegancia, fuerza y aspiracionalidad”, completa Huber.

vitiveres