Era totalmente inconcebible que un virus nos quitara la libertad en pleno siglo XXI. La nueva década comenzó con una pandemia que tiene a [casi] todo el mundo aislado. Es una guerra mundial, pero no de soldados con escopetas, tanques y bombas, sino de los héroes de batas blancas contra un fenómeno del que poco conocemos. Mientras las investigaciones científicas para encontrar una cura y vacuna avanzan, la lucha en el campo persiste.

Grazia México y Latinoamérica celebra los esfuerzos de todas las mujeres que están en primera línea luchando 24/7. Nuestra portada de mayo es protagonizada por nueve guerreras de hospitales públicos y privados en Ciudad de México y Quito, Ecuador. Ocho retratos fueron congelados por el equipo de Grazia respetando todos los protocolos de sana distancia. La selfie de Mary Garces, médico ecuatoriana, fue compartido por ella a petición de nuestro equipo digital.

En la edición impresa Toni Salamanca, nuestra directora editorial, comparte los testimonios de cinco mujeres del Centro Médico ABC, Observatorio; en digital complementamos el esfuerzo con otra serie de historias de mujeres en distintos hospitales de México, Ecuador y Panamá. Doctoras, enfermeras, laboratoristas, internistas y personal de intendencia; son mujeres que todos los días comienzan su turno decididas a salvar vidas y erradicar al enemigo invisible sin importar el riesgo que enfrentan, pero que reafirman el amor y la pasión por su vocación. Y aunque el camino no es fácil, ven una luz al final del túnel.

Cada testimonio está narrado por ellas y expresan su rutina con adversidades, frustraciones y miedos. Pero también no dejan de lado los buenos momentos: las risas con sus colegas, el espíritu de compañerismo y las lágrimas al ver a sus pacientes salir victoriosos del hospital.

Este es un tributo a ellas, a las guerreras de la batalla campal del siglo que dejan su corazón con orgullo ahí. Admiración, honor y respeto a quien lo merece.

Mary Garces – Médico Posgradista de Neumología – Hospital Eugenio Espejo, Quito, Ecuador

Fotografía Cortesía

“Qué te puedo decir… El hospital en el que estoy yo es uno de los principales de Quito: es el hospital de referencia para COVID. Hay bastantes pacientes hospitalizados. Gracias a Dios están evolucionando muy bien; algunos han sido dados de alta. Sin embargo, creo que para los médicos lo más difícil no es el miedo a contagiarse —y te hablo por todos mis compañeros.

Creo que de los que somos neumólogos en el Hospital Eugenio Espejo, ninguno tenemos miedo a contagiarnos; nuestro miedo más grande es contagiar a nuestras familias —todos tenemos al menos un familiar que es vulnerable porque la mayoría somos médicos jóvenes [que] estamos en contacto con nuestros padres, algunos tienen hijos. También es difícil la presión psicológica que sufres cuando entras al turno porque al ingresar a las salas de aislamiento te das cuenta que los pacientes, aparte de enfrentarse a la enfermedad, se enfrentan también a la depresión, a la ansiedad. Ellos no solo luchan contra el virus, sino también contra la parte psicológica que está causando y la verdad a los médicos nos afecta bastante. No creo que haya una persona en mi servicio que después de un turno no la encuentres afectada, llorando. Es bastante difícil la ansiedad a la que estamos sometidos nosotros. Ver a la gente fallecer y no poder hacer nada, sientes [mucha] impotencia. Pero entre todos tratamos de hacernos reír antes de entrar al turno, tratamos de darnos ánimos unos a otros, y a los pacientes porque para que ellos salgan es importante que la depresión y ansiedad no ganen”.

 

Areli Muñoz Cruz – Médico Epidemiólogo – Hospital Juárez de México

Fotografía Salvador Álvarez

“[Formo] parte del comando operativo hospitalario del Hospital Juárez de México. Lo que [hago] todos los días como parte de las actividades de este comando es: al llegar tengo que ver cuáles son las muestras que se tomaron durante la tarde y noche que son los tunos en los que mis compañeros de urgencias o terapia intensiva [se quedan a cargo]. Pero si no, mi responsabilidad es verificar la base de datos de todos los pacientes que han sido sospechosos dentro del hospital, y en caso de que llegue un paciente sospechoso al área de urgencias tengo que ir a tomar la muestra [para la prueba].

Yo creo que el hospital como parte de la estrategia está haciendo un excelente trabajo. La verdad es que los compañeros de urgencias, terapia, medicina interna, que son los que tienen un contacto mucho más estrecho con los pacientes, son muy valientes y muy profesionales y lo hacen muy bien. Afortunadamente hemos tenido pacientes que se han recuperado, lo cual no solo es satisfactorio para el hospital, sino que todos los que trabajamos ahí nos sentimos bien de [haber aportado] un poquito para su recuperación.

Me parece que todos estamos teniendo muestras de compañerismo [porque] nos estamos [ayudando] muchísimo […] Sabemos que es importante no contagiarnos porque así apoyamos a las personas que pueden estar enfermas y que si nos vamos a casa por contagiarnos —aunque [no sea de una] enfermedad grave— significa una persona menos para luchar en contra de la enfermedad.

El mayor trabajo que está haciendo el servicio de urgencias, terapia intensiva, medicina interna… es enorme. ¡Verlos es una gran enseñanza! Ellos tienen que pasar mucho tiempo con el equipo de protección personal y esto les impide ir al baño o tomar agua a veces. Entonces al ver que están esforzándose tanto, hacen que uno sienta mucha satisfacción de formar parte de esta institución. 

Es una experiencia que te cambia por completo. Primero porque te das cuenta de lo susceptible que puedes llega a ser ante algo que ni siquiera puedes ver. Entonces ocupas tu equipo de protección personal cuidadosamente ante un paciente que es sintomático y que sabes que puede contagiarte. La primera vez no solo pensé en mí, también pensé en mi familia. Sabes que lo tienes que hacer bien, no por ti, sino por las personas que te rodean. Esto hace que tu sentimiento de colaboración social aumente y eso es algo que hacía falta mucho. Ya no solo te lavas la manos por ti, sino también por tu familia; evitas contagiarte, insisto, no solo por ti; que cuando las personas se quedan en casa, no lo hacen por su familia sino que lo hacen por el resto de la sociedad y eso también es un sentimiento bonito. La experiencia no solo es académica o médica, es una experiencia social que nos está enseñando mucho. Vivirla tan de cerca hace que sientas de pronto miedo, pero también hace que te sientas orgullosa de la población que sigue las recomendaciones. Cuando no la sigue, se siente tristeza, desolación, porque sabemos que en caso de que sean más las personas contagiadas de las que puede soportar nuestro sistema de salud, tal vez muchas personas no recibirían la atención médica adecuada y los médicos no queremos que suceda eso. Todos los que formamos parte del sistema de salud, queremos ver más recuperaciones que defunciones. Esperamos que los recursos alcancen para todos, que la gente haga conciencia social y nos apoye. Estos hashtag de #QuédateEnCasa no solo es por ti, es por todos”.

 

Marisol Rebollo – Médico Especialista en Urgencias – Hospital Angeles, Lindavista

Fotografía Salvador Álvarez

“Un día de trabajo en la UCI durante la pandemia… complicado. Cada mañana desde casa y camino al trabajo inicia la incertidumbre e incluso el miedo de no saber a qué escenario te enfrentarás hoy. Entre el cansancio y trabajo, no sabes si es que alcanzaste a leer o [a] escuchar las últimas recomendaciones, experiencias, etc. Cada día nuevos casos, nuevas historias. Se recupera un paciente y es una gran alegría; sin embargo llegan tres y el temor latente de no saber cómo se comportará la enfermedad esta vez, de sentir que en cualquier momento esta situación nos supere y no tengamos lo necesario para atender a todos, y además protegernos todos, es frustrante y triste. Aunado a esto, la incertidumbre de que al ser una enfermedad nueva no sabes si lo que estás haciendo es lo más adecuado. Cuando [tus pacientes] están en posibilidad de hablar, y sus familiares, te preguntan ‘¿qué seguirá? ¿cuánto tiempo falta para el egreso y/o recuperación?’, no sabes qué decir, solo sabes que cada día pones todo el empeño, dedicación y corazón para que las cosas salgan bien.

Tu e-mail y celular están llenos de artículos, mensajes de familiares, amigos, colegas, algunos peguntando: ‘¿cómo estás?’. Otros [te preguntan] si acaso es tan grave como dicen en los medio y muchos solidarizándose ya sea compartiendo información y ofreciendo ayuda. Quisieras que todo el mundo entendiera la gravedad e hiciera su parte.

Cada día en el hospital cuidas no acercarte demasiado a tus compañeros ni a las personas que cruzas en el camino. Quisieras caminar en soledad [pues] sientes que eres peligroso para el resto. Y lo que pido cada día es que esto termine y el final sea feliz para todos”.

 

Carolina Pinto – Médico Interno de segundo año – Hospital Aquilino Tejeira, Coclé, Panamá

Fotografía Cortesía

“Actualmente el personal médico asiste al hospital por turnos de contingencia (turnos de 24 horas cada ciertos días) para disminuir la cantidad de personas en las salas. En el caso de los médicos internos, como yo, cada día hay un médico interno asignado al área de aislamiento respiratorio (donde se encuentran, de manera organizada, los casos sospechosos y casos confirmados de COVID-19). Entramos en la mañana, para el pase de visita, y de ahí salimos y volvemos a entrar solo si surge alguna urgencia o es necesaria la atención médica, ya que contamos con insumos limitados y poco personal para el resto del hospital. Los pacientes quedan vigilados 24/7 por personal de enfermería que asisten por turnos rotativos de 12 horas. Este hospital no cuenta con Unidad de Cuidados Intensivos.

Hasta ahora, he sido el médico interno asignado a COVID-19 en dos ocasiones. Lo primero que me gustaría destacar es la importancia de colocarse y retirarse de manera adecuada el EPP. Después de varias horas de tenerlo puesto, se vuelve muy tedioso y, la mayoría de las veces, hasta doloroso pero, hay que protegernos y proteger a los que nos rodean. Uno se siente incómodo pero, por el tiempo que sea que uno esté ahí, atiende a las necesidades de esos pacientes con detalle y vocación, como las de todos los demás.

En cuanto a los pacientes, lo que más me toca el alma son sus miradas. Todos los pacientes deben usar mascarillas por lo que, son los ojos los que hablan. Es ahí donde uno recuerda la humanidad dentro de todo el caos. Es una sala donde no se permiten visitas de familiares. En mi última visita, interrogué para la historia clínica a dos pacientes, que venían de un lugar con muchos casos confirmados de COVID-19. Al hablar con ellos, sentí su preocupación, su tristeza, su sentimiento de soledad y cómo parecían saber cuál sería el resultado del hisopado nasofaríngeo.

Quiero aplaudir la labor del personal de enfermería que permanece dentro de la sala y está pendiente de qué puedan necesitar los pacientes.

Estamos viviendo una época de incertidumbre. La población en general está asustada y preocupada por los cambios que ha traído esta pandemia. Los profesionales de la salud, estamos a la orden, pero también caemos. Es muy importante que todos sigan las recomendaciones de los expertos. Quedarse en casa y el lavado de manos son medidas cruciales. No queremos que falte alguien luego de que todo esto pase”.

 

Aura Galdamez – Químico Farmacobiologo – Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias

Fotografía Cortesía

“Trabajo en el Laboratorio Clínico del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias, que ahora, por la reconversión hospitalaria, es un centro COVID, por lo cual trato con pacientes que son sospechosos o ya han sido diagnosticados con COVID-19.

Hace aproximadamente un mes hemos tenido que ir adaptándonos a los cambios que [ha sufrido] mi centro de trabajo. El proceso no es fácil. El primer día que me dijeron: ‘Aura hoy te toca ir a tomar muestras al pabellón de pacientes COVID’, sentí miedo. Tenía miedo de no colocarme de manera correcta el equipo de protección personal, aún no me sentía lo suficientemente capacitada para usarlo [porque] no es nada fácil realizar tus actividades con esté equipo —las [gafas protectoras] se empañan y ya no logras ver; no puedes tocarte, ni mover nada de tu EPP porque puedes contaminarte.

Una vez en el pabellón y ver a tu alrededor a todo el personal vestido en EPP, te impacta y piensas: ‘esto no nos puede estar pasando’. No es lo mismo ver los noticieros, ver que pasa en otro continente, que vivirlo tan cercano. Imposible pensar que será y es nuestra realidad. Hoy nuestra misión es luchar en contra de la pandemia y me enorgullece que con un granito de arena aporto yo a la batalla. Me enorgullece pertenecer a este gran equipo y sigo con fe de que saldremos adelante de la crisis”.

 

Camila Montes Castellanos – Médico Interno de Pregrado – Hospital Angeles, Lindavista

Fotografía Salvador Álvarez

“Soy estudiante de la Universidad Anáhuac. Estoy cursando mi segundo semestre como interna de pregrado. Todos los internos tenemos que rotar en diferentes servicios. En mi caso, me tocaron los meses de marzo y abril estar en el servicio de urgencias. Justamente me tocó ver desde el caso número uno [en el hospital] hasta los pacientes que llevamos al momento —la mayoría ingresaron por el servicio de urgencias. 

En la medicina, y cuando empezó esta pandemia, a todos nos quedó muy claro que cada quién tiene que jugar un rol. No puedes querer hacer todo porque sino todo va a salir mal. Entonces a cada persona le toca hacer algo: al urgenciólogo, le toca meterse a revisar al paciente que está aislado; una enfermera, lo mismo. Y ese es el papel que a ellos les tocó. Pero todos los que nos quedamos afuera, tenemos otros roles que debemos cumplir y son igual de importantes. En mi caso, yo hago los reportes epidemiológicos. Mi tarea es, cada vez que hay un paciente en aislamiento, salir con los familiares a interrogarlos. Las preguntas eran desde si había viajado, a dónde había ido, en qué aerolínea. Una vez que termino las preguntas, termino de llenar el reporte y lo entrego a la persona que reporta los casos a las autoridades correspondientes.

En el servicio de urgencias empezamos a vivir un ambiente muy estresante, de mucha inseguridad. Al principio todos queríamos tener el equipo de protección porque teníamos miedo. Después, conforme pasaron los días y cada uno se fue adaptando a su rol, nos dimos cuenta que si cada quien hacía lo que le correspondía, si cada quien se lavaba las manos cada cierto tiempo, evitar tocarte la cara, el no acercarte a las salas de aislamiento. Ahora, más que nunca era indispensable quitarse el EPP de manera adecuada —hay maneras de quitarte una mascarilla, por ejemplo, y si no la retiras adecuadamente, te puedes contagiar o puedes contagiar a otros. Así que todo este tipo de procedimientos que parecían cero importantes y que quizás antes no les dabas nada de importancia, ahora eran de vida o muerte. Aunque se siente un ambiente tenso y hostil, me sorprendió ver la solidaridad entre los médicos, camilleros, enfermeros, personal de limpieza.

El médico, siempre tiene que ver por el otro: estar para la otra persona y no ver por ti. Toda la medicina para mí, como estudiante, tomó sentido […] Ha sido una lección de vida, toda una enseñanza. Me hace sentir muy afortunada de haber elegido la profesión que elegí”.