Sarah Burton y su equipo viajaron al norte de Inglaterra para absorber todo lo estéticamente gótico y lo convirtieron en una colección de impacto.

Al igual que Alexander McQueen, Sarah Burton se inspiró en sus memorias de la infancia. Entonces llevó a todo su equipo al norte de Inglaterra para respirar la cultura, el ambiente y todos los detalles alusivos al lugar para hacer posible su colección AW19. Es seguro decir que lo logró y, en el camino, incluyó sellos de la firma inglesa que nos remiten al legado estético del diseñador.

La visión era oscura y gótica. Sugestiva y punk también. Fue curioso como Burton logró contrastar lo maquinado por la tecnología y lo hecho por el humano. Artesanalmente, la colección tocó todos los puntos primarios de la sastrería, deconstruyéndolos y jugando con cortes. El corsé, uno de los elementos que no paramos de ver en las entregas de la diseñadora, jugó como protagonista del fetiche. En cuanto a las máquinas, los estampados caleidoscópicos sobre vestidos en volantes y los cortés en láser de un vestido en cuero.

Como una obsesión catalizadora, la inglesa enfatizó en el verdadero anti-fashion. Algunos guiños a Comme des Garçons con los inmensos vestidos del final. En negro y rosa, con detalles tan románticos como lo son las rosas, estos se unieron a la rebeldía con botas de combate.

Ahora bien, a nueve años de la inminente muerte del diseñador, Sarah ha sabido mantener su legado. Con ejércitos como estos, lo ha defendido a capa y espada, desafiando la construcción básica de la moda y construyendo a partir de la herencia inglesa historias tan aterradoras que se vuelven emocionantes.

*IMAGEN: Cortesía de Alexander McQueen