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Tras el reencuentro de los protagonistas del filme mexicano, Amar te Duele, cuestionamos si la relación de Renata y Ulises tendría futuro o está destinada morir.
Esta semana muchos de nosotros vivimos un dramático viaje al pasado tras el reencuentro entre Martha Higareda y Luis Fernando Peña, que para muchos siempre van a ser Renata y Ulises (bueno, digamos que a Luis Fernando no lo volvimos a ver en otro personaje que nos impactara tanto).
Tras 17 años del estreno de Amar te Duele, Renta y Ulises se reencontraron para hacer una campaña con una marca de refrescos que, según lo que pudimos entender tras las publicaciones en Instagram de Martha Higareda, propondrá un nuevo final para su historia de amor.
Dejando de lado el shock de vejez que nos ocasionó a muchos, estas escenas que recrean momentos emblemáticos de la película nos dejaron pensando… ¿Qué hubiera pasado con ellos si (spoiler alert! En caso de que alguien, por alguna extraña razón, no haya visto la película) Renata no se hubiera muerto?
Supongamos que el final hubiera sido distinto y que hubieran logrado huir juntos, incluso hasta más lejos de lo que pretendían. Supongamos que el papá de Renata no hubiera insistido y ellos hubieran podido empezar una nueva vida juntos, en otro lugar donde no fueran Ulises el que vende camisetas en el mercado, ni Renata la niña bien de las Lomas. Supongamos incluso que ambos llevaban suficiente dinero para estar tranquilos un par de meses sin tener que preocuparse por la comida o el techo.
Por supuesto que en la vida real ninguno de estos supuestos tendría cabida y por más que hubieran logrado subirse al camión, Renata hubiera estado de regreso en su casa tres días después.
Pero supongamos que las cosas les hubieran salido bien, porque el amor siempre triunfa, ¿cierto?
Entonces imaginemos este escenario en el que llegan a un hotelito por ahí y al día siguiente, Ulises, que se siente responsable de haber sacado a Renata de su casa, sale a buscar trabajo, porque él es único que sabe trabajar hasta este momento, y encima, es el hombre, el proveedor, por lo menos en el mundo de Renata, donde las mujeres se quedaban en casa a cuidar de los hijos porque con el ingreso de una sola persona era suficiente para mantener a toda la familia.
Entonces Ulises sale a buscar trabajo, y va consiguiendo algo por aquí, algo por acá, hasta que por fin encuentra un trabajo de tiempo completo, digamos de mesero, porque es un chavito de 17 años que no tiene terminada ni la prepa, pero que ya se ve obligado a mantener un hogar porque claro, fue y sacó a Renata de su casa y ahora hay que vivir.
Y después de 8 horas de atender mesas, regresa al hotelito, y encuentra a Renata sentada en la cama, viendo la tele, aburrida. Eventualmente a Renata se le podría ocurrir buscar trabajo ella también, y bueno, habla inglés, tiene buena presencia, puede que incluso la contraten en una tienda, o en la recepción de un hotel, porque experiencia no tiene. Ni la prepa terminada tampoco.
¿Cuánto tiempo antes de que alguno de los dos explote? ¿Cuánto tiempo antes de darse cuenta de que el amor no alcanza para tanto, ni siquiera para pagar el cereal que estaba Renata acostumbrada a desayunar?
En su momento, Amar te duele fue criticada por exponer la diferencia de clases sociales que se vive en nuestro país, y claro, ese tema ha dado para infinidad de artículos, pero aquí no queremos meternos en temas políticos ni socioeconómicos, y estoy segura de que a todos nos encantaría que estas diferencias no existieran. Pero partiendo de que sí existen, tenemos que reconocer que ese amor estaba destinado a fracasar, independientemente de la opinión de papás y amigos.
Y este destino no estaba marcado por la clase social en sí, ni por la capacidad de amar que cada uno tuviera. Ambos eran buenas personas, su amor era bonito, los llevó a descubrir cosas, tanto de ellos mismos como del mundo, los hizo crecer como personas, desafiar las reglas, rebelarse, formarse sus propias opiniones, tomar decisiones por ellos mismos, y todo esto es parte del crecimiento que necesitamos en la adolescencia. Pero creer que su amor hubiera sobrevivido y que la relación tenía futuro a largo plazo es pecar de inocentes.
El romanticismo en la historia nos ha hecho creer que el amor lo puede todo, que nada más importa, pero la realidad es que el contexto, la educación y el estilo de vida de cada persona también influyen en una relación. Incluso si situamos a estos personajes ya más adelante en su vida, tal vez en la universidad, tal vez en una situación en la que sus familias tuvieran menos oportunidad de opinar, ¿qué tanto hubieran podido compartir su vida sin que uno le recriminara cosas al otro? ¿Cuántas veces le reclamaría Ulises a Renata que ella no entiende nada porque siempre lo ha tenido todo? Y aún si Renata quisiera sacrificar su estilo de vida y se fueran a vivir a una isla desierta donde nada material importara, ¿qué tendría que hacer Renata para convencer a Ulises de que es feliz y que no necesita nada más? ¿De que no se arrepiente de nada?
Por supuesto que debe haber cientos de excepciones a esto, y que habrá montones de parejas que sobreviven a todas las diferencias socioculturales que tienen (con sus desafíos, sin duda) pero la realidad es que nuestro equipaje, así sea el que tenemos a los 17 años, importa, y la forma en la que crecimos influye mucho en la forma en la que percibimos el futuro y las expectativas que tenemos de nuestra vida, y en muchas ocasiones, estas no son compatibles con el otro, por mucho amor que pudiera haber en el inicio.
Sobre Renata y Ulises siempre pesarían las culpas, las decisiones tomadas por el otro, los sacrificios hechos y eso… es la crónica de una historia de amor destinada a morir. ¿O ustedes qué opinan?