Moda
El vino y las flores, dos obsequios que emanan de la tierra misma, tienen el poder de transmitir amor y deleite a quienes más apreciamos. En el universo de las bebidas, el vino destaca por su capacidad para priorizar la calidad sobre la cantidad.
Disfrutarlo implica dedicar toda nuestra atención a la copa: apreciar su brillo, percibir sus aromas y saborear su esencia y notas. Estos detalles convierten el arte del “buen beber” en una experiencia completa, que comienza con la elección de la botella adecuada.
En tiempos de San Valentín, la elección del vino cobra un significado especial. Más allá de la calidad de la bebida, lo importante es compartir momentos de complicidad y conexión con nuestros seres queridos.
Cada botella se convierte en un símbolo de esos momentos compartidos y en un vehículo para explorar y compartir gustos y preferencias.
Para maridar el vino en una ocasión especial como el día del amor y la amistad, te recomendamos una cena romántica en casa, una velada íntima junto a la chimenea o un picnic al aire libre.
Para complementar el regalo, puede agregar algunos elementos adicionales, como una tabla de quesos, chocolates finos o una selección de frutas frescas para disfrutar de una velada inolvidable.
Y para coronar un vino Rosado con notas de fresas, frambuesas, cerezas y unos toques florales de lilas y violetas; o un Sauvignon Blanc, una mezcla de aromas de frutas cítricas y tropicales, como la lima, piña, mango y guayaba, ambos de Casa Luna.
Regalar un vino de calidad en San Valentín va más allá de un simple gesto. Es una oportunidad para expresar amor y complicidad, para deleitar el paladar y para explorar nuevas sensaciones sensoriales.
Con cada copa, brindamos por el amor y la amistad, celebrando la belleza de la vida y la compañía de quienes más valoramos.
*IMAGEN: Cortesía Casa Luna
