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Durante los meses de frío, el organismo enfrenta cambios que pueden influir en la energía, el sistema inmunológico y el estado general de salud. Las bajas temperaturas incrementan la demanda energética y suelen modificar la forma en que el cuerpo regula la temperatura interna, por lo que la nutrición adquiere un papel aún más relevante. Resulta necesario comprender qué alimentos refuerzan la salud en esta temporada, permitiendo diseñar rutinas alimentarias prácticas y sostenibles que acompañen el ritmo de vida diario.
Frutas ricas en vitamina C
Las frutas que contienen altos niveles de vitamina C —como naranja, mandarina, guayaba, kiwi y toronja— son fundamentales en los meses fríos. Esta vitamina interviene directamente en la función inmunitaria, contribuye a la producción de colágeno y ayuda a la recuperación del cuerpo ante infecciones respiratorias comunes en invierno. Su consumo constante facilita mantener un equilibrio adecuado entre energía y defensa, además de aportar hidratación en días en los que suele disminuir la ingesta de agua.

Proteínas de alta calidad
En invierno, las proteínas tienen un papel clave: mantienen la masa muscular, ayudan a la reparación de tejidos y participan en la producción de anticuerpos. Fuentes como pollo, pescado, huevo, frijoles, lentejas y garbanzos aportan aminoácidos necesarios para el funcionamiento general del cuerpo. Para quienes prefieren opciones de origen vegetal, la combinación de leguminosas con cereales integrales asegura una ingesta equilibrada.
Cereales integrales
Avena, arroz integral, quinoa y amaranto brindan energía de liberación prolongada, ideal para enfrentar mañanas frías o jornadas extensas. Además, su contenido en fibra mejora la saciedad y regula la glucosa, lo que contribuye a mantener un rendimiento físico y mental adecuado. Al incorporarlos en desayunos o comidas principales, se evita la sensación de fatiga que suele presentarse durante esta temporada.
Grasas saludables
Aceite de oliva, aguacate, nueces, almendras y semillas aportan grasas que intervienen en la función cerebral, la salud cardiovascular y la estabilidad hormonal. En invierno, estas grasas ayudan a sostener la temperatura corporal y a mejorar la absorción de vitaminas liposolubles como A, D, E y K. Consumirlas en cantidades moderadas asegura un equilibrio nutricional que favorece el bienestar general.
Verduras de temporada
Las verduras como brócoli, espinaca, acelga, kale y zanahoria proporcionan vitaminas A, C, E y minerales como hierro y potasio, indispensables para el funcionamiento celular y la regulación de la temperatura corporal. Su contenido en fibra favorece la digestión, lo cual es esencial cuando la actividad física disminuye por el clima. Integrarlas en sopas, cremas o guisos calientes permite aprovechar sus nutrientes sin recurrir a preparaciones complejas.

Infusiones y líquidos calientes
La hidratación puede disminuir de forma inadvertida durante los meses fríos debido a que la sensación de sed es menor. Beber agua natural, tés de hierbas o infusiones de jengibre, canela o manzanilla ayuda a mantener el equilibrio de líquidos, favorece una digestión óptima y contribuye a aliviar la tensión muscular que puede aparecer con el frío. Estas bebidas complementan la alimentación sin añadir calorías innecesarias.