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Con una sonrisa llena de pasión y su profunda voz, el actor uruguayo Agustín Della Corte Bertoni está conquistando nuestras pantallas con su papel de Roque Pérez en Olympo, la nueva serie juvenil de Netflix que mezcla sudor, secretos y emociones al rojo vivo en un centro de alto rendimiento deportivo.
Pero detrás de este protagónico hay una historia de giros inesperados, pasiones cruzadas y una convicción irrompible: la de seguir siendo fiel a sí mismo. En entrevista exclusiva para Grazia México y Latinoamérica, el actor que saltó a la fama por su participación en la película La Sociedad de la Nieve, nos cuenta sobre su trayectoria antes de ser actor y todo lo que ha tenido que atravesar para llegar a dónde está.
Para Agustín, el camino hacia la actuación no comenzó en un escenario ni frente a una cámara, sino en una cancha de rugby. Fue parte de la selección uruguaya que disputó el Mundial de Japón en 2019, un logro con el que muchos sueñan pero que él decidió dejar atrás cuando sintió que el balance emocional y físico ya no jugaba a su favor, por lo que se enfocó en la actuación amateur.
“El deporte de alto rendimiento es un trabajo 24/7 del que es muy difícil desconectar, y ese nivel de exigencia, aunque se disfruta un montón, puede ser muy desgastante a veces”, nos cuenta con honestidad. “Me crucé con el casting de La Sociedad de la Nieve, y de forma muy instantánea me enamoré del trabajo de actor y decidí meterme de lleno. Afortunadamente, la suerte me acompañó y me seguí cruzando con lindas oportunidades de seguir explorando este camino, una de ellas fue Olympo, un proyecto alucinante que a nivel personal me significó un desafío muy grande, y que me enseñó mucho”.
En Olympo, Agustín interpreta a Roque Pérez, un talentoso rugbista que carga con el peso de la discriminación homofóbica dentro del mundo deportivo. Un papel que, lejos de intimidarlo, lo tocó profundamente.
“Llevar adelante un personaje homosexual no es un reto por estar en un entorno masculino; el problema no es la masculinidad, sino la homofobia que se vive allí”, respondió de forma muy directa ante la pregunta que le hicimos sobre qué significó para él asumir el rol de un personaje que se siente atraido hacia los hombres en un mundo masculino como el rugby, y reafirma: “porque entonces volvemos a caer en poner a la masculinidad y a la homosexualidad como si fueran cosas opuestas”.

“Roque se ve enfrentado a la discriminación homofóbica que existe en ese mundo, no a la masculinidad. En ese sentido, significó para mi desde el primer momento una carga muy grande que asumí con mucha responsabilidad, sé que estoy representando situaciones súper sensibles que han sufrido y siguen sufriendo muchas personas, y con ese nivel de compromiso intenté construir un personaje que, como característica principal, no está dispuesto a renunciar a ser quién en verdad es, a cambio de complacer a los demás”, añade.
Agustín no duda en reconocer que interpretar a Roque también lo hizo mirar hacia adentro. “La serie retrata de manera muy real la presión que se sufre en el alto rendimiento, el sacrificio, y el impacto de todo ese desgaste físico y mental en la vida de los deportistas. El haber experimentado en carne propia muchas de esas situaciones a lo largo de mi corta carrera como deportista profesional, me sirvió como herramienta para luego intentar representar eso de manera más fidedigna”, confiesa.
“Creo que todos en algún momento hemos sentido la falsa necesidad de aparentar algo que no somos a cambio de encajar en algún lugar o lograr ciertos objetivos. También he experimentado cómo a veces debemos tomar decisiones que impactan en personas cercanas y ponen en peligro nuestras relaciones interpersonales. Tener que representar este tipo de situaciones siempre te retrotrae a experiencias personales inevitablemente y es fácil que eso genere un impacto a nivel personal, que no tiene por qué ser negativo, parte de lo que más me gusta de actuar es justamente que ciertas situaciones ficticias a veces me ayudan a replantearme cuestiones de mi propia vida”, reflexiona.
Aunque las comparaciones con otras series juveniles como Élite no se han hecho esperar, Agustín tiene claro que Olympo tiene vida propia. “No es solo por la trama, también considero que tiene un estilo visual y un tono actoral que la hacen única. Estoy seguro de que, con más temporadas, si es que se confirma que seguimos, se verá aún con más claridad que podemos seguir construyendo esta historia por un camino muy distinto al que han seguido otros títulos”, asegura.
Además, destaca el impacto emocional del proyecto y cómo resuena con la vida real. “La serie muestra muy bien la presión que viven los atletas, pero también cualquier persona hoy en día. Esa frase que usamos: ‘caer está permitido, levantarse es obligatorio’, suena inspiradora, pero también puede generar una presión extra. Olympo no se queda con el mensaje romántico: muestra las dos caras, y eso la vuelve universal”, explica.

Sin spoilers, el trailer de la serie sugiere que “caer está permitido, pero levantarse es obligatorio”, le comentamos para preguntarle si siente que esa frase refleja alguna experiencia en el personaje o en su vida real, por lo que respondió: “Esta frase representa una visión romántica de esta situación: la de trabajar y esforzarse incansablemente por lo que queremos, ser resilientes y no quebrarnos nunca, que creo que está bien. Pero hay que tenerle cuidado a esta visión, muchas veces sí que se hace muy difícil levantarse de algunas situaciones, y el creer que ‘levantarse es obligatorio’ aporta una presión extra que a veces lo vuelve todo mucho peor”, comparte.
“Tanto la parte negativa como la positiva de esto están representadas en Olympo, por eso creo también que cualquier persona que la vea puede sentirse identificada y analizar situaciones de su propia vida viendo la serie. Esto la vuelve super interesante para cualquiera y eso me parece muy difícil de lograr, y muy valioso”, afirma.
Uno de los momentos más exigentes del rodaje fue el campeonato en Turín, del episodio 3. “Fue muy duro de rodar para todo el equipo, contábamos con pocos días y estábamos rodando bastante lejos de los estudios. Requirió mucho esfuerzo, tanto de los actores y el director Daniel Barone, para contar secuencias de deporte real que son muy complejas de rodar, como también de todo el equipo, que tuvo que trasladar mucho material hasta allí y eso hace que esas jornadas se vuelvan más pesadas”, reconoce con orgullo.
Con una carrera actoral que despegó a gran velocidad de la cancha a La Sociedad de la Nieve a Olympo, Della Corte se mantiene con los pies en la tierra: “Estoy abierto a todas las oportunidades que puedan venir, que me hagan seguir explorándome como actor, y que me lleven a seguir conociendo personas fascinantes como hasta ahora, afortunadamente, me viene sucediendo”.
Y si algo queda claro tras esta conversación es que seguiremos escuchando el nombre de Agustín Della Corte por mucho más tiempo.