Moda
Con la llegada del invierno, la piel se enfrenta a un entorno más seco y frío que puede alterar su equilibrio natural. Las bajas temperaturas, el viento y los cambios bruscos de clima suelen provocar deshidratación, enrojecimiento y sensación de “piel estirada”. Por ello, adaptar la rutina de cuidado facial a esta temporada es fundamental para mantener una piel saludable y protegida.
El primer paso es reforzar la hidratación. Durante el invierno, la barrera cutánea pierde agua con mayor facilidad, por lo que es recomendable optar por cremas más densas o con ingredientes humectantes como ácido hialurónico, glicerina y ceramidas. Estos componentes ayudan a retener la humedad y a prevenir la descamación, especialmente en zonas más expuestas como el rostro, las manos y el cuello.
El segundo aspecto clave es la limpieza. Aunque el clima sea más frío, la higiene diaria sigue siendo necesaria para eliminar impurezas y restos de productos. Sin embargo, es importante evitar limpiadores con sulfatos o alcohol, ya que pueden resecar la piel. En su lugar, conviene elegir fórmulas suaves y sin fragancia, que respeten el manto de humectación natural.

La exfoliación, en tercer lugar, debe realizarse con moderación. Retirar las células muertas favorece la renovación celular y mejora la absorción de los tratamientos, pero hacerlo en exceso puede irritar la piel. Lo ideal es utilizar un exfoliante suave una vez por semana, preferiblemente con ácidos como el láctico o el mandélico, que aportan luminosidad sin ser agresivos.
El cuarto consejo es mantener el uso del protector solar. Aunque la radiación solar parezca menos intensa, los rayos UV continúan afectando la piel incluso en días nublados o fríos. Aplicar protector con un factor mínimo de 30 cada mañana es una medida esencial para prevenir el envejecimiento prematuro y las manchas.
Por último, el entorno del hogar también influye. Utilizar un humidificador y mantener una adecuada ingesta de agua contribuye a conservar la hidratación desde el interior. Además, incorporar alimentos ricos en antioxidantes y ácidos grasos, como el aguacate, las nueces o el salmón, ayuda a fortalecer la piel frente a las agresiones externas.

Con hábitos constantes y productos adecuados, es posible mantener una piel equilibrada y protegida durante toda la temporada.