Moda
Hace dos años todo parecía perfecto, pues seguramente recuerdas entre la lista de modelos que anunciaban a través de sus redes sociales Fyre Festival se encontraban Kendall Jenner y Emily Ratajkowski. Este era uno que según Daily Mail prometía impresionantes villas a la orilla del mar, yates con modelos y muchísimo lujo.
El anticipado día llegó y todo fue un desastre, pues en vez de un fin de semana espectacular el público vivió en pésimas condiciones y así, ellas junto a otros artistas como Blink-182, Pusha-T, Migos y Lil Yachty, fueron demandados por su participación.
Kendall está demandada por 275 mil dólares y Emily por 300 mil dólares, por concepto de las publicaciones que hicieron en sus cuentas de Instagram para promocionar el festival, al que por cierto, no asistieron.
La persona que interpuso la demanda es Gregory Messer, el encargado de supervisar a Fyre Media, empresa responsable del festival creada por Billy McFarland, según información publicada por The Wall Street Journal. De acuerdo a Messer, estos artistas debían promocionar y/o participar en el festival, por lo que ya se les pagó una fuerte cantidad de dinero. “Ellos fueron parte del esquema de McFarland para estafar a los inversionistas”, dijo Gregory al diario estadounidense, por lo que pide este monto sea regresado para devolverlo a los inversionistas. La cifra es de aproximadamente 26 millones de dólares. ¡Vaya problema!
Fyre Festival se creó para hacer competencia directa a Coachella, el afamado festival musical que se lleva a cabo todos los años en Indio, California. La fiesta creada por Billy McFarland prometía ser el evento musical más grande del mundo. Se realizaría por 9 días en una isla en las Bahamas, y se presentarían bandas de renombre en escenarios maravillosos con vista al mar, alojamiento de lujo, alimentos gourmet, fiestas privadas en yates, entre muchos otros eventos. Las entradas costaron miles de dólares y al final todo fue un fraude.
Sí se llevó a cabo en 2017, pero resultó ser todo, menos lujo. Hamburguesas, colchones mojados en tiendas de campaña como cualquier otra, bandas que cancelaron, nada de yates y nada de champaña. Obviamente a los asistentes les dio un micro infarto y comenzaron las demandas.
Por lo menos les fue bien, porque a Billy McFarland lo condenaron a seis años de prisión por el delito en cuestión.