Arya Stark es un modelo de mujer que todas deberíamos seguir; ¿por qué? Simplemente por escoger su sueño sobre un esposo.

Durante ocho temporadas vimos a Arya Stark crecer hasta convertirse, según las predicciones para el último episodio, en la mujer que va a ejercer el equilibrio entre todas las fuerzas de Westeros.

Arya siempre estuvo destinada a hacerlo, y su educación siempre estuvo encaminada hacia un fin mucho más trascendente que el de su hermana, a pesar de que Sansa aún sigue en la contienda por el trono. Sin embargo, los intereses de Arya nunca pasaron por el matrimonio y los hijos, ni aunque fuera para asegurar el futuro de su familia.

Y la máxima expresión de su capacidad guerrera, una de las razones por las que ha entrenado toda la vida,  la vimos en el episodio tres de esta temporada, cuando después de una intensa pelea acaba con la vida del Night King.

Pero justo antes de ese episodio, Arya Stark nos dio material para debatir por la decisión de acostarse con Gendry, escena que incomodó a más de uno, y eso que estábamos hablando de sexo consensuado entre dos adultos (aunque la carita de Maisie Williams nos haga sentir que sigue teniendo 15).

Y tras la épica batalla de Winterfell, justo en medio de la celebración, Daenarys decide, en una movida estratégica, legitimizar a Gendry Baratheon y darle un lugar como Lord de Storm’s End, capital de Stormlands. 

Gendry no cabe de la emoción y lo primero que hace es correr a contárselo a Arya, a quien encuentra practicando con su arco. Desde que inicia esta conversación, Arya deja muy claro qué clase de chica es, porque justo cuando él le pregunta que por qué no está celebrando con los demás, ella le dice: “Es que sí estoy celebrando”. Con ella misma, con sus flechas y su arco, con las cosas que ama hacer y que la definen como persona, como mujer.

Así que cuando Gendry le ofrece acompañarlo, irse juntos a Storm’s End y que ella sea su mujer, Lady Baratheon, Arya lo mira con dulzura, lo besa, y le dice: “I’m not a lady… That’s not me”.

Y con esto le dice adiós a su historia de amor, romance, amistad, lo que quieran que haya sido, para continuar su camino ella sola, como la mujer guerrera que es, decidida a acabar con la vida de Cersei (y ahora tal vez con la de Daenarys).

De hecho, esta misma frase se la dijo Arya a Ned Stark en la primera temporada, y con este guiño por parte de los guionistas podemos entender que Arya siempre ha sabido quién es y cuál es su destino.

Ella nunca ha soñado con ser la Lady de nadie, la novia de nadie, la amante de nadie… Arya tiene claro que a ella le toca luchar por lo que cree justo, por su familia, por el pueblo, por todo lo que es noble y bueno y está dispuesta a sacrificar cualquier otra cosa que se interponga entre ella y su objetivo, aunque eso implique dejar ir a Gendry y saber que él va a buscar a otra Lady.

Pero es que a Arya siempre le contaron un cuento en el que ella no estaba sujeta a ser una damisela que necesitaba ser rescatada, al contrario, la entrenaron como guerrero, creció entre hombres que la trataban como una igual (casi siempre) y generó amistades que la respetaban por las decisiones que tomaba, independientemente de que fuera mujer. A ella le dijeron que había más de un camino para triunfar en el mundo, uno que no involucraba casarte por conveniencia o buscar la maternidad para garantizar el apellido, o casarte simplemente porque era lo que se esperaba de las mujeres.

Arya se trazó su propio destino, tropezándose, viéndoselas negra, superando prejuicios, aprendiendo de quién pudiera, lo mismo de Jon Snow como de su hermana que, aunque fue forzada a elegir la vida de matrimonio, aprendió a jugar sus cartas y a mover los hilos hasta convertirse en una mujer tan poderosa (o incluso más, ahora que sigue viva) que Cersei.

A Arya le contaron un cuento de libertad, de elecciones, de pasiones… Uno que a muy pocas mujeres nos han contado, y que bien pudiéramos ir poniendo sobre la mesa. Qué pasaría si, en lugar de decirnos que vamos a encontrar el amor y vamos a casarnos y tener hijos, ¿nos dijeran que hay más caminos por explorar? ¿Qué tal que hubiera una princesa que se enamorara de un príncipe, y luego de otro, y luego de otro? ¿Qué tal que hubiera un cuento en el que una mujer no se validara a sí misma a través de su capacidad para ser madre?

Arya se presenta en el mundo como un nuevo modelo a seguir que se sale de los paradigmas convencionales establecidos por la sociedad desde hace milenios, y nos muestra a una mujer fuerte, decidida, apasionada; en el campo de batalla, justa, leal, noble, amable… Todas las cualidades de un buen líder. Sobre todo, un líder que se levanta de las cenizas.

Sabemos que las posibilidades no son muchas, pero, ¿no sería un excelente twist que Arya se quedara con el trono de hierro? Imaginen el role model que sería para las futuras generaciones…

*IMAGEN: Cortesía de HBO