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En una velada que permanecerá en la memoria cultural de México, Oaxaca vivió una noche llena de arte, música y danza en la develación del nuevo telón principal del Teatro Macedonio Alcalá. El majestuoso lienzo, obra del artista oaxaqueño José Luis García, se presentó el martes 19 de agosto en medio de un ambiente festivo y emotivo, donde la primera bailarina Elisa Carrillo y la cantante Lila Downs engalanaron el escenario con interpretaciones que tocaron el alma del público.
La ceremonia inició con las palabras de la Dra. María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú, quien subrayó la trascendencia del telón como un “cielo estrellado para el arte y la cultura de Oaxaca”. Más allá de su carácter utilitario, destacó, esta obra se erige como un puente entre la imaginación, las emociones y la memoria cultural de un pueblo que respira arte en cada rincón.
Bajo el título Ñúú Nundúva (que significa “Oaxaca” en lengua mixteca), el lienzo se revela como un cosmos donde conviven colores, formas y destellos que evocan la memoria de artistas, músicos, historiadores y bailarines que han dejado una huella en la historia del estado. El maestro José Luis García, con más de cuatro décadas de trayectoria, plasmó en esta obra su característico lenguaje plástico en el que se funden la herencia prehispánica y la influencia de la Nueva España, utilizando materiales como oro, plata y paladio. Para él, este telón representa un “universo personal” donde los espíritus del arte dialogan con las nuevas generaciones.
La danza elevó la noche con la participación de Elisa Carrillo, primera bailarina del Staatsballett Berlin, quien interpretó junto a su esposo, Mikhail Kaniskin, la coreografía Multiplicity. Forms of silence and emptiness, de Nacho Duato, inspirada en la vida de Johann Sebastian Bach.
El broche de oro llegó cuando la voz de Lila Downs se entrelazó con la danza de Elisa Carrillo en la interpretación de Naila, coreografía dirigida por Alejandra González y Jetze Velasco. La unión de música y movimiento llenó de emoción el recinto, que cerró con la interpretación de la melodía Dios Nunca Muere, himno sentimental de Oaxaca.
Este nuevo telón es un símbolo del compromiso de Oaxaca con su patrimonio, un recordatorio de que la cultura, como la música que cerró la noche, nunca muere.