Moda

Hay vestidos que cuentan historias. El que llevó Eve Jobs el pasado 26 de julio en su boda, es uno de ellos. En la histórica iglesia de St. Michael and All Angels, en el corazón de los Cotswolds, la hija menor de Steve Jobs dio el “sí, quiero” al jinete olímpico británico Harry Charles con un diseño que capturó la atención del mundo de la moda, incluso bajo un aura de absoluta privacidad.
Eve, acostumbrada a la precisión del deporte ecuestre y la estética del modelaje, optó por un vestido nupcial que fusionó estructura y suavidad. La firma elegida fue Givenchy, y el resultado, un diseño a medida que redefinió el concepto de minimalismo romántico. Con escote cuadrado y tirantes anchos, el cuerpo ceñido moldeaba su silueta hasta las caderas, donde una falda de corte sirena abría paso a una elegante cola redondeada.

Los bordados artesanales, inspirados en motivos vegetales, recorrían sutilmente el bajo del vestido y la parte superior, generando un efecto de textura delicada que solo se aprecia en piezas verdaderamente hechas a mano. El equilibrio entre sobriedad y riqueza visual hizo que el conjunto resultara atemporal, sin caer en excesos.
Para completar el look, Eve optó por un velo clásico de tul con bordes de encaje, ligeramente más largo que la cola. Lo sujetó con un recogido pulido con raya al centro, una elección que permitió destacar unos pendientes discretos y luminosos. Cada elemento estaba alineado con una visión clara: naturalidad refinada, sin artificios.

La boda, marcada por el hermetismo, fue el escenario perfecto para una declaración de estilo que no necesitó estridencias. El vestido de Eve fue el reflejo de una mujer que conoce su esencia, que valora la costura de autor y que encuentra en la simplicidad una forma de sofisticación.
Así, Eve Jobs se suma a esa breve pero poderosa lista de novias modernas que apuestan por la elegancia consciente, donde cada puntada cuenta y el vestido se convierte en un símbolo silencioso de identidad.
*IMAGEN: Google images