Con una trayectoria de más de cuatro décadas, Dolores Heredia se ha consolidado como una de las figuras más comprometidas y sensibles del cine y teatro mexicano.

Actriz, productora y promotora cultural, Heredia ha sabido navegar los desafíos de una industria compleja, apostando siempre por la autenticidad, la comunidad y la transformación a través del arte.

En esta conversación íntima, comparte los momentos que marcaron su vocación, reflexiona sobre el estado actual del cine nacional y deja un mensaje potente a las nuevas generaciones que hoy comienzan su propio “ratito de vida” en las artes.

Dolores Heredia: El arte como destino
Dolores Heredia: El arte como destino

Dana Apigna: Me gustaría comenzar diciendote “felicidades”, para mí es muy admirable saber que hay una mexicana que ha estado tantos años en el cine, el arte, el teatro… Han pasado 40 años desde que comenzó tu travesía artística. Mirando hacia atrás, ¿hay algún momento en el set, en el teatro, o incluso en una conversación que haya sido un parteaguas en tu vocación como actriz?

Dolores Heredia: ¡Uy! Sí, varios. La vida está en constante cambio. Si uno está abierto, se da cuenta de que las oportunidades siempre están ahí. Mi vida ha sido de constante movimiento. Nada de confort. Salí de mi paraíso de origen, rodeada de amor, y llegué a la Ciudad de México. Me corrieron casi de la escuela, una por la que luché mucho. Eso fue un parteaguas.

Luego conocí a Daniela Pasca, nos enamoramos, trabajamos juntos diez años en una compañía suiza. Me obligo, en el mejor sentido, a aprender idiomas y otra forma de hacer teatro. Después vino el cine, la presidencia de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas… Cada proyecto me ha transformado. Nunca elijo el camino fácil. Como decía mi mamá: siempre tomas el camino lleno de espinas. Pero así crezco.

Dana Apigna: Y eso es admirable, porque quien no toma decisiones, no crece. Ya que mencionas tu presidencia en la Academia, me gustaría preguntarte: ¿cómo ves la salud del cine mexicano actualmente y qué crees que aún nos falta fortalecer como comunidad?

Dolores Heredia: Nos falta crear comunidad. Una fuerte, cómplice. Que sepamos lidiar con nuestros propios miedos y pensar colectivamente. Una comunidad sólida nos permitirá impulsar leyes que realmente representen nuestra realidad como cineastas. Hacemos mucho cine de autor, y eso debe reflejarse en una ley que entienda que el cine no solo es negocio, también es cultura. Y debemos defenderlo así.

Dolores Heredia: El arte como destino
Dolores Heredia: El arte como destino

Dana Apigna: Volviendo un poco a tus inicios, en tu libro Un ratito de vida mencionas que el teatro llegó a ti como un juego para espantar el aburrimiento. ¿Qué fue lo que transformó ese juego en un compromiso vital?

Dolores Heredia: La relación con el público. Recuerdo esa primera función, estar tras el telón y escuchar a la gente llegar, murmurar… Ahí entendí la dimensión del encuentro. Se abrió el telón, nos vimos, se creó una complicidad. Eso fue fundamental. En el cine también intento traspasar la cámara y tocar el alma del espectador. Es mi obsesión.

Dana Apigna: Has interpretado personajes muy diversos. ¿Qué has descubierto de ti misma al verte en tantos contextos diferentes?

Dolores Heredia: Este reconocimiento en el Festival de Guadalajara y el proceso del libro me hicieron mirar atrás. Vi cosas que no valoré en su momento. Me siento muy bendecida. He tenido el corazón para aceptar lo que la vida me ofreció. Todo eso me da energía para seguir dando el siguiente paso.

Dana Apigna: Has estado tanto frente como detrás de cámara. ¿Qué aprendizajes te deja estar en ambos lados en una industria como el cine mexicano?

Dolores Heredia: Desde muy joven descubrí que me hacía bien decir lo que pienso y luchar por lo que creo. Intento siempre ser justa. Pienso en comunidad. Me importa participar en la vida pública, en políticas culturales que beneficien a todos. Mientras sienta que puedo colaborar, ahí estaré.

Dolores Heredia: El arte como destino
Dolores Heredia: El arte como destino

Dana Apigna: Recibiste el Mayahuel de Plata, que celebra no solo tu legado, sino también el de toda una comunidad artística. ¿Qué mensaje dejas a las nuevas generaciones que comienzan su propio “ratito de vida” en el arte?

Dolores Heredia: Tengo una hija de 17 años y su generación es increíblemente cinéfila. Eso me llena de esperanza. Aunque no todos estudien arte, es importante tener formación artística. Te cambia la visión de la vida. También les diría: véanse entre ustedes, conozcan el trabajo del otro, decidan qué tipo de artistas quieren ser. Eso es vital. Más vale dar pasos con conciencia.

Dana Apigna: Sí, y creo que también se ha perdido mucho el contacto humano, físico. Y eso es muy triste. La vida real también se toca.

Dolores Heredia:
Totalmente. El toque es esencial.

Dana Apigna: Para cerrar: si hoy tuvieras que escribirte una carta a ti misma, ¿qué te dirías?

Dolores Heredia: Me escribo mucho, tengo contacto constante conmigo. Siempre me digo que no se me vaya la gozadera, que invada toda mi vida. Pero también que no pierda mis hábitos, mis rituales, lo que me da estabilidad. Soy Libra, me encanta la fiesta, pero me recuerdo que debo regresar a mí. También me repito: sé paciente, entiende al otro, aprende del tiempo que estás viviendo.

Dana Apigna: ¡Wow! Muchas gracias por compartir tanto, Dolores. Gracias por dejar un legado tan importante en nuestro país y por tu sensibilidad. Es un honor escucharte.

Dolores Heredia: Qué linda. Y qué bonita entrevista. No siempre se encuentran preguntas tan buenas ni una conversación tan relajada. Gracias a ti.

*IMAGEN: Getty Images