Moda

Kris Goyri presentó su primera colección de vestidos de novia y lo hizo con una propuesta que desafía los clichés del vestido blanco tradicional. Bajo el nombre La Boda, la colección debut se mostró el pasado 15 de junio en Casa Pedregal, en la Ciudad de México, con siluetas fluidas, telas etéreas y una idea central; vestir a mujeres que celebran el amor sin perder su autenticidad.
La inspiración vino de la naturaleza. Flores, pétalos, rocío. Goyri los convirtió en vestidos que flotan, que se mueven, que respiran. Usó chifón, organza, tul y crepé de seda para lograr volúmenes que acompañan el cuerpo sin aprisionarlo.

Incluso, en algunos medios locales, el diseñador aseguró que con esta colección buscó representar el proceso de la flor, como cuando ésta abré un pétalo o lo tira.
Nada de corsets asfixiantes ni estructuras rígidas. Esta es una novia que baila, que corre descalza por la playa si quiere, y que ante todo, se celebra a sí misma.

La colección fue pensada para mujeres que no siguen moldes. Nada más lejos de una boda tradicional. Aquí lo que importa no es el protocolo, sino el espíritu.
Esa sensación de libertad también se reflejó en el lugar elegido para la presentación, la icónica casa diseñada por Luis Barragán, que aportó una dosis de arte y mística a la pasarela íntima y llena de luz natural.

Desde hace años, Goyri se ha consolidado como uno de los diseñadores mexicanos más interesantes por su forma de mezclar modernidad y raíces.
Ahora da el salto al universo bridal con una colección que no busca la perfección, sino la verdad de cada novia. En cada pieza hay una historia, una flor que se abre, un recuerdo de infancia, un suspiro. Goyri logró convertir su visión poética del diseño en vestidos que no solo se usan, se sienten.