Cuando das a luz crees que ya está todo el trabajo hecho. Has pasado lo tuyo en el parto y ves el momento en que nace tu bebé casi como cuando presentan a Simba a todo el reino animal. Ya está aquí tu heredero…

¡Ja! Lo más difícil no ha hecho más que empezar y comienza uno de los periodos más inciertos en la vida de la mujer. Emocionada y feliz porque por fin tienes a tu chiquitín en brazos por un lado y agotada al mismo tiempo porque, ¡qué bonito es el postparto!

Lo primero que tienes que asumir es que aquí has dejado de ser la reina del mambo. Has desaparecido para todo el mundo, que ahora se preocupan por tu peque y tú… te has vuelto invisible, has pasado a un segundo plano. Te contamos todo lo que puedes esperar para que no te pille de nuevas y no eches a correr:

© Fotograma de 'La fuerza del amor' (2000)
© Fotograma de ‘La fuerza del amor’ (2000)

1. Pero ¿y esa barriga?
Tú, como todas, esperabas dar a luz y que tu barriga desapareciera inmediatamente. Estabas preparada, tal vez, para una barriga colgandera de esas que se quitan con ejercicio y abdominales pero ¡no! Lo que tienes es una barriga así como de 4 o 5 meses, lo que viene siendo una tripa de embarazada. ¿Oigan, pero han mirado bien? ¡No vaya a ser que se haya quedado otro bebé ahí dentro!

Esto es perfectamente normal pero, francamente, NO MOLA NADA.

Sí, si no te has enfrentado a un parto seguramente te preguntaste por qué Kate Middleton seguía teniendo tripita de embarazada mientras sostenía a su bebé.
Sí, si no te has enfrentado a un parto seguramente te preguntaste por qué Kate Middleton seguía teniendo tripita de embarazada mientras sostenía a su bebé.

2. Vale, esa barriga se fue pero ¿y ésta?
Esa SÍ es una barriga colgandera, de las que hay que trabajar si quieres que desaparezca. Esa es la barriga que no tienen las supermodelos, esas que tres días después de parir están en el desfile de Victoria’s Secret como si lo que hubiesen tenido fuesen unos simples gases. Aunque no sé de qué nos extrañamos: son las mismas que afirman que están tremendamente buenas comiendo de todo, bebiendo mucha agua, todo gracias a su genética cuando todos sabemos que llevan media vida matándose a hacer dieta y ejercicio como si no hubiera un mañana.

¿Una buena noticia? porfavorgracias Si das el pecho gastarás entre 200 y 500 calorías más que si eres de lactancia artificial. Tu sujetador no tendrá un aspecto esplendoroso como el de los ángeles (los de lactancia son antieróticos a más no poder) pero tu pecho estará más bonito que nunca. Algo es algo.

Nunca serás como nosotra, majeta
Nunca serás como nosotra, majeta

3. Dar el pecho no es tan fácil como te lo pintaron
Tú esperabas que aquello fuera una sencilla historia de amor: «pecho-bebé, bebé-pecho, id conociéndoos». ¿Qué puede fallar?

Hay gente para quien la lactancia resulta tremendamente sencilla desde el principio, y también hay quienes han de salvar un montón de escollos. Si quieres dar el pecho, haz oídos sordos a todos los opinólogos que te dicen que tu leche no alimenta, que no tienes suficiente o que tengas a tu bebé un cuarto de hora en cada pecho cada tres horas. Si de verdad quieres darlo, tiene que ser a demanda y tienes que rodearte de gente que sepa de verdad del tema y que te pueda ayudar de verdad si tienes problemas.

Y si no quieres darlo, no lo hagas. Infórmate y toma una decisión. Esto no es un concurso de madres y flaco favor nos hacemos si convertimos la lactancia en un arma arrojadiza entre nosotras. El postparto es un momento muy delicado para andar machacando a nadie.

¡Venga ya! ¿Ya estamos con lo mismo?
¡Venga ya! ¿Ya estamos con lo mismo?

4. El que inventó lo de «dormir como un bebé» no tenía hijos
Pero ¿qué carajo es esto de que dormir como un bebé sea sinónimo de dormir plácidamente? En serio ¿quién diantres se sacó de la manga una expresión como esa? ¡Seguro que no tenía hijos! Los bebés se despiertan ochocientasmil veces, así tirando por lo bajo, y tienen la costumbre de llorar para hacértelo saber. Así que sí, ellos y vosotros dormís como un bebé: mal y a trompicones.

En el postparto descubrirás que lo de dormir está muy sobrevalorado y que por alguna extraña razón consigues ser persona habiendo dormido cuatro horas y no precisamente seguidas. Que tú te ibas de marcha, con todo el día siguiente para recuperarte, y aquello te parecía una hazaña; pero aquí unes noche de empalmada con noche de empalmada y sobrevives. A duras penas, pero oye, sobrevives.

También puedes tener suerte y tener un niño de esos que duerme 8 horas seguidas como los que cuenta la leyenda que existen. Tú cruza los dedos por si acaso.

El próximo que me compare con Mrs. Bates sentirá mi ira
El próximo que me compare con Mrs. Bates sentirá mi ira.

5. Duerme cuando tu bebé duerma… Ya. Claro.
Otra frase que vas a oír mucho y que también hace que las recién paridas muten en Chuky cuando se las dicen. Tu niño, un bebé completamente normal se despierta cada dos/tres horas durante el día y cada cuatro o cinco durante la noche. Ya me contaréis en qué momento duermes tú ahí, en ese patrón. Porque tu peque se despierta, come, lo cambias (si hace falta), recoges, o comes, o te duchas, o haces la compra, o… en fin, esas cosas que no se hacen solas. Total, que cuando ya estás para irte a dormir ¡se han pasado las dos horas de marras y volvemos a lo mismo!

En serio, no le digas a una recién parida que duerma cuando lo haga su bebé. No lo hagas.

Estor súper despierta. En serio.
Estor súper despierta.

6. Las hormonas, esas grandes amigas
Asúmelo, cuando acabas de dar a luz no hablas tú, tus hormonas lo hacen por ti. Es como en Gran Hermano, que en la casa todo se magnifica. Lo triste te parece más triste, lo alegre más alegre. Subes y bajas como si estuvieras en una montaña rusa de emociones y en un día puedes llorar, reír, desesperarte, estar eufórica o tristísima. ¡Qué digo en un día! En una maldita hora.

La mala noticia en este caso es que las hormonas nos pueden jugar una mala pasada y pueden hacer que caigamos en lo que se conoce como depresión postparto. No te avergüences: es muchísimo más común de lo que puedas pensar y, con la ayuda adecuada puede quedarse en un mal sueño. ¡No te lo guardes para ti! ¡Acude a tu médico!

¡Ahora estoy contenta! ¡Ahora estoy triste!
¡Ahora estoy contenta! ¡Ahora estoy triste!

7. Cansancio era esto
Cuando conozcas a una madre recién parida mírala como si estuvieses ante una superwoman … porque lo estás. Dar a luz es agotador y después del parto no tienes tiempo para descansar. Empalmas una noche con otra, siempre tienes cosas que hacer y descansas poco y mal.

Si tienes planeado hacer una visita a una madre reciente, avisa con antelación y no estés demasiado rato. Si de verdad quieres ayudar, hazlo con las tareas domésticas o llévale un poco de comida casera para que no pierda tiempo cocinando en lugar de sugerir quedarte con su bebé. Posiblemente agradezca más que le liberes del trabajo coñazo de la casa.

Sólo cinco minutos...
Sólo cinco minutos…

8. ¿Sexo? ¿Y eso qué es lo que es?
Después de dar a luz viene la cuarentena, que es el tiempo que tardan tus bajos en volver más o menos a la normalidad. Durante unos días (o semanas) estarás con algo parecido a una regla y tendrás que llevar unas sexis bragas de papel con unas compresas de tamaño de elefanta. Además tendrás entuertos, que son una especie de contracciones que ayudan a que el útero vuelva a su tamaño normal, menos en el caso del primer parto y más si no es tu primer hijo. Si le sumamos el sujetador erótico festivo y la faja con un velcro que te destroza la ropa, se pega a sí misma y de repente se dobla de manera aleatoria, ¿dan ganas de preñarse ahora mismo, ehhhh?

Hasta pasados cuarenta días no tendrás vía libre para tener relaciones sexuales pero lamento decirte que algunas madres tienen problemas para encontrar su libido, que debe marcharse de viaje. Es bastante más común de lo que crees. Posiblemente necesites mucha paciencia y algo de lubricación extra para ponerte con el tema. Yes you can!

¡Mira, magia!
¡Mira, magia!

9. La logística
Durante una temporada (salvo que seas de otra pasta, pero de esas hay pocas) tendrás que elegir entre dormir cinco minutos más y pintarte el ojo… y habida cuenta lo que duermes generalmente elegirás lo primero. Por otro lado, los bebés son expertos en colgarse de collares y pendientes (y hacer MUCHO daño), de manera que reducirás el momento árbol de Navidad a la mínima expresión.

Sin embargo, salir de casa te llevará más tiempo que nunca. Los bebés tienden a hacerse caca/vomitar/dormirse/tener un hambre voraz justo en ese momento en que te disponías a salir por la puerta. Cuando tienes un bebé, Murphy hace horas extras: todo lo que pueda salir mal, saldrá mal.

¡Y no nos hemos olvidado NADA en casa!
¡Y no nos hemos olvidado NADA en casa!

10. Descubrirás nuevos placeres… como ducharte
Hay cosas en tu vida que no valoras hasta que las pierdes. Cuando te conviertes en madre de repente cosas que antes eran para ti insignificantes, de repente se convierten en el no va más, en el top de tus expectativas. Hablamos de cosas como tomarte un café sentada tranquilamente, darte una ducha y estar el tiempo que necesites, y un gran clásico: ir al baño sola. ¡Se acabaron esos momentos de lectura y relax! Así que cuando consigas un baño en el que poder explayarte sin niños alrededor -llorando primero y dándote conversación después- ¡sentirás un gran placer!

¡Es LA LECHE!
¡Es LA LECHE!

11. Pero ¡está podrido por dentro!
Los bebés tienen el tracto digestivo muy corto y además se alimentan de leche con lo que, amigos, es bastante normal que cada toma suponga un regalito. Las primeras heces reciben el nombre de ‘meconio’ y son así como petróleo (una gloria, vamos), pero después irán cambiando de color y tenderán más al amarillo. No entramos en más detalles porque te lo decimos desde ya: te convertirás en una experta en colores y texturas. Puede que en el mundo el color del año sea el Marsala, pero ya te decimos que en tu casa se llevará más bien el mostaza.

DIOSMÍODELAMORHERMOSO ¿Seguro que sólo toma leche?
DIOSMÍODELAMORHERMOSO ¿Seguro que solo toma leche?

12. Vestir a un niño es como vestir a un pulpo
Da igual la experiencia que tengas vistiendo a tus muñecas: vestir a un niño es un pelín más complicado. Cuando son recién nacidos porque te parecen muy frágiles, y cuando son más mayores porque no paran de moverse. Es como intentar ponerle zapatillas a un pulpo: ¡misión imposible!

Creíste que era fácil ehhhhh
Creíste que era fácil ehhhhh.

Después de todo esto, ¿no te han dado unas ganas terribles de procrear? ¡Menos mal que compensa por otro lado! Y si no, mira a cualquier madre que tenga ya a sus niños mayorcitos, la cara de «tendría otro ahora mismo» que ponen cuando se juntan con una mamá con bebés recién nacidos… ¡A ver si va a ser verdad que todo lo malo se olvida! 

Palabrita de madre.

*Este artículo se publicó originalmente el 21/05/2015.