A Mario Casas (A Coruña, 1986), Palmeras en la nieve le cogió de las solapas y le sacudió de tal manera que nada volvió a ser como era. Por un lado, en su vida profesional, ya que ha participado en el que, seguramente, sea el dramón amoroso del año (e histórico, aunque lo primero come terreno a bocados a lo segundo a lo largo del metraje) y que augura una muy buena taquilla; por otro, en su vida personal, ya que en el rodaje conoció a la que es su pareja desde 2014, Berta Vázquez, que interpreta a Bisila y con la que Killian, el personaje de Mario, mantiene una épica historia de amor. Y también en el terreno individual, de crecimiento, ya que los 14 años que transcurren entre el Killian de los primeros planos y el del final parecen representar, en realidad, la transición entre el Mario de sus inicios, aquel chaval de El camino de los ingleses que volvía tarumba a las chicas, y el de ahora, a punto de llegar a la treintena y al que le empiezan a sentar como un guante los papeles de joven-adulto asentado y maduro.

Pero que nadie se alarme: en las distancias cortas, mantiene la frescura y un deje burlón que hace que te den ganas de llevártelo de cañas… y Dios dirá.

El próximo 25 de diciembre Mario Casas estrena 'Palmeras en la nieve'. © Cordon Press
El próximo 25 de diciembre Mario Casas estrena ‘Palmeras en la nieve’. © Cordon Press

Las cifras de la película marean: cientos de extras, decenas de técnicos y de actores, 14 semanas de rodaje en varios países y 2 horas 43 minutos de duración… ¿Cómo rodar algo tan inmenso?
Increíble. Empezamos en Canarias, donde se recreó la finca de Sampaka en la que se desarrolla la acción y del poblado bubi, algo impresionante que nos trasladaba a un escenario real nada más entrar en el set. Después viajamos a Colombia; imagina lo que es rodar en sus playas y sus selvas, llegar hasta allí en un avión en el que cabían solo siete u ocho personas y al lado de tribus reales que podías ver… Un viaje maravilloso y vital.

Y un viaje histórico: recrea una plantación de cacao a cargo de españoles en la Guinea colonial de 1953 hasta su independencia, en 1968. A día de hoy, poca gente sabe algo concreto de esta parte de nuestra historia reciente…
Sí, totalmente, porque nuestros abuelos y bisabuelos estuvieron en África y, como dice Luz [Gabás, la autora del libro en el que se basa el filme], hay historias en la vida que deben ser contadas, especialmente si son de hace nada. A mí me sonaba del colegio y del instituto, de haberlo visto, pero después empecé a investigar con documentales, fotos, músicas de la época… Te quedas muerto, porque no esperas que unos españoles hubieran vivido eso. Es la típica trama que ves en 12 años de esclavitud, en películas ambientadas en EE UU… Pero nos pasó a nosotros y, ¿hace cuánto? ¿50, 60 años? Por eso creo que esta película llegará al corazón de mucha gente.

Tu personaje, Killian, es un chaval al empezar el filme, que viaja desde un pueblo en los Pirineos hasta la Guinea española, y que acaba hecho un hombre luchando por su familia en un lugar colapsado. ¿Cómo lo preparaste?
Bueno, principalmente, hablando mucho con Fer [Fernando González Molina, el director]. Leímos el guion a solas varias veces y empezamos a destriparlo. Considerando que tengo 29 años, para mí ya es más fácil interpretar a un tipo de 30 y tantos que a un chaval de 18, y era muy complicado. Él me insistía en que, cuando el personaje es más joven, debía verse esa mirada pura y limpia, la inocencia del chaval que llega a ese mundo tan distinto desde las montañas nevadas de un pueblo perdido, la mirada del que no conoce nada de lo que le rodea. De hecho, me insistía en que viera vídeos en los que yo salía cuando tenía 18 años, para ver cómo era y cómo me movía… Entendí finalmente lo que me quería decir, esa mirada de la que me hablaba: él buscaba un héroe clásico, puro, bueno, y lo bonito es comprobar cómo va madurando y se convierte en hombre. Como actor es muy interesante.

Pero Killian es más vulnerable precisamente cuando es ya un hombre…
Es lo que nos pasa: uno es más vulnerable cuando se va haciendo mayor, pero lo sabe tapar mejor. Los miedos de cuando eres niño se van haciendo más serios a veces, y el diablo bueno y el malo están cada vez más presentes. Al hacernos adultos, los tapamos mejor porque somos conscientes de lo que nos pasa. Killian se hace más vulnerable después de la muerte de un familiar primero pero, después, a través del amor. El amor puede destrozarte o llevarte al cielo.

Un amor que en esta película es, no sé…
Es épico. Pero es una peli que habla de muchas más cosas, no solo de historia y de amor. Por ejemplo, de la evolución de una mujer adelantada a su tiempo, que es el papel de Macarena García. Es una película gigantesca, de corte clásico, que no se ha hecho en España y no estamos acostumbrados a ver aquí.

Épico pero no es muy real; esas cosas no pasan.
Bueno, es un amor imposible. Es decir… [se lo piensa] a lo mejor ha pasado, por qué no. En la película es todo más sufrido porque son dos culturas muy diferentes y en una época muy difícil; un amor imposible, pero seguro que alguien, en algún lugar, lo ha vivido así. Y también hay más amores: al padre, al hermano… Pensar que Palmeras en la nieve es solo una historia de amor es un error.

Tanto hablar de amor entre Killian y Bisila, que interpreta Berta Vázquez, y acabas enamorado de la actriz en la vida real.
Al final las cosas están escritas: creo bastante en el destino, en que hay un tren para todo el mundo y, a veces, la vida te sorprende y pasan cosas como esta… Pero, como estamos hablando de Palmeras en la nieve, te diré que me alegro mucho por ella porque hace un trabajo del que puede estar muy orgullosa y contenta.

Mario y Berta en los últimos Premios 40 Principales © Cordon Press
Mario y Berta en los últimos Premios 40 Principales © Cordon Press

Has comentado que, tras las cinco nominaciones de la película a los Goya, ha faltado la de actriz revelación precisamente para Berta.
Esperábamos más. El resto de las películas se han estrenado ya, y esta no. Echo de menos nominaciones a Berta, para la fotografía, la música, los efectos especiales… Se ha trabajado durante ocho meses en los efectos, es la película con más planos digitales… Esa carencia en algunas nominaciones se debe a que no se haya estrenado y a que muchos académicos no la han podido ver aún.

‘Palmeras’ es uno de los varios estrenos que esperan a Mario Casas en los próximos meses. ¿En qué estás ahora?
Acabo de terminar Contratiempo, de Oriol Paulo [responsable de El cuerpo], con Bárbara Lennie, Paco Tous, José Coronado y Ana Wagener. Es un thriller difícil para mí por la edad, ya que interpreto a un hombre de negocios que ha sido nombrado el mejor empresario por Forbes, alguien con unas carencias y unos conflictos tremendos. También estoy con la siguiente película de Álex de la Iglesia, El bar; en primavera se estrena Toro [de Kike Maíllo, sobre la huida desesperada de un exsoldado y su sobrina de una banda de mafiosos] y también Los 33, creo que para enero-febrero, la historia de los mineros chilenos que quedaron atrapados en una mina en 2010 [y donde comparte protagonismo con Antonio Banderas, Rodrigo Santoro o Juliette Binoche, entre otros].  Y nada… [se ríe, algo avergonzado].

¡Vas a estar en todas partes!
Es que se junta todo. Es una putada porque se juntan películas de los últimos 2-3 años y estás ahí constantemente, todo el mundo te ve continuamente. Me da rabia porque creo que la saturación de un actor contrarresta otros proyectos que pueden venir dentro de unos meses y la gente ya está hasta las narices. Me da pena que todo se junte.

Hablas de saturación, pero no sé si, tras varios años de carrera, estás también saturado del fenómeno fan. Lo pregunto por la polémica suscitada tras las declaraciones de Clara Lago en El Hormiguero acerca de este asunto.
Lo primero, tengo que decirte que tanto Dani [Rovira] como Clara son maravillosos. Con ella trabajé en Tengo ganas de ti, que también tuvo mucho éxito, y nunca le vi decir ‘no’ a nadie. A Dani lo conozco menos pero también tiene muy buen trato con la gente. A Clara le dio un golpe de sinceridad que no se entendió y ya está. Te cuento lo que yo he visto, y es que ambos se portan muy bien con la gente.

En mi caso, no lo he vivido muy crudamente. Cuando empecé y tenía pocos años pensaba: “¿Pero qué está pasando?”, pero fue un cambio que supe entender, me hago cargo de mi profesión y lo que conlleva y listo. Sí noto, por ejemplo, que antes solo me conocía la gente más joven y no los padres y, tras pasar el tiempo, todo el mundo me sitúa. Pero a mí me tratan muy bien y, si a veces faltan el respeto, pues bueno, significa que hay todo tipo de personas. Aunque es complicado en ocasiones.

¿Es complicado también ir a la moda y conocer las tendencias, o es algo de lo que pasas totalmente?
No entiendo absolutamente nada de moda. Mira, un ejemplo: hoy no he comido porque mi hermana me ha dicho: “Mario, tienes que comprarte algo porque mañana tienes rueda de prensa, El Hormiguero la semana que viene… Al menos ir a por dos o tres modelos que tengas claros”. Yo soy de esto [se agarra la chaqueta], de alguna americana y de ponerme básicos. Sí es cierto que cada vez me gusta más ir bien, como en el preestreno de Palmeras, que iba con un traje rojo de García Madrid, pero en mi naturaleza está el ir más dejado.

More nyc…

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¿Y el gimnasio, lo has dejado? Porque en ‘Palmeras’ se ve a las claras que no.
Pues mira, hace un año que no lo piso, de verdad. Para Pameras sí fui, pero era obvio: ¿tú has visto a los africanos, cómo están? Lo que no podía hacer era ponerme al lado de esta gente y… [se ríe]. Killian es un tipo que se pasa 10 años en una plantación de cacao, y los africanos, día y noche trabajando, tienen un cuerpo espectacular. Pero hace más de un año que no voy, necesitaba relax porque el gimnasio te atrapa y te vuelves obsesivo. Además, tanto para el personaje de Álex [el de Adanne en Mi gran noche, de Álex de la Iglesia] como para el de Contratiempo no era bonito estar de gimnasio. Aunque a mí me gusta, no te voy a mentir…

Palmeras en la nieve se estrena el 25 de diciembre en cines de todo el país. Más información, aquí