“¿En pechos también hay modas”?, se preguntará cualquier lectora hastiada del perpetuo ‘nuevo negro’. Pues sí. Si no de qué íbamos a haber tenido tanta protuberancia de copas D en las últimas décadas. Cuando esos volúmenes la única ley de la gravedad que los sostenía era la del bisturí.

Tras décadas de foam, el pecho recupera su forma natural. © Yaniv Edry
Tras décadas de foam, el pecho recupera su forma natural. © Yaniv Edry

Ahora, una década después del nacimiento de las WAGS (mujeres y novias de futbolistas) como tribu creadora de tendencias, el escote recupera su forma original. El contorno que imperaba en los setenta y que cae hasta la altura de los pulmones, frente a los ‘dosmiles’ en los que se elevaba hasta el esternón a golpe de push up o escalpelo.

Cambia la altura y también la forma, dando paso a pechos puntiagudos y diciendo adiós a las esferas redondas de la era del Wonderbra. Vamos, lo que viene siendo que el pecho de la mujer recupera la forma de pecho, esa que veníamos negando en los últimos tiempos a favor de un estereotipo del sexy creado por el imaginario masculino.

Vuelve la naturalidad de Jane Birkin en los setenta. © Getty Images
Vuelve la naturalidad de Jane Birkin en los setenta. © Getty Images

Deberíamos haberlo intuido cuando la propia Victoria Beckham (WAG primigenia en el ecosistema) se retiró sus implantes en dos intervenciones, la última tras el nacimiento de la pequeña Harper. “Ya no los llevo”, confesaba hace dos años en Allure, confirmando lo que cualquiera con dos ojos en la cara había podido apreciar: Victoria se había deshecho de su talla 90DD.

El antes y el después de Victoria Beckham tras retirarse sus exagerados implantes. © Cordon Press
El antes y el después de Victoria Beckham tras retirarse sus exagerados implantes. © Cordon Press

Hasta la firma de lencería Victoria’s Secret, que algo tiene de responsable en la propagación de ese prototipo del sexy de los últimos años, se ha rendido a la evidencia: «Es sexy no llevar relleno», reza en su última campaña, promocionando toda una línea de sujetadores y bodies en los que reinan el encaje, las transparencias y los cortes triángulo frente a los aros y los incomodísimos push up.

Este efecto Jane Birkin empieza a sentirse también en las calles y en las perchas de las principales cadenas de lencería en España: “La tendencia actual son los sujetadores sin aro. Los triangulares y los escotes halter también gustan mucho. En general, cómodos con un toque muy femenino o sexy”, argumentan desde Women’secret.

© Getty Images
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El ‘nuevo’ pecho se intuye bajo blusas a medio abrochar, cubierto con delicados encajes de sujetadores de corte triángulo o, directamente, braless (sin sujetador) una opción que cada día gana adeptas. “El sujetador no es imprescindible hoy en día. De hecho, hay culturas que no lo llevan. Ni si quiera en todos los países europeos se usa del mismo modo que en España”, explicaba a Grazia hace unos meses el doctor Julio Millán, jefe del Servicio de Cirugía estética de la Clínica Ruber de Madrid. Para el experto, la gran ventaja de esta prenda es que “puede ayudar a levantar un pecho caído o a dar más apariencia de volumen”, aunque reconoce la comodidad de no llevarlo, al ser una pieza que oprime el pecho.

Kendall Jenner se convierte en #TT cada vez que sale de casa sin sujetador. © Cordon Press
Kendall Jenner se convierte en #TT cada vez que sale de casa sin sujetador. © Cordon Press

Lo defiende hasta la mismísima Kendall Jenner, que esta semana compartía en su web su hartazgo con el tema. Y es que la modelo de la saga Kardashian-Jenner ha vivido en sus propias carnes el convertirse en trending topic cada vez que sale de casa sin sujetador: «La verdad es que no sé dónde está la noticia en ir sin sujetador», explica la hermanísima en un post titulado Free the nipple, «¡realmente no me importa!, es cool, sexy, cómodo y estoy a gusto con mis pechos. Y eso es todo».

Camisetas setenteras y pecho liberado de las restricciones del 'push up'. © Bershka
Camisetas setenteras y pecho liberado de las restricciones del ‘push up’ en la campaña de Bershka. © Bershka

Sin relleno, sin aro o sin sujetador, la corriente se podría entender argumentando las mismas razones que explican por qué estamos dejando de comprar tangas: una combinación de comodidad y premisas feministas que se oponen a la visión del cuerpo de la mujer imaginado por el hombre. Algo que, en el fondo, sigue la línea del discurso de aceptación que tanto nos ha costado creernos pero que ahora, por fin, empezamos a interiorizar: nuestro cuerpo es bello sin necesidad de artificios. Inventos que están ahí, a nuestra disposición, para cuando los queramos… pero no para que nadie nos los haga ver como imprescindibles.

Y, además, las actrices apuestan por no llevar sujetador en los Oscar:

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